EE.UU. condiciona la ayuda a la Argentina
El Departamento de Estado y la Casa Blanca instaron al país a coordinar un plan de reactivación financiera con el FMI
WASHINGTON.- Ayer en Washington se dijo que el nuevo gobierno argentino buscaría acceder a los préstamos del Fondo Monetario Internacional interrumpidos cuando el FMI decidió que no podía completar la revisión del programa argentino en noviembre del año pasado. En respuesta, un vocero del FMI destacó que, si bien el programa argentino con el FMI sigue en pie, no se pueden hacer desembolsos hasta que la revisión del programa, interrumpida en noviembre, se complete.
Sin embargo, un observador señaló que si Estados Unidos adopta una actitud favorable a esa posible gestión argentina los plazos se podrían acortar. Pero reflexionó que la actitud dura del secretario del Tesoro Paul O´Neill con respecto a la Argentina, cuya fama se va extendiendo en esta ciudad, sería un problema para lograr ese apoyo. "Habría que llegar a Bush para que cambiara la actitud de O´Neill" se dijo.
En Washington, los especialistas en América latina señalan que es O´Neill quien orienta la política norteamericana hacia la Argentina en esta crisis y que el Departamento de Estado no participa creativamente en ella, aun cuando en las últimas semanas las dimensiones políticas de la situación se han hecho más evidentes.
Ayer las reacciones oficiales de la Casa Blanca y el Departamento de Estado en Washington a la designación de Eduardo Duhalde como presidente argentino señalaron como siempre que la Argentina era un país amigo y un aliado "valorado", expresaron confianza en nuestras instituciones democráticas y volvieron a condicionar el apoyo norteamericano y de la comunidad internacional a que el gobierno argentino elabore un programa económico sostenible y de crecimiento con el FMI, pero sin dar la menor señal acerca de los contenidos de ese programa.
A diferencia de la parquedad y poca variedad de los comunicados oficiales sobre la crisis, ayer los especialistas en América latina de distintas instituciones comentaron a lo largo del día las novedades argentinas. Peter Hakim, presidente de Diálogo Interamericano, destacó que Duhalde era la persona lógica para ocupar la presidencia porque fue elegido senador por la provincia de Buenos Aires, fue el candidato a presidente derrotado en 2000 y es un líder natural del partido mayoritario del país.
Hakim observó además que las conversaciones iniciales del nuevo gobierno argentino con las autoridades norteamericanas son críticas y deberían concentrase en un conjunto básico y reducido de medidas económicas. Dijo por otra parte que el gobierno, para obtener apoyo del exterior, iba a tener que cortar gastos, reducir empleos y cobrar impuestos.
En una semana
Por su parte, Norman Bailey, consultor político en Washington, ex miembro del Consejo Nacional de Seguridad con responsabilidades en América latina y organizador de la reciente visita de Duhalde a Washington, destacó que éste debería consolidar su poder en una semana, de lo contrario la crisis argentina podía seguir su tobogán descendente. A diferencia de Hakim, a Bailey le pareció que el programa económico del gobierno de Duhalde iba a tener que reconocer la realidad de que el pueblo argentino no podía aguantar políticamente más austeridad.
El problema es si el Fondo Monetario Internacional va a aceptar un programa económico argentino que se aparte de los cánones de austeridad y ajuste típicas de la institución. Y si no lo acepta, qué posición adoptará el Tesoro de Estados Unidos.
Ayer varios medios destacaron el discurso populista del nuevo presidente argentino y su rechazo de políticas económicas "neoliberales" que habrían sido concebidas en Washington. Algunos especialistas vinculados con Bush destacaron que esos discursos pintaban a Duhalde como un izquierdista. Uno de ellos dijo que la mayoría de los norteamericanos no conoce a la Argentina y por lo tanto no pueden matizar la posición del nuevo presidente, "pero reconocen la retórica de izquierda que utilizó Duhalde, que los puede alarmar".
Por el momento, esta retórica no es un impedimento a las buenas relaciones del gobierno argentino con Washington, pero puede crear problemas de confianza.
Finalmente, se señaló ayer que aún Estados Unidos no tiene una política para ayudar a la Argentina en reestructurar su deuda externa y se destacó que esa reestructuración iba a ser combatida por la comunidad financiera norteamericana que no quiere que se establezca el precedente de facilitar la bancarrota "ordenada" de países soberanos.