El (anti)progresismo kirchnerista
Gabriel Boric termina dejando en falta el autoatribuido progresismo kirchnerista
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Al entusiasmo que despertó la figura de Alberto Fernández y a su pretendida moderación en buena parte del kirchnerismo, y no solo en el kirchnerismo, allá por 2019 y en el inicio de su gestión y que a mitad de 2020 ya se había convertido en decepción, les siguió otro fervor dentro de las filas kirchneristas. La nueva exaltación oficialista gira en torno a la figura del presidente electo de Chile, que asumirá este viernes, Gabriel Boric, y su posicionamiento social de corte progresista.
Lo que la moderación de Fernández, tan falaz y fallida como ineficaz, prometió y no le dio al kirchnerismo –esto es: gobernabilidad, ampliación de su base de apoyo, garantía de triunfos electorales sostenidos y un sendero de progresismo social ejemplar, con feminismo, política de género y tolerancia ideológica, todo eso implementado desde el poder– ahora lo busca en la moderación con la que Boric se instala en el centro de la escena en Chile. Hacia allí vuela Fernández este viernes, cuando se tomará un avión para aterrizar en el Chile de Boric como si fuera la última escala de un viaje significativo de alianzas que empezó por Rusia 11 días antes de que Putin invadiera con violencia a Ucrania; siguió por la China cada vez más nacionalista y totalitaria de Xi Jinping, para tocar ahora el territorio de una coalición que fue considerada de “extrema izquierda” en 2021, durante la campaña electoral chilena, y que el kirchnerismo creyó embanderada detrás de las tergiversaciones del “progresismo populista o populismo progresista”, como denomina Claudia Hilb al kirchnerismo. Nada más equivocado. No hay identidades posibles entre el progresismo chileno y el kirchnerismo argentino. El punto a destacar es este: el nuevo fervor kirchnerista está sostenido en una ilusión óptica.
Boric hoy es pura promesa. Hay varios desafíos que presenta su gestión presidencial y que empiezan a analizarse desde Chile. Por un lado, porque la Constitución que finalmente sea aprobada y confirmada en un plebiscito puede estar más corrida a la izquierda de lo que hace prever la moderación actual de Boric. Por otro lado, porque las reformas que quiere implementar apuntan a un núcleo central de la mejora de los indicadores chilenos en pobreza, el sistema de pensiones, puede acarrear efectos colaterales en el equilibrio macroeconómico que pongan en riesgo los logros sociales conquistados.
No se sabe todavía si Boric va a ser un Lula capaz de irrumpir en el mapa político moviéndose con inteligencia política, trazando puentes con sus adversarios, para generar equidad y, al mismo tiempo, desarrollo. O va a ser un Alberto Fernández, la promesa fallida de la moderación y la certeza de un rumbo incierto en las esferas centrales de la vida social, desde la economía hasta la política internacional, pasando por los sueños cotidianos de la ciudadanía.
Pero lo interesante es pensar “lo kirchnerista” tal como se actualiza hoy después de haber creído que la crisis con protesta social de 2019 en Chile llegaba para darle la razón y que apenas dos años después se presenta como lo contrario: una refutación del núcleo duro de “lo kirchnerista”. En lugar de la ruptura con el “modelo neoliberal chileno” con el que insiste el kirchnerismo, y que denosta, una continuidad reformista con mejoras en equidad y sostenimiento en lo fiscal. A eso se le suma ahora, el espejo invertido que resulta Chile en su posicionamiento con relación a la invasión rusa a Ucrania, con la condena decidida de Boric a Rusia. Ya había trazado un límite que dejó offside al kirchnerismo, tanto al de Alberto Fernández, el moderado, como al de Cristina Kirchner, cuando condenó abiertamente a Venezuela y Nicaragua. “En nuestro gobierno el compromiso con la democracia y los derechos humanos será total, sin respaldos de ningún tipo a dictaduras y autocracias, moleste a quien moleste. Nicaragua necesita democracia, no elecciones fraudulentas ni persecución a opositores”, dijo Boric, terminante. “Venezuela es una experiencia que ha fracasado y la principal demostración son los 6 millones de venezolanos en diáspora”, sostuvo con relación al régimen de Maduro.
Respecto de Rusia, desde el primer día condenó abiertamente la invasión rusa y tres días después volvió a hacerlo: “Mandamos nuestra solidaridad al pueblo de Ucrania, que enfrenta una guerra de agresión inaceptable por parte de Putin”.
