Eduardo Moliné O’Connor: un emblema de la "mayoría automática" en la Corte Suprema
Falleció ayer, a los 76 años, el ex juez Eduardo Moliné O’Connor, que fue vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia durante el gobierno de Carlos Menem. Especializado en el área del derecho comercial, tuvo, además, una destaca trayectoria en la Asociación Argentina de Tenis.
Moliné O’Connor había sido nombrado en la Corte en 1990, cuando Menem logró que el Congreso aprobara la ampliación del alto tribunal, de cinco a nueve jueces. Formó parte de la llamada "mayoría automática", caracterizada así por varios fallos que favorecieron al gobierno. Su cuñado, Hugo Anzorreguy, ex jefe de la Secretaría de Inteligencia (SIDE), se lo había presentado a Menem y éste lo designó en el máximo tribunal.
Previamente, había ejercido la profesión de abogado y fue relator de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil.
Moliné O’Connor nunca pretendió ser jurista, pero era muy trabajador y de convicciones firmes. Trabó una fluida relación con quienes presidieron aquella Corte Suprema –Ricardo Levene (h.) y Julio Nazareno– y se convirtió en amigo y soporte de ambos.
Desempeñó un papel clave en aquel bloque de cinco magistrados, muy compacto y cercano al primer mandatario. Supo interpretar las necesidades del Gobierno y su vocación por el trabajo y su habilidad como negociador lo pusieron en el centro de todas las decisiones.
Amable con los empleados y funcionarios judiciales, que siempre lo recuerdan con respeto, rehuyó al periodismo, que entonces había comenzado a criticar el desempeño del alto tribunal.
Su paso por la Corte terminó en 2003, cuando fue destituido a raíz de un juicio político impulsado por el gobierno de Néstor Kirchner. Los últimos procesos políticos contra jueces supremos habían tenido lugar en 1947, cuando Juan Domingo Perón promovió la destitución de cuatro magistrados. Kirchner imaginó que aquella "mayoría automática" podría trabar su gestión y, en particular, revertir la pesificación de los depósitos. Por esa razón, promovió la remoción de los magistrados y, a pesar de la tenaz defensa que hizo ante el Senado el constitucionalista Gregorio Badeni, Moliné O’Connor fue hallado culpable por el Senado de dos de los nueve cargos que le había imputado la Cámara de Diputados.
Poco después, también sería destituido Antonio Boggiano, mientras que Nazareno y otros dos jueces de aquella mayoría –Guillermo López, que fallecería poco después, y Adolfo Vázquez– presentaron sus renuncias.
Casado y padre de cuatro hijos, Moliné O’Connor había iniciado su carrera judicial en 1956 en el fuero civil y comercial, en el que desarrolló la mayor parte de su carrera. Se graduó de abogado en 1963 en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Trabajó también en cargos públicos, dentro de Obras Sanitarias de la Nación y en la Cancillería, pero se destacó en la profesión de abogado que ejerció desde su propio estudio, dedicado al derecho comercial.
Durante 23 años integró Moliné O’Connor la Asociación Argentina de Tenis, de la que fue vicepresidente. Ese deporte fue una pasión que nunca abandonó y, aun siendo juez de la Corte, era frecuente verlo entre el público que asistía a los más importantes torneos.
Gravemente enfermo, la muerte lo sorprendió ayer en su casa. Hoy, a las 10, se rezará una misa de cuerpo presente en la Basílica del Pilar, Junín 1904
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