El ausentismo y el voto en blanco, dos factores que gravitarán en la segunda vuelta
La mayor participación beneficiaría a Javier Milei; contra todos los pronósticos, los encuestadores prevén que poca gente opte por dejar vacío su sobre; una menor concurrencia podría favorecer a Sergio Massa
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El ausentismo y el voto en blanco se convertirán en el elemento sorpresa en la segunda vuelta electoral y pueden ser claves en la definición del próximo presidente de la Argentina.
La participación a lo largo de este proceso electoral 2023 se fue incrementando con el correr de los comicios. En las PASO del 13 de agosto hubo un récord histórico de ausentismo. Fue la participación más baja para una primaria presidencial desde que se establecieron, en la votación de 2011. Solo acudió a las urnas el 69% de los ciudadanos habilitados, según datos oficiales de la Cámara Nacional Electoral (CNE). Fueron 10.474.831 las personas que no sufragaron.
Históricamente, entre las PASO y la elección presidencial, la participación aumenta en un 5 % y esto se verificó con crecés en las elecciones de la primera vuelta del 22 de octubre cuando sufragó el77,6% del padrón. La participación creció un 7,6% entre las primarias abiertas y las elecciones generales.
Ahora los encuestadores, prevén que la participación electoral rondará el 75% y se arriesgan a más. Pronostican que, a mayor participación electoral, tendría más chances de ganar Javier Milei. Y, a menor participación, Sergio Massa aparecería con más ventaja.
Basan este razonamiento en que en los distritos en los que domina un candidato libertario, si se supera la barrera del 80 % en la concurrencia, puede favorecer a Milei, en tanto que si vota menos gente, sería Massa el favorecido. Explican que el candidato de Unión por la Patria parte de una base mayor, ya que fue quien se impuso en la primera vuelta.
Estas especulaciones alimentaron las denuncias de la oposición, a raíz de la decisión del gobierno de Albertob Fernández de mantener en pie el feriado del lunes y el fin de semana largo, a pesar de los pedidos de la Cámara Nacional Electoral para moverlo. Hay una ley que establece los días feriados en el año.
Votaciones récord
La máxima participación electoral se registró en las elecciones de 1983 y de 1989, luego del regreso de la democracia, con una presencia superior al 85% del padrón. En los años 90 los porcentajes bajaron, pero hasta el 82 por ciento. Luego de la crisis de 2001, el porcentaje perforó el piso del 80 por ciento.
Pero la última elección comparable con esta son las presidenciales de 2019, cuando acudió a las urnas el 80,42% de los votantes.
Párrafo aparte merece el voto en blanco, mucho más elaborado y con un elector mucho más difícil de persuadir que a uno que no fue a votar.
En el balotaje, instancia en la que se trata de elegir entre dos candidatos, hay un sector del electorado que puede no estar convencido por ninguna de las dos listas. No obstante, puede ser que ese elector vote de todos modos, para evitar que gane el candidato que le genera mayores resistencias.
La alianza de las fuerzas de La Libertad Avanza con un sector de Juntos por el Cambio promueven que el elector se juegue por Milei y no vote en blanco. Pero los radicales, un ala de la alianza electoral de Cambiemos, antes de su ruptura, llamó a la neutralidad.
Voto en blanco e impugnado
En el medio quedaron los votantes que prefieren elegir a alguien con quien no están de acuerdo, con tal de que no gane el oponente. Y los que van a impugnar su voto o colocar el sobre vacío en la urna como un mensaje de disconformidad con las dos opciones que plantea el balotaje.
También en la elección del 22 de octubre bajó el voto en blanco con respecto a las PASO. El 13 de agosto hubo 1.356.480 votos en blanco, que representan el 5,51%. Y 309.807 votos nulos (1,24%). En esa primera vuelta hubo 540.163 sufragios en blanco (solo un 2,02 %); 290.977 votos nulos (0,82 %) y 28.962 votos recurridos (0,10%).
Para las elecciones presidenciales, los votos en blanco se computan de manera diferente a la de las PASO, ya que es una manifestación de que el elector no quiere elegir a nadie. En los comicios generales, los votos se contabilizan sobre los sufragios afirmativos, es decir, los que eligen a una boleta de candidatos. Por lo que, para calcular los porcentajes, solo se cuentan los afirmativos y se excluyen los votos en blanco para las categorías presidente y vicepresidente.
Esta vez los encuestadores prevén que el voto en blanco se va a ubicar en el orden del 1,5% al 2%, contra todos los pronósticos, ya que pareciera -según sus observaciones- que aún a aquellos a los que no les conforma ningún candidato, van a elegir una boleta.
El balotaje es un mecanismo que se estableció en los comicios de 1995, tras la reforma de la Constitución de 1994. Se aplica cuando en la primera vuelta nadie llega al 45% o si el primer candidato obtiene entre el 40% y el 45% y la diferencia con la segunda fuerza es menor a 10 puntos.
La única vez que se aplicó en la Argentina fue en la elección de 2015, ya que en la contienda entre Néstor Kirchner y Carlos Menem, el riojano ganó la primera vuelta por 24,45% de los votos, contra 22,25 de Kirchner, pero se bajó de la segunda vuelta. Por eso asumió la presidencia Néstor Kirchner.
En el balotaje de 2015, donde compitieron Mauricio Macri por Cambiemos, y Daniel Scioli, por el Frente para la Victoria, Macri se impuso con el 51,4% contra el 48,6% de los votos.
En esa ocasión la participación en el balotaje fue del 80.77 %, con un 0.3 % por ciento menos que en la primera vuelta. Los votos en blanco llegaron al 1,18 por ciento y los votos nulos al 1,28 por ciento,
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