Sin embargo, la convocatoria de Boric al consenso, su retórica de izquierda, la presencia de mujeres en su gabinete, que supera incluso los estándares de la paridad, y su sensibilidad en temas de medio ambiente y género sigue ilusionando a las filas kirchneristas con una reivindicación de sus discursos justo cuando los Fernández parecen haberse alejado de todos esos trenes.
“Felicitaciones, compañera Camila Vallejo. Mucha ilusión de trabajar a la par para profundizar los lazos entre nuestros pueblos y construir una Latinoamérica justa y feminista”. Así tuiteó la portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerruti. Fue el 21 de enero cuando se conoció el gabinete que acompañará a Boric en su gestión. Vallejo Dowling, histórica militante de la Juventud Comunista chilena, hasta ahora diputada, será la secretaria de Gobierno a partir del viernes. Vallejo fue compañera de lucha de Boric en las protestas estudiantiles de 2011, cuando era la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.
Felicitaciones compañera @camila_vallejo
— Gabriela Cerruti (@gabicerru) January 21, 2022
Mucha ilusión de trabajar a la par para profundizar los lazos entre nuestros pueblos y construir una latinoamérica justa y feminista. https://t.co/m3uBBA0E3y
El tuit de Cerruti sintetiza bien la ilusión óptica con la que el kirchnerismo cree estar integrado en un universo progresista de espesura moral superior, donde el feminismo y la política de género tienen un lugar central. La ilusión es una ilusión óptica. Boric termina dejando en falta el autoatribuido progresismo kirchnerista.
Un dato revelador de esa suerte de hermandad progresista que el oficialismo kirchnerista cree estar viviendo con la irrupción de Boric en la escena nacional chilena es la gestualidad desplegada en el viaje presidencial del viernes. Fernández, que en más de dos años de gobierno no logró cumplir con la paridad de género en organismos del Poder Ejecutivo, empezando por su gabinete, que en cada renovación incluyó más hombres, viaja a Santiago con una delegación con mayoría de mujeres: Carla Vizzotti, Elizabeth Gómez Alcorta, Estela de Carlotto, Buscarita Roa, Dora Barrancos, además de Cerruti. La política de género llevada a su mínima escala, un viaje presidencial de menos de 24 hs.
La misma biografía de Boric, desde su militancia estudiantil jugada a pleno en las calles de Santiago en la lucha por la educación pública hasta el reconocimiento de la fluidez de género cuando ya era una figura pública, le marca la cancha a la gestualidad vacía del oficialismo kirchnerista. Hay algo interesante en ese punto: no hay una retórica desmedida en torno a esa cuestión ni un uso político de sus vivencias personales. De hecho, el tema no fue central en la campaña electoral. Sí la política de género que imagina, pero no el uso político de su biografía.
Fue en 2017, cuando era impensable que Boric llegara a presidente, en una entrevista en el ciclo El Giornalista, conducido por el descontracturado Roka Valbuena, donde Boric, sin estridencias y casi con timidez, hizo pública la curiosidad que lo movió a explorar su sexualidad con una persona de su propio género. “¿Es verdad que te decían Gaybriel en el colegio? ¿Tenías alguna tendencia? ¿Tú exploraste con un hombre alguna vez?”, planteó el conductor. “O sea, no es que haya explorado. Estoy convencido, muy seguro de mi heterosexualidad, pero en algún momento tuve la curiosidad”, contestó Boric, para agregar: “Agarré con un compañero más de una vez”, en respuesta a si había besado alguna vez a un hombre. “Era parte de la exploración adolescente, y ojalá todos tengan la oportunidad de hacerlo y que no sea un tabú. Todavía, pero en ese tiempo más aún, cualquier tipo de exploración por fuera de los cánones de lo normal era profundamente condenado. Entonces una manera de condenarlo es a través del humor. Tenía un gran compañero con el que exploramos y claramente eso era muy mal visto. No hubo sexo anal ni desnudos. Todo fue agarrándonos nomá”, declaró.
Su derrotero político de militante de base que llega joven, con logros y sin imputaciones, instala también un contraste rotundo con los modos políticos y con la construcción política de los Fernández, cargados de un pasado discutible y discutido. Eso en cuanto a lo personal. En cuanto a sus políticas, también resultan opacas y construyen una identidad que se sigue distanciando de los ideales de las democracias liberales.
La Argentina kirchnerista sigue atrapada en el aislamiento sin contacto estrecho con los países más interesantes de la región.
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