Elecciones: el candidato que gobernó una de las ciudades más importantes por 16 años y quiere volver dos décadas después
Julio Alak dejó el cargo en 2007, derrotado por un discípulo suyo; luego fue presidente de Aerolíneas, ministro de Justicia de la Nación y ahora, funcionario de Kicillof; hizo obras emblemáticas pero también tuvo sus sombras; las polémicas que supo eludir
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Julio César Alak gobernó La Plata entre 1991 y 2007. Fueron cuatro mandatos y 16 años consecutivos al frente de la administración de la capital bonaerense. Tenía 33 años cuando asumió y 49 cuando se fue. Vio pasar a cuatro presidentes desde su sillón de intendente y estuvo ahí en la semana de inestabilidad y presidentes fugaces cuando Fernando de la Rúa renunció. El intendente no dejó el cargo por voluntad propia: perdió contra Pablo Bruera, un hombre que había nacido políticamente a su lado. Uno de su “riñón”. Para Alak, una traición que no olvidará nunca.
Casi dos décadas más tarde, y con 65 años, Alak, que ocupa el Ministerio de Justicia bonaerense, vuelve por la revancha: se presenta como precandidato a intendente por Unión por la Patria. Si se impone en su interna -que es lo más probable-, enfrentará a Juntos por el Cambio, que en 2015, con Julio Garro, le arrebató el cargo a Bruera impulsado por la “ola amarilla” y terminó con una era de 24 años de peronismo en la ciudad de las diagonales.
Garro, cuenta la leyenda, recibió en ese entonces un empujoncito de Alak que, enceguecido con Bruera, no veía con malos ojos que cualquiera, incluso un opositor, sacara al “traidor” del puesto. Aunque no hay evidencias de ello, sí hay algunos datos curiosos que sugieren un posible vínculo entre los dos. Garro fue el presidente de La Plata Fútbol Club, un equipo al menos incentivado (cuando no financiado de manera indirecta) por Alak para jugar en el Estadio Único, cuando Estudiantes y Gimnasia se negaron a usar esas instalaciones, rompiendo un acuerdo que tenían con el jefe comunal.
Además, una persona muy cercana a Alak fue el vocero durante los últimos ocho años del actual intendente de Juntos por el Cambio. Ahora, Garro y Alak, si ambos se imponen en sus internas, podrían disputarse la comuna. Alak no se postula a un cargo electivo en La Plata desde que dejó el Palacio de calle 12. Su ausencia en una boleta por otros 16 años se refleja en que hay casi un tercio del electorado que no lo conoce o lo conoce superficialmente.
“Es un acto de servicio”, responde Alak cuando LA NACION le pregunta por qué vuelve después de tanto tiempo. “Veo mal a la ciudad, que tiene más de 100 villas, cuando yo me fui había 12; que se alejó de su rol de capital de provincia; se aisló de Berisso y Ensenada y de la Universidad. La ciudad está inconclusa”, afirma.
También dice que será una pelea desigual, porque en ocho años “Garro construyó su estructura”. “Volver a casa” es el eslogan del “Turco”, que no en vano tiene el apodo: tuvo su idilio con Carlos Menem, jugó a dos puntas con Eduardo Duhalde, apoyó a Menem y a Néstor Kirchner al mismo tiempo cuando estos dos se enfrentaron en la elección de 2003. En el interín, el cordobés José Manuel de la Sota lo invitó a ser su compañero de fórmula en aquellas elecciones nacionales, pero esa candidatura duró un suspiro: la bajó Duhalde para girar todo su apoyo a Néstor Kirchner. Con una sinuosa habilidad para hacer equilibrio, que le reconocen aliados y enemigos, mantuvo en su equipo a menemistas y a duhaldistas, luego también a los kirchneristas.
Fue presidente de la Federación Argentina de Municipios y contemporáneo de varios “barones” del conurbano, como Manuel Quindimil, Alberto Balestrini, Hugo Curto y Baldomero “Cacho” Álvarez de Olivera. Aprovechó la bonanza de los ‘90 y la afinidad de Duhalde con La Plata para terminar obras inconclusas como el Teatro Argentino, el Estadio Único y las torres de la Catedral.
Pagó un alto costo cuando se opuso al proyecto que tenía entonces la conducción de Estudiantes para ampliar su estadio. Lo hizo, en ese momento, aferrándose a una norma de protección del medio ambiente para preservar el Bosque, un pulmón verde clave en la ciudad. “Es un tema del pasado”, dice en privado. También quedó en el ojo de la tormenta cuando el Banco Municipal, que dependía de su administración, quebró. Fue un golpe duro para La Plata. El Banco tenía casi 500 empleados y créditos otorgados por millones de pesos, más del 70% de ellos incobrables, según recuerda el diario local El Día. Fue absorbido por el Banco Provincia.
Con luces y sombras, Alak dejó la capital provincial como consecuencia del desgaste de la gestión y su rivalidad con su antiguo discípulo. Pero su vida política continuó en ascenso, en cargos altos, pero siempre con perfil bajo.
En 2008 fue convocado por Cristina Kirchner como presidente de Aerolíneas Argentinas y luego se convirtió en su interventor. Fue Alak el que hizo la denuncia de vaciamiento de la empresa que en ese momento manejaban los españoles y Cristina Kirchner la que promovió la estatización en el Congreso.
En 2009 fue designado ministro de Justicia, cargo que ocupó hasta el final del mandato de la actual vicepresidenta. “El que más duró después de Urquiza: es una silla eléctrica”, suele recordar el exintendente. Sin embargo, y pese a que estaba al frente de la cartera cuando ocurrieron espinosos episodios como la batalla por la ley de medios; el memorándum con Irán, y la aparición sin vida del fiscal Alberto Nisman, Alak no quedó en la memoria pública ligado a ninguno de esos hechos, parte de su expertise para hacer equilibrio en terrenos pantanosos.
Alak construyó en La Plata la imagen de un hacedor combinada con la de un político tradicional, en otros tiempos, en los que la tecnología no tallaba como ahora en las campañas electorales, y los sellos partidarios tenían una relevancia que tal vez hoy no tienen. Para administrar había tejido sus redes de contención. Tenía una pata en el Tribunal de Cuentas de la Provincia con un hombre propio, Gustavo Fernández, que había sido su secretario de Hacienda; una en la Corte bonaerense, con Daniel Soria (un prestigioso jurista que hoy ocupa la vicepresidencia del tribunal), quien también había integrado su gabinete y varias en la política nacional.
Ahora vuelve a las diagonales con actos a la vieja usanza: en clubes de barrio, con poca gente, recorriendo calles, hablando con vecinos. “Cuando me dijo que quería ser, no le creí. ¿A esta edad? ¿Para enfrentar una derrota posible? Pero después me convenció”, confió a LA NACION uno de sus colaboradores, que empezó en febrero, bajo un calor abrasador, a participar junto a él y Kicillof de actos en distintas zonas de La Plata.
Alak tendrá internas con el exjuez Luis Arias; el candidato del bruerismo, Guillermo Escudero; el hijo de Carlos Castagneto (Afip), Gastón; y la concejal Paula Lambertini. Pero nadie cree que pierda esa pelea. Volver a casa es el lema para “recuperar al peronismo que se fue con Garro”, cuenta. Habrá que ver si lo logra.
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