El asesinato de Echegoyen y la justicia predeterminada
El 29 de abril de 1976, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) secuestró al vicecomodoro Roberto Echegoyen, a quien mantuvo cautivo en una finca en San Andrés, partido bonaerense de San Martín. En 2013, Carlos S. Beraza, miembro del ERP, declaró que había comprado, en 1974, esa propiedad, ubicada en Ecuador 170, para instalar una imprenta clandestina del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) -órgano político del ERP-, desde la cual se imprimieron sus revistas: Estrella Roja y El Combatiente y relató, además, que Pablo Pavich (alias "Niño Pascual" o "Andresito"), teniente del ERP y miembro del Comité Central del PRT, le dio instrucciones de recibir en ella a un prisione-ro: Echegoyen.
La madrugada del 10 de julio de 1976, el entonces teniente coronel Alberto Schollaert, jefe del Regimiento de Infantería 6 de Mercedes (RI6) recibe la orden de acudir con su unidad hacia la referida finca. Cuando la columna del RI6 intenta cercar el predio, la mayoría de los guerrilleros logra huir, pero antes asesinan de un tiro en la cabeza al prisione-ro Echegoyen, encadenado en uno de los subsuelos. Pesaba solo 42 kilos. Jorge Emilio Arancibia, presunto verdugo del vicecomodoro, cayó abatido por las ráfagas de la ametralladora MAG de un conscripto durante el intento de fuga.
Transcurridas más de tres décadas, un ex soldado de aquel RI6 recorrió los domicilios de sus ex compañeros de "colimba" para buscar nuevos testigos para una causa judicial por delitos de lesa humanidad (DLH) que se tramita en el juzgado del doctor Daniel Rafecas, secretaría de la doctora Albertina Carón. Por el testimonio del ex soldado y de otros dos ex conscriptos, en junio de 2017, Rafecas detuvo, procesó y dictó la prisión preventiva de muchos de los entonces jóvenes oficiales y un suboficial que integraron ese regimiento. Así, quienes intentaron rescatar a un cautivo, hace 40 años, fueron acusados por homicidios, privaciones ilegales de la libertad y tormentos.
Según los abogados de la defensa y otros testigos, los tres ex soldados incurrieron, en sus testimonios, en contradicciones y relatos inverosímiles, pese a lo cual Rafecas y su secretaria de DDHH ordenaron la detención inclusive de dos ex oficiales que nunca participaron del operativo.
Pero lo más notorio del caso gira en torno del testimonio de una hija de una de las presuntas víctimas: esta testigo, como su hermano, son hijos de una sargento del ERP desaparecida en junio de 1976. El varón tenía entonces cuatro años y oportunamente afirmó que no podría reconocer a ninguno de los que participaron del secuestro de su madre. La niña, de ocho años en 1976, convertida cuarenta años después en testigo de la causa, aseguró, el 18 de junio de 2013, en el juzgado de Rafecas, que jamás olvidaría al jefe de esa "patota" que entró en su casa de Haedo y lo describió como un hombre de pelo ondulado hasta los hombros, medio rubio, de tez blanca, bigote finito, muy grandote y de unos cuarenta años.
Años después, en 2017, Rafecas cita a la misma testigo a ampliar su testimonio y ella jura no haber vuelto a ver, sea en forma personal o a través de fotos, a quien secuestró a su madre, ni tampoco haber visto imágenes de las personas recientemente detenidas, ni conocer la identidad de los responsables de la desaparición de su progenitora. Durante su nuevo testimonio a esta testigo le muestran un álbum de fotos de los miembros del RI6 en 1976 y ella señala tres, reconociéndolas como las del jefe del operativo del que fue víctima su madre. Lo llamativo es que el fotografiado no coincide en nada con su descripción de 2013, pues se trataba de un joven de unos veinte años, sin bigotes, con pelo corto castaño oscuro y delgado. Eran las fotos del entonces subteniente Martín Sanchez Zinny.
A partir de estas manifestaciones se responsabilizó a Sánchez Zinny, el oficial más joven del Ejército Argentino en julio de 1976, como supuesto jefe de un "grupo de tareas e inteligencia" y se extendió la hipótesis de la responsabilidad de los acusados del RI6 en otros 36 episodios de supuestos delitos de lesa humanidad ocurridos en diversos puntos del país, alejados por cientos o miles de kilómetros de la unidad de Mercedes.
Sánchez Zinny presentó, en la causa, un video en el que el hijo varón de la desaparecida ya lo había señalado como el secuestrador de su madre, en el programa de televisión "Intra-tables", dos años y medio antes del reconocimiento fotográfico que hizo su hermana en tribunales. Este acusado pidió la admisión de esta prueba y la nulidad de todo lo actuado en la causa.
¿Cómo es que su hermana, en el reconocimiento de 2017 había declarado que no conocía la identidad de Sánchez Zinny ni lo había visto jamás ni en fotos, si su hermano lo había acusado de ser el autor del secuestro en enero de 2015, a pesar de que él mismo había afirmado antes que no podría reconocerlo dado su corta edad cuando su madre fue desaparecida?
Adicionalmente, en una nota de la misma testigo en la revista Noticias, publicada el 25 de noviembre de 2017, ella dijo: "…cuando yo voy a hacer el reconocimiento, Sánchez Zinny estaba detenido y por eso también fui tan tranquila". Para la defensa queda claro que al momento del reconocimiento fotográfico la testigo tenía predeterminado a quién debía identificar como supuesto responsable de la desaparición de su madre.
Ahora, un nuevo tribunal en un juicio oral debe resolver la situación de los oficiales y suboficiales del Regimiento de Mercedes detenidos. Es de esperar que lo haga sin arbitrariedad.
En Roma, durante el Congreso "Derechos Sociales y Doctrina Franciscana" convocado por el Vaticano y en el que el papa Francisco habló críticamente del "lawfare" o "guerra jurídica", el ex integrante de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, doctor Eugenio Zaffaroni, afirmó en su disertación: "…Cada sentencia es una acto político. El derecho es lucha, y tenemos que ser partisanos y políticos. Cada sentencia nuestra es un acto políti-co. Porque es un acto de gobierno de la polis. Mentira que podemos ser neutrales, mentira que podemos ser imparciales; imparciales individualmente no podemos ser…No podemos ser apartidarios ni aideológicos, porque no hay ningún ser humano que sea así, y si lo hay, es un ser patológico, no es un juez. Asumamos nuestra responsabilidad, tengamos conciencia de lo que debemos hacer y sigamos luchando"
¿Será justicia?
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