El ballottage argentino visto desde Uruguay: entre el entusiasmo prudente de la izquierda y la decepción de la derecha
Los partidarios del Frente Amplio celebraron la victoria de Massa, pero los seguidores del presidente Lacalle Pou se despacharon con críticas e ironías; reservas de los empresarios
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MONTEVIDEO.- Entusiasmo prudente en la izquierda, asombro y decepción en el oficialismo del presidente Luis Lacalle Pou, e incertidumbre con expectativas contradictorias en los operadores turísticos, inmobiliarios y financieros: así se sintió del lado oriental el impacto del voto argentino del último domingo, que le dio el pase al ballottage al peronista Sergio Massa y al ultraliberal Javier Milei.
En tanto, la sangría de dólares sigue cada día por los puentes o por barco, con uruguayos tentados por el dólar paralelo que abarata hasta el ridículo algunos precios de bienes y servicios gastronómicos y de entretenimiento. Es un goteo que en solo tres meses provocó un desvío de consumo de más de 360 millones de dólares, que se suman a montos parecidos de trimestres anteriores.
Ese monto es muy grande para este chico país: lo que los uruguayos gastaron en Argentina durante julio-setiembre equivale al gasto público en seguridad durante cuatro meses y medio. Con el sector turismo pesimista, la victoria de Massa generó expectativas en los que se dedican a servicios para familias argentinas que buscan refugio de capital o residencia de este lado del Río. “Los que estaban dudando de venir, ahora con peronismo por cuatro años más, se tiran de cabeza”, comentó un agente de negocios rurales que ha vendido muchos campos a inversores argentinos.
En la dirigencia política, la victoria política de Massa desconcertó a todos, y en medio de la sorpresa hubo reacciones diferentes. En la misma noche del domingo y ante los primeros resultados, el senador oficialista Sebastián Da Silva, del Partido Nacional, ironizó sobre la victoria de Massa: “Suenan los teléfonos en Montevideo y Punta del Este. Con este resultado se viene el éxodo”, chicaneó.
La diputada de izquierda Margarita Libschitz (MPP, Frente Amplio) le respondió públicamente: “¡Pero Sebastián! Este resultado es la gente que se está expresando. ¿Quiénes integrarían el éxodo?”. El senador nacionalista no dudó en retrucar: “Y los que no les gusta un presidente que hoy es ministro de Economía (y) que su legado es una argentina con 50% de pobres. un dólar a mil y pico, una inflación del 120%. ¿Te parecen pocas razones?”.
Dirigentes socialistas y del Movimiento de Participación Popular que lidera José “Pepe” Mujica tienen relación de afecto político con el kirchnerismo y rechazo al macrismo, y no ocultan su visión extremadamente crítica de Milei, por lo que el resultado del domingo fue tomado primero con alivio, y luego con satisfacción.
En otras tiendas, dirigentes blancos o colorados -que están aliados en el gobierno de Lacalle Pou- simpatizaron con la opción de cambio de Patricia Bullrich, con la esperanza de un punto final del kirchnerismo, pero terminaron decepcionados.
A un año de las elecciones para elegir al sucesor de Lacalle Pou, los uruguayos se “entrenan” con las votaciones en la Argentina. El senador del MPP Alejandro Sánchez dijo a Radio Universal 970am que “Milei tiene un discurso muy antipolítico y rupturista” y que “Massa es un político muy versátil, tiene algo de audacia” y elogió su “valentía” de asumir “como ministro de Economía cuando la situación estaba muy complicada”.
El diputado Ope Pasquet, del Partido Colorado, dijo por su parte que “los valores cívicos en Argentina no son los mismos que en Uruguay” y que en este país, con “malos resultados económicos” y con “casos de corrupción flagrantes y comprobados”, habría una “reacción” del electorado que “sería adversa”, pero que “en Argentina no sucede así”.
Los empresarios
Entre los empresarios hubo diversas reacciones: “Para Uruguay, Milei es una incertidumbre y Massa una piedra en el zapato”, dijo al diario “El País” el presidente de la Unión de Exportadores, Facundo Márquez. Opinó que a Massa lo ve como que “quiere una Argentina cerrada, proteccionista de su industria”, y que “eso es contrario a la meta de Uruguay de abrirse al mundo”.
En general, a los empresarios no les cayó muy bien la pole position de Massa para el balotaje de noviembre. Los que sí se frotan las manos son agentes que venden inmuebles a los argentinos, que administran propiedades de estos o que manejan portafolios de inversión. “Argentina generará desconfianza e incertidumbre y eso es igual a más negocios en Uruguay”, comentó un asesor de inversiones.
Los orientales tienen su equipo de fútbol, su partido político, sus propios ídolos, pero cuando juega Boca-River o se da algún otro clásico, cuando emerge una polémica mediática porteña, o cuando hay una elección, cada oriental toma partido en esa disputa. Nacidos de un gajo común y desprendidos como fórmula de paz en la guerra argentino-brasileña, los ciudadanos de uno y otro margen del Plata expresan coincidencias y discrepancias como si fueran parte de la misma nación.
Los uruguayos son votadores (siempre sufraga más de 90% de los habilitados) y no dejan pasar elección del exterior sin involucrarse en una preferencia. ¿Massa o Milei? La izquierda disfruta con Massa venciendo a los liberales; la derecha quería a Bullrich en la definición y ahora, unos son indiferentes y otros prefieren lo que sea antes que un triunfo peronista.
Sobrevolando queda la lección de las PASO y la primera vuelta: el que expone su división interna, se expone a la derrota. La puja sangrienta de una interna emite una señal de desconfianza para el electorado: si se pelean entre ellos, no pueden gobernar.
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