El ala pro-rusa del Gobierno se mantiene en silencio y expone la división interna del oficialismo
Cristina Kirchner, Kicillof y La Cámpora no condenaron la invasión a Ucrania ordenada por Vladimir Putin; Alberto Fernández hace equilibrio entre ellos y otro sector más afín a EE.UU.
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“Es una decisión política adherir al multilateralismo o como decimos nosotros los perucas, a la tercera posición. Eso no es tener una postura ambivalente sino ser firmes por el medio. Estamos a la derecha de la izquierda y a la izquierda de la derecha”. La frase pertenece a un funcionario que conoce al detalle la Cancillería argentina e intenta explicar cómo se mueve el Gobierno en un escenario internacional desestabilizado por la invasión rusa a Ucrania.
La definición proviene del manual clásico del peronismo, pero en rigor la actual coalición de gobierno no tiene una postura unificada sobre la política exterior. Si Cristina Kirchner aparece más cercana a Rusia, China y los países latinoamericanos en los que esas potencias tienen una marcada influencia, Sergio Massa es más afín al ecosistema en el que predomina Estados Unidos. Alberto Fernández navega en medio de esas aguas turbulentas y busca transmitir una posición humanista, en la línea del Papa Francisco.
Aunque, según admitieron fuentes diplomáticas, fue el propio Presidente quien ordenó a la Cancillería que armara de urgencia la gira por Rusia, China y Barbados, justo cuando el país requería del visto bueno de Washington para avanzar en un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Antes, Fernández había intentado –sin éxito– una reunión bilateral con el mandatario norteamericano Joe Biden. Algunos interpretaron que la escala en Moscú fue una respuesta a ese desaire: “A los amigos hay que recordarles que tenemos otros amigos”, se ironizó entonces desde el Palacio San Martín.
Pero lo cierto es que esa visita al premier ruso Vladimir Putin en el palacio del Kremlin tuvo trascendencia porque Fernández dijo que la Argentina debería cortar la dependencia con Estados Unidos y el FMI. Alumbró, entonces, la tesis de que el Presidente le había hablado a Cristina desde Moscú, para congraciarse con ella. Aunque otras fuentes interpretaron que, lisa y llanamente, cometió un error de magnitud.
Las especulaciones terminaron en un hecho incontrastable: Fernández le dio la mano a Putin solo tres semanas antes de que el líder ruso decidiera la invasión a Ucrania. Tal vez por eso el Gobierno demoró la condena al ataque militar hasta que finalmente se concretó, pese a las múltiples advertencias que hizo la comunidad internacional.
Por otra parte, el silencio de Cristina Kirchner –una de las escasas figuras políticas del país que no se pronunció sobre la invasión ordenada por Putin– verificó que es la vicepresidenta quien realmente lleva la relación más profunda con Moscú. Hay un antecedente que lo avala: cuando arreciaba la pandemia y las vacunas no llegaban a Buenos Aires, los viajes secretos a Moscú de Carla Vizzotti y Cecilia Nicolini fueron obra de Cristina Kirchner.
En el mundillo diplomático también señalan a dos embajadores de alto nivel como afines a Rusia: el vicecanciller Pablo Tettamanti y Eduardo Zuain, justamente el embajador argentino en Moscú, quien a su vez fue secretario de Relaciones Exteriores de Cristina Kirchner. Aunque ambos son diplomáticos de carrera, ese sesgo político es comentado en Buenos Aires y en el exterior. Tal vez por eso el encargado de negocios de Ucrania en la Argentina, Sergiy Nebrat, pide una reunión con el canciller Santiago Cafiero, pese a que ya fue recibido por Tettamanti.
Sin embargo, en el Palacio San Martín hacen notar que quien verdaderamente era pro-rusa es Alicia Castro, quien renunció a su designación como embajadora en Moscú cuando la comisión de Acuerdos del Senado cajoneó su pliego, por orden de Alberto Fernández. Castro, ligada al chavismo venezolano, es ahora una dura crítica de la administración de Fernández y se considera que los pronunciamientos de la agrupación Soberanxs, que encabeza junto a Amado Boudou y Gabriel Mariotto, tienen una línea de conexión con el pensamiento de Cristina.
El mismo silencio de la vicepresidenta sobre la invasión rusa a Ucrania mantienen el gobernador Axel Kicillof, quien acompañó a Fernández a Moscú, y la agrupación La Cámpora, que lidera Máximo Kirchner. Los que defienden la relación con Rusia destacan que acompaña históricamente a la Argentina en el voto contra el Reino Unido por las Islas Malvinas. “Hay que recordar que los ingleses tuvieron en la guerra el apoyo de la OTAN”, dijo uno de los diplomáticos consultados.
En otra línea se ubican los funcionarios que tienen mejores relaciones con Estados Unidos. Un caso es el de Massa, que se pronunció en forma contundente aunque no objeta la línea de neutralidad que abona Fernández. También se ubican allí el jefe de Gabinete, Juan Manzur; el embajador argentino en Washington, Jorge Argüello; el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, y hasta la CGT. Todos destacan que los norteamericanos son los “principales inversores” en la Argentina, que tienen un rol clave para que se cierre el acuerdo con el FMI y que piden un posicionamiento claro respecto de Rusia.
Pero a la vista de sus propias divisiones internas, el Frente de Todos no estaría en condiciones de ofrecer un posicionamiento claro. “Hay una gran batalla dentro de la Cancillería”, admitió un diplomático con despacho en el Palacio San Martín. Esa confrontación interna deriva de las diferencias que tienen los principales referentes de la coalición oficialista sobre la Federación Rusa del “amigo Vlad” y los Estados Unidos de “Juan Domingo Biden”.
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