Eduardo de Pedro, Sergio Massa y Axel Kicillof: pros y contras de los presidenciables que Cristina Kirchner tiene en el menú
Quedó en claro que los “escoltas” de la vicepresidenta en el escenario de la Plaza de Mayo serán los protagonistas de la oferta electoral y los posibles nombres “en letra grande” de la boleta
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El acto de Plaza de Mayo que encabezó Cristina Kirchner, más que un discurso, dejó una foto. Para todo el Frente de Todos quedó en claro que los “escoltas” de la vicepresidenta en el escenario, Sergio Massa, Eduardo “Wado” de Pedro y Axel Kicillof (además de Máximo Kirchner) serán los coprotagonistas del armado electoral que lidere Cristina Kirchner y los nombres “en letra grande” de la boleta. Lo que está por verse es cuál de ellos -si no hay una sorpresa de por medio- encabezará la fórmula presidencial.
La posibilidad de que Kicillof escale de la provincia a la boleta nacional es cada vez más remota, aunque algunos no la descartan como salida de último minuto. No de casualidad, Cristina Kirchner habilitó, la misma noche del acto, que De Pedro publicara el spot en el que se presenta como el “hijo de la generación diezmada” que quiere tomar la “posta”. La vicepresidenta avaló al ministro del Interior a lanzarse a la carrera. Después ella verá, dentro de dos o tres semanas, si su nombre toma el volumen necesario para buscar el “piso” que le permita entrar a un ballottage en octubre, como dijo durante su último entrevista en C5N.
Massa, en tanto, sigue siendo el principal socio estratégico de la vice. Si el ministro de Economía logra anotar algunos goles en materia económica en las próximas semanas que le garanticen estabilidad al Frente de Todos para los meses venideros, seguirá muy vigente como opción electoral.
Wado de Pedro
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De Pedro tiene una indudable cercanía con Cristina Kirchner, lo que podría tallar en la decisión de la vicepresidenta si lo que busca es traspasar sus votos a un dirigente K puro que eventualmente pueda garantizar su piso electoral.
El kirchnerismo hasta acá nunca probó en las urnas con un “candidato delfín” sin Cristina traccionando en la boleta. Pero el espacio está en el desafío de encarar su “trasvasamiento generacional” para no extinguirse y el ministro del Interior quiere ser la cara de ese proceso y volver a atraer el voto joven que migró en los últimos años.
El ministro, en tanto, comenzó a generar cierto entusiasmo en los sectores K duros, que empiezan a asimilar que Cristina no va a jugar en este turno electoral. Ya se manifestaron a favor suyo algunos diputados y senadores, la CTA, el líder de los gastronómicos, Luis Barrionuevo, y algunos gobernadores, como Ricardo Quintela (La Rioja) y Raúl Jalil (Catamarca), además de Kicillof y Alicia Kirchner (Santa Cruz).
De Pedro viene trabajando desde que asumió en el Ministerio de Interior para presentarse como el “canciller” ante sectores históricamente repelidos por el kirchnerismo, como los grandes empresarios y el campo. Aunque el ministro logró cierta red de contactos, todavía está por verse si logra aparecer como una figura más digerible para el círculo rojo.
- Contras
La principal dificultad que tiene De Pedro es que por ahora no asoma en las encuestas. Todavía no superó la primera prueba de cualquier candidato que es crecer en conocimiento en los sectores menos politizados.
Si bien en su equipo aseguran que hay encuestas que lo dan ganando la interna del Frente de Todos (en uno de sus videos virales mostraron una de Aresco que lo midió con Massa y Alberto Fernández), lo cierto es que otros sondeos lo muestran con menor rendimiento electoral que Massa o Kicillof.
Si bien el ministro apuesta a mostrarse como “lo nuevo” en la política, a De Pedro le falta foguearse en materia de proselitismo y en exposición mediática. Hasta acá, sus apariciones en medios son muy cuidadas. Tampoco tiene demasiada experiencia arengando a multitudes en actos proselitistas. Todos ejercicios que este año comenzó a acelerar para intentar posicionarse mejor.
Pese a que el ministro hoy hace esfuerzos por despegarse de La Cámpora y mostrarse más amplio, sigue muy identificado con la “orga”, como uno de sus socios fundadores. Fue uno de los escoltas de la guardia pretoriana que custodió a Cristina Kirchner tras la muerte de Néstor Kirchner, gracias a lo cual accedió a una banca en Diputados en 2011 y pudo colocar a hombres de su confianza en cargos en el Estado, sobre todo en el área de Justicia.
Sergio Massa
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La principal carta de Massa hoy es que, en su carácter de “piloto de tormentas”, necesita estar empoderado en la oferta electoral del Frente de Todos para garantizar la estabilidad económica que, a su vez, mejore las chances de todo el espacio oficialista en las elecciones. El ministro machaca con la necesidad de evitar una PASO porque dice que “tirarse tierra” en una interna durante la campaña sería problemático para la gestión. Y advierte que llegar a agosto con candidatos con poco volumen político hará que los mercados anticipen su reacción.
Massa asegura que, cuando pide un candidato único, no está hablando de él. Pero casi nadie le cree, porque al mismo tiempo se presenta como el único garante de la estabilidad, tanto por su cargo como por su perfil pro mercado.
