El candidato a embajador en Israel se cruzó con Martín Lousteau y se trabó el avance de su pliego
La Comisión de Acuerdos del Senado trató la postulación del rabino del Presidente, que pasó un mal momento cuando lo interrogaron sobre el traspaso de la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén
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El candidato a embajador en Israel, Simon Wahnish, pasó un mal momento en la Comisión de Acuerdos del Senado cuando se cruzó con el senador Martín Lousteau y no consiguió aún el dictamen para llegar al Senado con su pliego y convertirse en embajador.
Wahnish es, de los candidatos a embajadores propuestos por el Gobierno, el más cercano a Milei, que lo define como su rabino. Es su asesor espiritual y quien lo guía en sus estudios sobre el judaísmo. Acompañó al Presidente en su viaje a Israel. En esa visita, en un fuerte gesto de apoyo a ese país, Milei anunció la mudanza de la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén. Ese fue el tema central del debate en el Senado.
“¿Sabe Usted si existe algún dictamen de Cancillería con respecto al impacto de la potencial mudanza de la embajada a Jerusalén en el reclamo argentino por la soberanía de Malvinas? Esa es mi pregunta concreta”, dijo Lousteau. El candidato no respondía la pregunta. “No vamos a hacer nada hasta tener todo claro. La respuesta concreta es: me siento en un debate presidencial por sí o por no y no me siento cómodo”, respondió el candidato. Lousteau volvió a preguntar: la consulta es clara, es si sabe o no. Finalmente, el radical hizo un pedido de informes a la Cancillería.
El traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén -que Lousteau destacó que podría impactar en el reclamo argentino sobre Malvinas- es un tema muy sensible en el delicado equilibrio de Medio Oriente. Jerusalén representa la ciudad santa para los judíos, pero también es considerada del mismo modo por los musulmanes (e incluso por los cristianos, aunque no tienen un reivindicación territorial). Impulsar la mudanza de la embajada representa un reconocimiento de hecho de los derechos de Israel sobre Jerusalén, que cuando se creó el estado judío en 1947 quedó bajo jurisdicción internacional.
Israel considera Jerusalén, no sólo para parte occidental, sino también la oriental, como su “capital única e indivisible”; según la jurisprudencia israelí, Jerusalén es la capital “de facto” del Estado de Israel. La Autoridad Nacional Palestina (ANP) también reivindica Jerusalén como capital de su por ahora imposible futuro Estado de Palestina (reconocido por varios países, entre ellos, la Argentina, en diciembre de 2010 y la Santa Sede, en 2015). “De iure”, la mayoría de los miembros de Naciones Unidas y de las organizaciones internacionales no reconoce la anexión de Jerusalén oriental por parte de Israel en 1967, ni reconoce Jerusalén como su capital y justamente por esto la mayoría de las embajadas ante Israel se encuentran en Tel Aviv.
Por eso, el gesto de Milei de haber anunciado la mudanza de la embajada, sin que ni siquiera estuviera al tanto -según sus propios dichos- la canciller Diana Mondino de que lo haría, representa una fuerte jugada en el tablero internacional.
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