Eduardo Valdés: "Al país le hace muy bien que el Papa y Cristina Kirchner se encuentren"
El nuevo embajador ante el Vaticano presentará hoy sus cartas credenciales
ROMA.- Eduardo Valdés, ex jefe de gabinete del canciller Rafael Bielsa, se convertirá hoy en el primer embajador argentino ante la Santa Sede que le presenta cartas credenciales a un papa de la misma nacionalidad. "Me genera emoción, miedo y responsabilidad", dijo el dirigente peronista porteño, de 58 años, casado y padre de dos hijos, en una entrevista con LA NACION.
Sucesor de Juan Pablo Cafiero en la sede diplomática considerada estratégica por el Gobierno desde la elección de Francisco, Valdés reveló que está buscando una nueva oficina. No sólo porque necesita un lugar más amplio para trabajar, sino porque quiere que el edificio cuente con una capilla interreligiosa en la que musulmanes, judíos y cristianos puedan tener un lugar de encuentro. "Sería muy lindo que el Papa la inaugure, junto con sus amigos el rabino Abraham Skorka y el dirigente islámico Omar Abboud y por qué no Daniel Goldman, que trabajaron con él en el diálogo interreligioso", dijo.
Valdés destacó la amistad que lo unió a Alicia Oliveira, ex jueza defensora de los derechos humanos, recientemente fallecida, muy amiga de Jorge Bergoglio. "Ella debería haber sido embajadora argentina ante el Vaticano", aseguró. Fue el flamante embajador quien le sugirió a la Presidenta sumar a Oliveira a la comitiva oficial que viajó para la misa del comienzo del pontificado de Francisco, en 2013.
-¿Esperaba ser designado al frente de la embajada que hoy se ha vuelto la más importante para la Argentina?
-Esperaba muchas cosas en la vida menos ser embajador en el Vaticano. Es una emoción muy grande que la Presidenta tenga la relación que tiene hoy con Francisco y creo que es el mejor momento de las relaciones entre el Estado argentino y el Vaticano en toda su historia. Tengo que agradecerle a Cafiero, que me ha dejado una vara muy alta. Aunque creo la embajadora debería haber sido Alicia Oliveira, que abrió los corazones y fue la expresión del Espíritu Santo en esta relación. Así como el Espíritu Santo inspira a los cardenales para elegir al nuevo Papa, creo que Alicia Oliveira es el Espíritu Santo político que abrió e inspiró los corazones de la Presidenta y del Papa.
-¿Cuándo conoció a Bergoglio?
-En 1998, cuando asumió como arzobispo de Buenos Aires. Yo era diputado de la Ciudad y le hice una consulta. Y en 2000, año del Jubileo, lo fui a ver porque había visto que Bono, el cantante irlandés de U2, le había propuesto a Juan Pablo II la condonación de la deuda externa de los países emergentes, que había logrado en siete países. Le plantée a Bergoglio que le hablara a Juan Pablo II de globalizar los derechos laborales, pidiéndole que la OIT sancionara un tratado que fijara derechos laborales básicos y un salario mínimo y universal para todo el mundo. El capital internacional estaba globalizado: venía a invertir, pero ponía como condición la flexibilización de los derechos laborales. El cardenal me escuchó y a los dos días me llamó y me dijo: "Tendría que estar en Roma el sábado porque lo recibirán el presidente de la Comisión de Justicia y Paz, Roger Etchegaray, y el arzobispo Diarmud Martin". A los dos días estaba en el Vaticano y le expuse la idea a Etchegaray, y dos días después me llevaron a hablar con Juan Pablo II. Estaban totalmente de acuerdo. Pero en la OIT hace falta el consenso de todos y hasta el día de hoy no ha podido lograrse. Ahí sentí una gran emoción porque él me delegó una gran confianza.
-¿Lo siguió viendo después?
-En 2006 asumí, como abogado, la defensa de un chico abusado por el padre Julio Grassi. Lo fui a ver a Bergoglio y me dijo: "A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César". Yo cumplí con mi mandato y él cumplió con el de él. Después lo fui a ver cuando voté como legislador porteño la unión civil, previa al matrimonio igualitario, y le dije: "Mi íntima convicción es ésta". Finalmente, me lo crucé en la Plaza de Mayo una semana antes del cónclave, en marzo de 2013, y le pregunté qué podía pasar con él. Y me respondió: "No hay ninguna posibilidad, Eduardo. Tengo 76 años y medio, me deberían haber aceptado la renuncia". Lo único que me dijo: "Tengo un gran orgullo de ir a este cónclave; voy a decir todo lo que siento y lo que pienso".
-¿Cuándo lo volvió a ver, ya como Papa?
-Vinimos junto a Alicia Oliveira el 5 de julio de 2013 acompañando a un grupo de familiares de víctimas de la AMIA. Y en esa primera reunión lo condecoramos con la Orden del Piantado. Yo tengo un lugar en Buenos Aires, el café Las Palabras, que es un homenaje a las palabras y allí damos esa distinción, que es para los locos lindos.
-¿Cuáles son sus prioridades?
-Mantener el estatus de calidad e intensidad que tiene hoy la relación con el Vaticano. ¿Y quién no querría lograr que el Papa viaje a su país?
-El Papa dijo que irá a la Argentina, quizás en 2016, pero no en julio. Igual, su objetivo es viajar en algún momento.
-Sí, claro, y acercar más todavía nuestro país al Papa y al Vaticano. ¿Quién no sueña con eso?
-¿Aunque ya vino tres veces a visitar al papa al Vaticano, podemos especular con otro viaje de la Presidenta?
-A la Presidenta y al Papa les gusta mucho encontrarse. No le puedo decir que se está trabajando una fecha, porque no la hay, pero tanto a Francisco como a Cristina Kirchner les hace bien encontrarse y al país, a la Argentina, le hace muy bien. Y por supuesto yo voy a medir mi gestión por cuántos encuentros entre el Papa y la Presidenta hice. Y ojalá que pueda al menos igualar a la de Juan Pablo Cafiero.
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