El caso Cecilia: los elogios que Jorge Capitanich le dedicó a Emerenciano Sena al escribirle el prólogo de su libro
La publicación, elaborada por la esposa del líder piqutero, la también acusada Marcela Acuña, cuenta con un texto del gobernador donde resalta su tarea y cuenta que fue “testigo de casamiento, de su amor y de su lucha”
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RESISTENCIA.-El libro se llama “Emerenciano, caudillo del Norte”, tiene 288 páginas, y fue escrito por Marcela Acuña en 2021, esposa del líder piquetero, ambos presos. El prólogo fue escrito por el gobernador de Chaco Jorge Capitanich, quien recuerda: “Fui testigo de su casamiento, pero también testigo de su amor y su lucha. También fui testigo de razonamientos y exposiciones que me estremecieron en lo más profundo, como ser humano y servidor de mi pueblo”.
El libro, publicado por editorial De la Paz, que está ubicada a una cuadra de la sede de la fiscalía de Resistencia, está dedicado a “César Mario Alejandro Sena, hijo fiel de su padre”. Este joven de 19 años, junto con Emerenciano Sena y Marcela Acuña, autora del libro, están presos por el femicidio de Cecilia Strzyzowski, la joven de 29 años desaparecida desde el 1º de junio pasado, un caso por el que están detenidos siete miembros del clan piquetero.
La familia de la víctima denunció públicamente que los estrechos vínculos entre Emerenciano Sena y Capitanich influyen para que la causa no avance, y temen que este caso emblemático, que movilizó a una multitud el miércoles pasado, quede impune o congelado hasta después de las elecciones.
En el prólogo que escribió el gobernador chaqueño queda expuesta la relación entre ambos, que después de la crisis de 2001, cuando Emerenciano comenzaba a movilizarse en reclamo de asistencia con el Movimiento 17 de Julio, que luego se dividió y pasó a ser Emerenciano Sena.
Este es el texto que está publicado en el libro y lleva la firma de Capitanich:
“A Emerenciano lo conocí a través de los medios de comunicación, por su historia de luchas sociales y pude interactuar con él siendo Jefe de Gabinete de Ministros de la Nación, allá por el año 2002 en la más profunda crisis económica, social y productiva que recuerde la historia argentina.
En ese entonces los movimientos sociales ejercían un reclamo sostenido para devolver la dignidad de miles de familias argentinas y chaqueñas que habían perdido su empleo, que no tenían un ingreso mínimo para comer, y que perdían sus esperanzas por la aguda y crítica situación que vivía el país.
Quizás no se recuerde que en ese entonces la pobreza y la indigencia, en nuestra provincia, alcanzaban el 74% y 47% respectivamente. Desolación y desesperanza describían el escenario. El empleo formal privado entre 1995 y 2003 se había estancado absolutamente. Su incremento era equivalente a cero, es decir, en ocho años no se apreciaba aumento de ningún empleo registrado.
Así, en estas condiciones surgen líderes sociales que son capaces de aglutinar las demandas colectivas para representar cabalmente las necesidades más profundas de nuestro pueblo.
Emerenciano es un emergente de esa vieja Argentina que quebró y que, paralelamente, ayudó a parir una nueva Argentina con inclusión social, más equitativa distribución del ingreso y desarrollo productivo en base a industrialización creciente y sustitución de importaciones.
Recuerdo que en una oportunidad el Juez Federal subrogante me pide como Senador Nacional destrabar un conflicto: la ocupación de la Gerencia de Empleo del Ministerio de Trabajo de la Nación. Junto a “Coco” Rufino tuvimos la oportunidad de participar en esta negociación y logramos viajar a Buenos Aires junto a Tito López, Eduardo Cabrera y Emerenciano para reunirnos en el Ministerio de Trabajo con sus máximas autoridades para garantizar la paz social y propender a una mayor inserción laboral de los trabajadores desocupados.
La gestión fue exitosa a partir del financiamiento de emprendimientos productivos que contaron con la valiosísima cooperación de la asociación bancaria como soporte ineludible en la articulación de recursos y metas de cumplimiento.
Esta intervención me permitió generar una relación personal más estrecha para apreciar las virtudes más profundas de líderes sociales que han ayudado a la transformación de la calidad de vida de muchos hermanos nuestros que fueron virtualmente excluidos de las políticas públicas.
Como Gobernador de la provincia pudimos establecer un sistema de acuerdos para generar condiciones de financiamiento que permitan el desarrollo de la construcción de viviendas populares y emprendimientos productivos que constituyen la base de la matriz insumo-producto de su organización, esto es, fabricar desde ladrillos hasta aberturas para reducir los costos de cada vivienda que al mismo tiempo generan más trabajo y de mayor calidad a sus compañeros del movimiento.
También he discutido amablemente con Emerenciano en varias oportunidades: ya como Gobernador de la provincia en diciembre del año 2007, lo busqué en la plaza cuando, junto a su organización, se retiraron de la primera reunión convocada por el gobierno. Este gesto que, según lo relata Marcela, cambió nuestra relación, que ha sido parte de una laboriosa ingeniería social e institucional para coordinar acciones con 138 movimientos sociales, que permanentemente ponen de manifiesto las tensiones propias de las democracias profundas e intensas, que concentran al mismo tiempo pasión y mesura.
Este libro rescata sus luchas, su trabajo y defiende un legado que es precisamente “El Barrio Emerenciano” donde mes a mes se observa el avance de viviendas populares que mejoran el horizonte de esperanza de la gente. El Barrio crece en infraestructura: adoquinado, pavimento. Crece también el desarrollo educativo y cultural. La obra además cuenta una historia de vida, sincera y profunda. Escrita por su compañera Marcela Acuña, quien describe con amor y al mismo tiempo con admiración la obra de este líder social.
Fui testigo de su casamiento, pero también testigo de su amor y de su lucha. También fui testigo de razonamientos y exposiciones que me estremecieron en lo más profundo, como ser humano y humilde servidor de mi pueblo. Una vez en el Salón de Acuerdos de la Casa de Gobierno me comentó como había cambiado su vida con el amor de Marcela y de cómo el progreso de sus luchas permitió dignificar a muchos de nuestros hermanos y hermanas.
Este quizás no sea un prólogo, es simplemente ser testigo de nuestro tiempo. Un tiempo que con dificultades nos permite construir el futuro con esperanza, aún con contradicciones, como la de Emerenciano a quien siempre le digo: “Sos el primer marxista católico que conozco”.
Fraternalmente
Jorge Milton Capitanich”
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