El arzobispo García Cuerva afirmó que “la Argentina sangra y necesita sanar heridas”
Al encabezar el traslado de la sede primada de la Iglesia de nuestro país a Santiago del Estero, advirtió sobre “los tapones ideológicos y los tapones del relato”
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Con la misión de salir hacia las fronteras y mirar la realidad “desde las periferias”, el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió en Santiago del Estero el traslado de la sede primada de la Iglesia argentina a la “madre de ciudades”, dispuesta por el papa Francisco, a modo de “reparación histórica”.
Acompañado por unos 40 obispos, entre ellos el anfitrión, monseñor Vicemte Bokalic, que pasará a ser arzobispo en la diócesis que conduce desde 2013, y el nuncio apostólico, monseñor Miroslaw Adamczyk, quien leyó la bula papal, García Cuerva habló sobre la “necesidad de sanar heridas”, en referencia a las grietas y enfrentamientos que dominan la escena política nacional. Participaron de la celebración, entre otros, el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, y el obispo auxiliar y administrador de La Plata, monseñor Alberto Bochatey, secretario general del Episcopado.
En un contexto marcado por “prejuicios e intolerancias, rencores y egoísmos, miedos y enfrentamientos”, el arzobispo porteño habló también de los “tapones ideológicos” y “tapones del relato”.
“Así como existen los tapones de cera, que para sacarlos la cultura popular recomienda el uso de cucuruchos de papel, también podemos tener tapones ideológicos, que nos hacen intolerantes; tapones de soberbia intelectual que nos hacen dueños de la verdad que opinan de todos los temas; tapones del relato, porque nos construimos nuestra propia realidad dando respuestas a preguntas que nadie se hace”, describió García Cuerva en su homilía.
Tras cuestionar el hábito de “decir palabras que a nadie le interesa escuchar, ni le sirven”, se refirió a “los tapones del siempre se hizo así, apagando la creatividad de lo nuevo; los tapones de la nostalgia, creyendo que todo tiempo pasado fue mejor”.
En su mensaje, García Cuerva citó la letra de la “Chacarera para mi vuelta”, de los compositores Federico Ferreyra y Onofre Paz, para graficar el retorno de la sede primada de la Iglesia argentina a sus orígenes. “Aquí está la Primada en la ciudad, madre de ciudades; en la Iglesia diocesana, madre de diócesis. Porque esta es una reparación histórica y eclesiástica para nuestra patria. Es dar este título de honor a la primera diócesis en territorio argentino, la diócesis del Tucumán, erigida en estas tierras santiagueñas en 1570″, explicó.
“Hoy hacemos el camino de vuelta, pero lo queremos recorrer como ella: descalzos y con el crucifijo. Descalzos de prejuicios y de intolerancias, descalzos de rencores y egoísmos, descalzos de miedos y enfrentamientos, descalzos y caminando con respeto y con cuidado porque entramos en tierra sagrada, en esta tierra fecunda que parió la patria. Y con un crucifijo, porque como Mama Antula, queremos renovarnos en el anuncio del amor de Dios a todos los hombres y mujeres”.
“Curanos, Señor –prosiguió-, de la sordera que no nos deja escuchar el grito silencioso de los adolescentes y jóvenes esclavizados por la droga, víctimas del narcotráfico, ese gran negocio de los mercaderes de la muerte”.
También pidió escuchar “el clamor de los enfermos y los abuelos que están solos, y que no les alcanza para sus remedios” y el dolor de las lágrimas de los hermanos migrantes alejados de su tierra y sus afectos; que también podamos escuchar a tantos niños que en sus ojos tristes denuncian silenciosamente hambre y maltrato”.
Frente al diagnóstico de “tanto dolor y sufrimiento que clama al cielo”, el arzobispo García Cuerva dijo que “la Argentina nos duele hace años, la Argentina sangra y necesitamos sanar heridas. Por favor, Señor, danos otra oportunidad”.
A su turno, el obispo Bokalic expresó que la decisión del Santo Padre refleja que la Iglesia “siente permanentemente el llamado de salir hacia las fronteras, mirando la realidad no desde los centros sino desde las periferias”.
La decisión de Francisco
En la bula firmada por Francisco, leída en la misa por el nuncio Adamczyk, se recuerda que elpapa Pio V erigió en 1570 la primera sede episcopal del territorio que hoy constituye la República Argentina en la ciudad de Santiago del Estero.
Basado en ese antecedente, el Papa dispuso que “la diócesis de Santiago del Estero sea elevada al grado y dignidad de sede arzobispal, permaneciendo sufragánea de la sede metropolitana de Tucumán”. Y ordenó promover al obispo local, monseñor Bokalic, a la dignidad de arzobispo y “transferir el título de primada de la Argentina desde la sede metropolitana de Buenos Aires a la sede arzobispal de Santiago del Estero”.
Más allá del significado simbólico, Francisco le quiso dar a la decisión un sentido pastoral, al resaltar el carácter de “reparación histórica”, que se identifica con la prioridad de su pontificado de “ir a las periferias”.
Buenos Aires llevaba el título de “arquidiócesis primada” desde 1936, cuando la sede eclesiástica se convirtió en arquidiócesis y su titular, el obispo Santiago Luis Copello, se convirtió en el primer cardenal de la Argentina. Era en ese momento la única sede arzobispal en el país y, curiosamente, fue en el año en que nació Jorge Bergoglio, luego papa Francisco. Ni Madrid ni París ostentan el título de sede primada, que en España y en Francia les corresponde a las diócesis de Toledo y Lyon. Incluso, en 2021, el propio Francisco dispuso el traslado de la sede primada de Bolivia, desde La Paz a la catedral metropolitana de Sucre.
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