El caso de los tuiteros en Jujuy | Roque Villegas: “Mi hijo siente vergüenza de cuando le dicen que su papá estuvo preso”
Después de 53 días en la cárcel, volvió a su taller de serigrafía y relata cómo fue su detención; dice que lo único que hizo fue republicar en Facebook un video sobre Gerardo Morales y su familia
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SAN SALVADOR DE JUJUY (Enviada especial).- Roque Villegas vive en Malvinas, un barrio obrero en la periferia de la capital jujeña, con sus cuatro hijos y su madre, Eloísa. El día que a él lo detuvieron, el 4 de enero pasado, cuando ella se enteró de que se lo llevaron en una camioneta sin patente, temió que lo hubieran matado.
Desde ayer, Villegas está libre otra vez, pero avanza la causa en su contra, un expediente iniciado por Tulia Snopek, la mujer del exgobernador Gerardo Morales, que lo acusa, junto con el fiscal Walter Rondón, de “lesiones psicológicas agravadas en contexto de violencia de género” (contra ella) “en concurso real con el delito de tornar incierta la identidad de una menor de 10 años” (la hija de Snopek y Morales).
“Yo compartí una publicación, un video que circulaba por todos lados. No lo hice yo, solo lo compartí, me pareció algo chistoso que ya estaba en las redes. De TikTok lo compartí a Facebook. No hice otra cosa”, jura Villegas, que recibió a LA NACION en su taller de serigrafía y sublimación, donde imprime remeras y hace recuerdos para chicos que terminan la escuela. Al fondo del taller, que es una pequeña habitación, tienen los cuartos él, sus hijos y su madre. Hoy Villegas está preocupado, no solo por cómo seguirá su causa, sino también por su trabajo: teme que en las escuelas ya no quieran contratarlo después de haber estado preso. Nunca antes había sido detenido, relata.
Como Nahuel Morandini, arrestado el mismo día que él en el marco de la misma causa, dice que el operativo fue irregular y que sus condiciones de detención, los primeros días, fueron intolerables. Que lo desnudaban y lo filmaban sin ropa todas las mañanas con el argumento de chequear que no se hubiera autolesionado, que debía comer sin cubiertos y que la primera noche lo alojaron en una celda con materia fecal que no le permitieron limpiar.
Después, todo mejoró. En el pabellón, los demás presos se reían, cuenta: “Nos decían: ‘Ustedes no hicieron nada, ¿cómo puede ser que estén acá? Nosotros por lo menos nos la mandamos”.
-¿Cómo fue su detención?
-Estaba yendo al chapista y acá, a una cuadra y media de mi casa, me cruzan una camioneta blanca sin chapa, sin identificación, y se bajan dos masculinos. Me preguntan mi nombre y me dicen que tenían una orden de aprehensión. ‘Te tenemos que llevar detenido’, me dicen. ‘Mostrame algo, una identificación’, les digo. Uno me muestra una chapa y le digo: ‘¿Y la orden de detención?’. Me dice: ‘O subís o te subimos’. En la unidad de delitos complejos yo lo reconozco a uno de los muchachos: ‘Vos viniste a mi casa el otro día y me pediste un presupuesto de remeras’, le digo. ‘Sí -me dice-, teníamos orden de detenerte ese día, pero me dijeron que tenía que levantarte en la vía pública’. Eso me hizo pensar que si yo no hacía la llamada a mi hermana en ese momento podía haber aparecido en un zanjón o me despertaba con toda droga alrededor.
-¿Qué fue lo que vos hiciste?
-Yo compartí una publicación, el video que circulaba por todos lados. No la hice, me pareció algo chistoso que ya estaba circulando en las redes. Se ve que los peritos no lo analizaron bien. Lo compartí como comparto videos de folclore, de cumbia, como una manera de chiste. Yo estaba mirando TikTok. Ya lo había visto este video como unas cinco veces antes, pero no le había dado importancia. Yo no soy seguidor del grupo musical [por Los Tekis], pero me paré a ver qué es lo que tanto subían. Y ahí de TikTok lo compartí a Facebook. No hice otra cosa. Sí hubo comentarios. Una señora me dijo que cómo voy a subir a la nena, que la tapara, pero yo lo compartí como estaba, no sabría cómo cambiarlo.
-¿Alguna vez participaste en política?
-Nada. Hace diez años que trabajo en este humilde taller que tengo. Nunca tuve afiliación política. Sí asistí a algunas marchas por el tema aborígenes, porque me pareció un tema justo. Capaz se me toma de punto por no cargar sus banderas. Acá el que no carga las banderas de ellos es enemigo.
-¿Conocés a Milagro Sala?
-La conozco como cualquiera en Jujuy, lo que hizo y lo que no hizo. En lo personal no, no tengo relación, no trabajo en nada con ella.
-Cuando Morales dice que le han hecho un daño impresionante a su hija, ¿qué sentís?
-Me arrepiento de lo que se publicó. Es verdad que hay una menor y una mujer, pero yo no lo hice afectando a esas dos personas, sino de manera de chiste, se venía el carnaval y eso. Creo que el daño que se ocasionó me parece desmedido. Ellos solo hacen alusión a una niña y está bien, pero no se fijan en nuestros menores, nuestros hijos. Mis dos hijos menores ya asisten a la escuela, ya tienen compañeros. Mi hijo de ocho ya siente vergüenza cuando le dicen que su papá está preso. Y la parte económica: estos 53 días de prisión yo no pude trabajar, no tuve ingresos. Por suerte acá las clases no empezaron, yo no tengo ni para pagarles la cooperadora y eso a ellos no les interesa, les resbala.
-¿Cómo fue tu estadía en la cárcel?
-Tuve que adaptarme, la verdad, aprender a convivir porque nunca fue mi idea parar en un penal. Nunca pensé en caer detenido. Mi idea fue no bajar la cabeza porque eso es ponerse a la orden del que manda en el pabellón. Me prendía ayudando a trabajar a los que hacían oficios. El pabellón uno es de conducta así que aprendí a tomar mate y a trabajar con madera, me traje algo rescatable.
-¿Cómo fue el ingreso?
-Ni bien nos ingresan al penal nos llevan a un pabellón de castigo, como comúnmente se llama, donde a mí me tocó la celda toda orinada, con materia fecal de varios días. Lamentablemente no nos dieron la primera noche la posibilidad de higienizar el lugar. No se pudo dormir porque el olor era terrible. Nos tiraron donde había un colchón que tenía hasta chinches. Nos sacaron toda la ropa, estábamos solo con un pantalón corto. Cada vez que salíamos a la parte de los baños para higienizarnos nos hacían salir desnudos, todo el patio desnudos. Para comer nos dieron un día un guiso, pero ni cubiertos de plástico. Yo creo que eso no se debe tolerar con nadie. Todos los días nos filmaban a ver si nos habíamos lastimado, autolesionado por la desesperación de salir.
-¿Cuántos días pasaste así?
-Por suerte solo tres noches. Entramos el viernes y nos sacaron el lunes a la mañana de ahí.
-¿Tuviste problemas con alguno de los otros detenidos cuando pasaste al pabellón?
-Por suerte no. Los muchachos sabían de qué era el tema y se reían. Nos decían: ‘Ustedes no hicieron nada, ¿cómo puede ser que estén acá? Nosotros por lo menos nos la mandamos, nos mandamos la macana’. Era casi burla, chiste, pero eso mismo generó que nos lleváramos bien con los internos.
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