El avance del recorte preocupa a los ministros y gobernadores afectados
Oscilan entre la comprensión y el nerviosismo, pero sienten que no hay contención del Gobierno frente al ajuste; los planes de Massa para las próximas semanas
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Néstor Kirchner presumía de llevar los números de la caja como un almacenero. Al cerrar cada día llamaba a Roberto Lavagna y anotaba en un cuaderno todo lo que entraba y salía. Sergio Massa copió el hábito. Cuaderno en mano, uno más moderno gris y con tapa de cuero, cierra cada jornada con los detalles de los números que repasa con su mesa chica, esa que conforman su vice Gabriel Rubinstein, Raúl Rigo (Hacienda), Leonardo Madcur (FMI), Lisandro Cleri (Banco Central) y Guillermo Michel (Aduanas).
La obsesión es juntar plata. Cerrar el grifo que representa el déficit fiscal. Por eso a cada interlocutor que se sienta en su despacho le dice lo mismo. “No hay plata” se transformó en una de las frases de cabecera del ministro de Economía.
Mientras avanza con el recorte del gasto del Estado –ya lo hizo en Salud y Educación–, decisión que genera tensión dentro del gabinete nacional, pero que también miran de reojo los gobernadores, Massa ajusta los detalles para la “oferta final” al campo.
Con elevadas expectativas, el titular del Palacio de Hacienda aspira a cerrar un acuerdo esta semana, lo que representaría el ingreso de entre 4000 y 5000 millones de dólares a las reservas. ¿Qué está dispuesto a dar el gobierno nacional? “Lo que necesiten para exportar”, lanzó uno de los hombres de confianza del tigrense. Todos tienen la mirada sobre las cerealeras.
En el Gobierno admiten que el dólar soja, medida que creó la exministra Silvina Batakis, no funcionó y que los anuncios llegarán en los próximos días, con el objetivo de comenzar septiembre con el nuevo esquema. Se basan sobre el listado que presentaron las entidades agrarias. Hoy, el productor con el 70% del valor de lo que vende puede hacer un plazo fijo para tratar de cubrirse contra una devaluación y con el 30% restante, recurrir a la compra de dólar solidario. “Se va a levantar el dólar que reciben y se bajará el porcentaje para bancarizar. Tenemos que arrancar el 1° con un panorama más claro”, anticiparon fuentes oficiales.
El número final, sin embargo, se mantiene bajo secreto absoluto. Fue parte del pacto al que arribaron Massa y la Mesa de Enlace durante la negociación, que llevan adelante el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, y el director de Aduanas, Guillermo Michel, uno de los principales referentes del equipo económico del ministro.
Massa corre contra reloj. Necesita llevar a los Estados Unidos –su primera gira internacional, que comenzará el 6 de septiembre– resultados del plan con el que desembarcó en el Palacio de Hacienda. Hacer crecer el número de las reservas es fundamental en ese recorrido. El otro es mostrar un sendero, que comenzó el proceso para llegar al 2,5 de déficit fiscal que se plasmó en el acuerdo con el FMI.
A eso se suman medidas que ya puso en marcha, como el congelamiento de las contrataciones de personal en el sector público, que se oficializó el último jueves en el Boletín Oficial y el aviso que ya cursó Massa a los 17 ministerios de que no habrá partidas adicionales para nadie. Se gasta lo que está en el presupuesto 2022. Un ajuste de facto por la elevada inflación.
El kirchnerismo duro acompaña los recortes sin protestas –esta semana hasta los justificó Andrés Larroque, uno de los líderes de La Cámpora, que actuó como punta de lanza para fustigar al Presidente y el exministro Martín Guzmán–, y el resto de los ministros miran de costado sin presentar quejas públicas. Pero puertas adentro hay nerviosismo y poca contención.
En la misma línea se encuentran los gobernadores, aunque con un panorama diferente. Es que prácticamente no hay mandatarios provinciales con problemas de caja. Eso sí, la gran mayoría de los gobernadores del PJ, sobre todo los del norte, ametrallan con llamados y mensajes al teléfono del jefe de Gabinete, Juan Manzur, para consultar por los efectos que podría tener el tijeretazo de Massa sobre sus territorios. Por ahora, se mantiene la promesa de que todas las obras en marcha finalizarán en los tiempos acordados. En eso también gasta parte de su tiempo el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis.
Entre los mandatarios provinciales hay movimientos marcados por la prudencia del paso a paso. Dan su apoyo, pero se mantienen alertas y siguen con interés –esperan resultados visibles– la lucha contra la inflación. Al tiempo que fijan su mirada en lo que pasará a mediados de septiembre, cuando se arranque con la discusión del presupuesto del próximo año.
Mientras tanto, entre los otros focos de tensión por las decisiones económicas que se siguen con atención desde el Gobierno están también los gremios, con su pulseada por un posible bono, y los sindicatos vinculados a Educación, como la UDA, que consideró “un verdadero tijeretazo en la inversión educativa” y se declaró en estado de alerta. En tanto, la Ctera repudió “enérgicamente los recortes en educación anunciados por el ministro de Economía de la Nación, Sergio Massa”.
En un escenario de reclamo menos moderados está otro de los focos de preocupación interna: el de la auditoría sobre los planes sociales, con los movimientos en pie de guerra. Lo que se tensa aún más ante el foco en el profundo recorte que se debe dar para llevar adelante el plan del Poder Ejecutivo.
Massa, en tanto, festejó que, en una semana atravesada por los conflictos políticos, principalmente por la decisión del fiscal Diego Luciani de pedir una condena de 12 años de prisión para la expresidenta, lo que generó un efecto político inmediato y movilizó al peronismo, por primera vez una crisis de este tipo no desembocó en una desestabilización de la economía.
Desde su equipo se esforzaron en comunicar que la Bolsa y los ADR –las acciones nacionales que cotizan en Nueva York– “subieron con fuerza y el riesgo país tocó mínimos en dos meses”. Además, el dólar blue cayó $4 en dos días y la brecha con el oficial retrocedió al 113 por ciento.
Ahora, Massa busca fortalecer las reservas del Banco Central sin tocar el dólar oficial; es decir, sin devaluar. Esa fue una de las pocas indicaciones que le bajó Cristina Kirchner. Massa comparte ese diagnóstico. Una devaluación podría sumar mayor inestabilidad social.