El atentado a la AMIA, un cuarto de siglo sin justicia
La Argentina tiene una deuda enorme con las 85 víctimas fatales del atentado a la AMIA . También con sus familiares y con los sobrevivientes. En definitiva, con toda la sociedad. Es que han pasado 25 años de aquel horror y seguimos reclamando que los responsables rindan cuentas ante la Justicia .
Esa impunidad que lastima la memoria de los que murieron y hiere el recuerdo de sus familiares se saldará cuando seamos capaces de alcanzar con todo el peso de la ley a los que ejecutaron el ataque, a los que brindaron la logística para realizarlo, a los que tomaron la decisión de perpetrarlo y a los que lo financiaron.
Hoy estamos en Ginebra, Suiza, para rendir homenaje a las víctimas en un ámbito de derechos humanos, en el marco de una serie de ceremonias similares en distintas embajadas en diferentes puntos del mundo y en las Naciones Unidas organizadas por el Estado argentino en conjunto con el Congreso Judío Latinoamericano y el Congreso Judío Mundial.
Es la primera vez que nuestro país decide traer su voz y su reclamo a un escenario de este perfil. Y es así por una orden del presidente Mauricio Macri, que reafirma su coherencia y compromiso con esta causa, en la que ha exigido en reiteradas ocasiones que la República Islámica de Irán colabore para que sus ciudadanos sobre los que siguen vigentes alertas rojas de Interpol comparezcan ante la Justicia argentina.
La coherencia del Gobierno no es una casualidad. Aun en la arena de la oposición, nos opusimos al memorándum con Irán que impulsó el kirchnerismo. Aquel pacto de impunidad fue declarado inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia de la Nación y solo fue vector de dolor y desasosiego para todos, puesto que se proponía garantizar el silencio y el encubrimiento de los asesinos.
En ese sentido, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación tomó la decisión de que la Unidad AMIA dependa del programa Memoria, Verdad y Justicia de la Secretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación para coordinarla en el mismo espacio que todos los expedientes ligados a delitos de lesa humanidad. Y cumplió a su vez con el pago de las reparaciones que correspondían y no se habían abonado.
Esta es también una buena oportunidad para evocar al fiscal Alberto Nisman, cuya muerte, que sigue impune, está ligada al atentado, y no debemos descansar hasta que también en este caso la luz de la Justicia se imponga ante tanta oscuridad. Desde diciembre de 2015, hemos sabido construir una relación diferente con esa tragedia. Después de muchos años de falta de respuestas, ausencias y olvidos, hemos anidado un vínculo de respeto con los familiares de las víctimas. Lo hemos hecho sin pedir nada a cambio, sin agitar antagonismos, solo motivados por un espíritu de reparación.
Trazamos un camino sustentado en la memoria, cuyo ejercicio es fundamental para tener presente lo que pasó y luchar con todas nuestras energías para que nunca más se repita. Es el mejor homenaje que les podemos hacer a los que perdieron la vida absurdamente aquel 18 de julio de 1994.
El terrorismo atenta transversalmente contra los derechos humanos. No podemos dejar de denunciarlo ni bajar los brazos. Tenemos que comprometernos con la vida y la verdad. Debemos decirles todos juntos Nunca Más a la barbarie y a la muerte.
Secretario de Derechos Humanos de la Nación
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