El avión ruso que encendió las alarmas de la oposición no pudo cargar combustible en la Argentina y debió volar a Paraguay
Los pasajeros, según los registros de Asunción, eran tres rusos y un argentino; su estadía de 24 horas en El Calafate despertó sospechas y un pedido de información al Gobierno
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EL CALAFATE.- Diez meses después de la tormenta internacional que provocó el arribo a Buenos Aires de un avión venezolano con tripulación iraní, otro avión encendió las alarmas. Ahora fue un avión privado ruso que pasó 24 horas en El Calafate, desde donde debió volar hasta Asunción del Paraguay para repostar combustible. ¿Motivo? Las petroleras que operan en los aeropuertos argentinos se negaron a prestarle el servicio de carga.
La negativa a suministrarle combustible en la Argentina a la aeronave Bombardier, matrícula RA-73550, de la compañía Rus Jet, respondió a las sanciones internacionales que afronta la Federación Rusa tras la invasión de Ucrania, medidas que en determinadas circunstancias se extienden a sus ciudadanos y activos.
La aeronave rusa aterrizó en el aeropuerto internacional de El Calafate “Armando Tola” el sábado a las 17:47 procedente del aeropuerto Sao Pablo-Guarulhos, Brasil. Ya en suelo santacruceño, la tripulación completó los trámites habituales de Aduana y Migraciones, como todos los aviones privados que aterrizan en cualquier aeropuerto argentino sin registrar una escala previa en otro aeropuerto del país.
El recorrido relámpago de la aeronave rusa por territorio argentino derivó en un pedido de informes al Poder Ejecutivo que presentaron los diputados nacionales Hernán Lombardi (PRO) y Ricardo López Murphy (Republicanos Unidos). Requirieron precisiones sobre el vuelo, sus tripulantes, pasajeros, escalas, “así como de sus implicancias y consecuencias”.
En ese sentido, fuentes argentinas y paraguayas consultadas por LA NACION confirmaron que el avión no logró repostar combustible en El Calafate debido a las restricciones que afrontan los aviones con bandera rusa, y se mantuvo estacionado al costado de la pista durante las 24 horas que duró la visita de los pasajeros a la zona del glaciar Perito Moreno.
Según pudo verificar este medio a partir de diversas fuentes aeroportuarias, no hay un instrumento escrito dentro de la normativa aeronaútica argentina que prohíba la carga de combustible a los aviones con matrícula rusa, pero las petroleras que operan en Argentina evitan posibles sanciones que aplica EEUU a las empresas que asistan a aviones de bandera rusa y cuyas acciones cotizan en la bolsa norteamericana.
Vuelo privado
En El Calafate, sin embargo, la llegada de un vuelo privado no generó sorpresa, dado que con cierta frecuencia aterrizan aviones privados con turistas adinerados provenientes de múltiples países que viajan hasta el fin del mundo, solo para conocer el glaciar Perito Moreno y que suelen alojarse en un hotel boutique en las afueras de la ciudad o bien en alguno de los hoteles de cuatro o cinco estrellas con que cuenta la ciudad.
En su viaje, la aeronave debió evitar el espacio europeo, también por las restricciones impuestas a la Federación Rusa, motivo por el que despegó el 21 de abril desde Moscú, el 22 pasó por el aeropuerto marroquí de Casa Blanca, y continuó hacia San Pablo, Brasil, ciudad a la que arribó ese mismo día.
Tras su paso paulista, según consta en registros de vuelo que cotejó LA NACION, la aeronave voló hacia El Calafate sin más escalas. Allí permaneció apenas 24 horas. El domingo 23 partió desde Santa Cruz, a las 18, y aterrizó casi tres horas después en el aeropuerto internacional de Ezeiza.
“En el aeropuerto de El Calafate no ocurrió nada que llamara la atención, en tanto que en Ezeiza los pasajeros descendieron del avión, completaron todos los trámites e ingresaron a Buenos Aire sin problemas”, indicó a LA NACION una fuente argentina que verificó los movimientos del Bombardier durante su paso por el país.
Negativa y homónimo
Si los pasajeros no afrontaron inconvenientes, la aeronave sí los afrontó, según confirmaron fuentes argentinas y paraguayas consultadas. Las petroleras que proveen combustible a los aviones que pasan por Ezeiza se negaron a prestarle su servicio al Bombardier ante la posibilidad de que el gobierno de Estados Unidos les aplique una sanción.
Ante esa situación, y ya sin sus pasajeros, los cuatro tripulantes del Bombardier despegaron hacia Asunción poco más de una hora después de haber aterrizado en Ezeiza. Llegaron al aeropuerto guaraní con la reserva, allí sí pudieron repostar con la asistencia de la firma AG Aeroservices y poco después retornaron a Buenos Aires.
En los formularios que debieron completar en el Aeropuerto Internacional Silvio Pettirosi, el más importante de Paraguay, en tanto, constan quiénes viajaron en ese vuelo, nacionalidades y funciones. Figuran como tripulantes los rusos Elia Sevriukov (piloto), Igor Shatalov (primer oficial) y Yulia Penkina (azafata), y el argentino Federico Pereyra (navegador).
Uno de esos tripulantes también encendió las alarmas de las autoridades aeroportuarias de manera preliminar, aunque luego se descartó. El nombre “Igor Shatalov” figura entre los ciudadanos rusos sancionados por los gobiernos de Canadá y Ucrania por su supuesta labor para el régimen de Vladimir Putin, aunque se trataría de un homónimo que trabaja o trabajó para el gigante Gazprom.
Ya de regreso en territorio argentino, la aeronave aterrizó en Ezeiza, donde dejó a un miembro de la tripulación, que sería Pereyra, según reconstruyó LA NACION, en tanto que abordaron sus pasajeros, a los que se sumó uno más. Su identidad no trascendió, como tampoco su nacionalidad. Poco después, el Bombardier partió rumbo a San Pablo, Brasil. Desde allí habría partido hacia Río de Janeiro, su último destino conocido.
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