En términos de representación política, Sergio Massa hoy está aliado al kirchnerismo pero todavía tiene una agenda distinta, que construyó desde el momento en el que enfrentó a Cristina Kirchner en 2013. Por eso, en su entorno resaltan que él “habla con Cristina, no hace lo que le dice Cristina”, en contraste con otras figuras, como De Pedro y Kicillof.
En el Frente Renovador aseguran que Massa “expande hacia el centro” con un programa más sintonizado con la clase media, sobre todo de la provincia de Buenos Aires. En encuestas que circularon en los últimos días en el Frente de Todos, Massa sigue siendo la figura con mejor rendimiento electoral, si bien su imagen -que había mejorado apenas asumió en el Palacio de Hacienda- cayó en los últimos meses por la inflación.
Además, Massa tiene terminales en todas las áreas de poder con vínculos forjados desde hace muchos años, por lo que no tiene que forzar la aceptación en el círculo rojo. Su ascenso político está íntimamente ligado a grandes hombres de negocios que durante décadas lo apoyaron y aconsejaron. Y, desde su juventud, aceitó sus contactos con líderes parlamentarios, ejecutivos y lobistas de los Estados Unidos. Es, de todos los candidatos que están en el menú de opciones del peronismo, el que más llegada tiene al establishment.
Massa, además, no tiene que trabajar en su conocimiento ni ganar experiencia proselitista. Ya tiene muchos kilómetros caminados como candidato, porque tiene en su haber varias campañas, y una de alcance nacional, la del 2015.
- Contras
El talón de Aquiles de Massa hoy es la inflación. El mayor flagelo para los bolsillos, lejos de estar controlado, viene acelerándose en los últimos meses y no hay expectativa de revertir la tendencia para el momento de las urnas. De hecho, algunos pronósticos hablan que el índice podría llegar a los dos dígitos en las próximas mediciones. La imagen del ministro, de hecho, comenzó a decaer este año cuando se verificó que no cumpliría la promesa de un índice de 4 puntos en abril.
Massa es el ministro de Economía de esta crisis y resultará difícil que su figura genere alguna expectativa a futuro, estando al mando de la botonera. Pese a que cuando desembarcó en el ministerio logró tranquilizar al dólar, las corridas de las últimas semanas también demostraron que su sola presencia ya no alcanza para tranquilizar a los mercados. De todas formas, algunos sondeos cualitativos que circulan en el Gobierno detectan que todavía no se le asigna a Massa toda la responsabilidad por la coyuntura actual.
Otro problema que entraña una candidatura presidencial de Massa es qué hacer con el Ministerio de Economía. El propio funcionario dijo que sería “incompatible” sostener ambos roles. Pero la delicadeza de la coyuntura actual hace que un nuevo traspaso en el Palacio de Hacienda pueda resultar desestabilizante.
En términos políticos, el otro interrogante es qué efecto puede tener una candidatura de Massa en el electorado kirchnerista. No son pocos los referentes K que reclaman “ir con la propia” a las urnas tras la fallida experiencia con Alberto Fernández. En sus últimas apariciones, cuando quiso marcar el rumbo, Cristina Kirchner hizo una fuerte reivindicación de sus anteriores gobiernos.
Axel Kicillof
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Kicillof aparece en los sondeos como la cara con más intención de voto después de Cristina Kirchner y como quien mejor puede retener el voto de la vicepresidenta. Por lo menos, así figuraba en las encuestas antes que De Pedro saliera a la cancha para probarse.
El gobernador logró neutralizar a fuerza de encuestas a quienes intentaron desafiarlo en la provincia. Incluso los intendentes del conurbano, que nunca tuvieron simpatía por su estilo de conducción, terminaron ordenándose detrás de su plan de reelección.
Como activo, además, Kicillof podría pararse desde una gestión propia y hacer uso del aparato que le da la provincia para apalancarse en la carrera nacional. El gobernador demostró haber hecho una campaña exitosa en 2019 y consolidó el voto oficialista de la provincia de Buenos Aires, que significa el 40% del padrón.
- Contras
La principal contra de Kicillof es que subirlo a la categoría presidencial “desviste” la boleta de la provincia de Buenos Aires, el bastión que el kirchnerismo quisiera conservar, sobre todo si pierde los comicios nacionales. La elección provincial, además, no está garantizada para el peronismo, y el que está mejor parado para retenerla es el gobernador.
La opción de subir a Kicillof, además, daría lugar a un escenario muy incierto en la provincia, porque se abriría una fuerte disputa en el peronismo por el territorio. El gobernador obtura la discusión y todo el peronismo de la provincia está organizado bajo la premisa de que buscará renovar. Pero si él no está, habrá más de una figura con aspiraciones en el PJ.
La última contra es la más sencilla: Kicillof no quiere ser candidato presidencial. Si bien en su entorno insisten con que “hará lo que decida el proyecto y lo que decida Cristina”, lo cierto es que no es su voluntad. Ya en La Cámpora -que está en una guerra fría con el gobernador- deslizan que “no se le puede pedir a alguien que vaya a un lugar al que no quiere ir”.
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