"Economía de guerra": la Casa Rosada se prepara para la reconstrucción
Diseñan un régimen de apertura paulatina y apuestan a que la emisión no dispare la inflación; advertencias de los economistas
Mientras atiende como prioridad la cuestión sanitaria e inunda de pesos el sistema para evitar el colapso de la economía, el Gobierno mira de reojo variables como inflación, empleo y consumo. A medida que se acerca el final de la cuarentena, crece la preocupación por el día después y las consecuencias del aislamiento obligatorio.
Ya no hay dudas: el 13 de abril la rueda volverá a ponerse en funcionamiento. Será, como dijo el presidente Alberto Fernández,de forma parcial y paulatina. Los grupos de riesgo continuarán confinados en sus domicilios, pero gran parte de los trabajadores formales e informales volverán a las calles, aunque con algún tipo de régimen que permita separarlos por turnos.
Será el tiempo para la reconstrucción después de aplicar durante 50 días una economía de guerra, como la definieron en la Casa Rosada. Los efectos del parate económico aún están por verse, aunque se descuenta que el impacto más fuerte estará concentrado en los sectores informales de la economía. "Estamos aplicando las medidas menos malas", reconocieron fuentes oficiales. En este punto no hay recetas mágicas, agregaron.
"Salir de la cuarentena tiene que ser algo muy cuidado, se va a abrir muy paulatinamente. Estamos viendo cómo flexibilizar la cuarentena", dejó en claro el Presidente. El cronograma que se pondrá en marcha será el resultado del trabajo del comité de crisis que integran el Gobierno, sindicatos, empresarios y especialistas médicos.
Salir de la cuarentena tiene que ser algo muy cuidado, se va a abrir muy paulatinamente. Estamos viendo cómo flexibilizar la cuarentena
Si marzo fue un mes malo en materia de recaudación, con una caída del 12%, para abril las previsiones son pésimas. En ese punto la Casa Rosada encontró en la emisión la respuesta a los problemas. La "maquinita" trabajó a destajo imprimiendo nuevos billetes para asistir al Tesoro: en marzo fueron cerca de $600.000 millones -un nivel récord-, que generaron una expansión nominal del 35% de la base monetaria en el mes.
"El monetarismo ortodoxo tuvo que dar paso a una política de guerra. No hay parámetros técnicos. Son inusuales las políticas porque es inusual lo que estamos viviendo", delineó uno de los integrantes del equipo económico de Fernández.
Más de la mitad de ese dinero fue a las empresas, para mantener el empleo y el pago de salarios. "Las medidas que dimos a los empresarios nos costaron $380.000 millones, el auxilio económico en planes y demás han superado los $120.000 millones. Para nosotros primero está la gente y el país", resumió el Presidente en las últimas horas.
No hay ninguna razón para que haya más inflación. La clave es permitir que las medidas de salud tengan el menor costo económico posible
Pese a esto, en el Gobierno aseguraron que no impactará en la inflación. La explicación que ensayaron cerca del Presidente es simple: el consumo se encuentra muy retraído y la industria trabaja con una capacidad ociosa que llega en algunos sectores claves al 60%. La impresión de nuevos billetes, aseguraron, se volcará ahí. No hay margen en corto o en el mediano plazo para que esos pesos presionen sobre el dólar, afirman.
"No hay ninguna razón para que haya más inflación. La clave es permitir que las medidas de salud tengan el menor costo económico posible", describió uno de los principales asesores del equipo económico de Fernández.
A eso se suman el congelamiento de las tarifas y la suspensión de facto de las paritarias, al menos hasta la normalización de las principales variables económicas. Los gremios hoy están enfocados en evitar que se sumen nuevos desempleados a los casi dos millones que había antes del desembarco del coronavirus. Si bien se espera una suba, no sería significativa.
La visión de los economistas
A diferencia de lo que ocurre en los Estados Unidos, en donde cuando la economía crece sube la oferta laboral y a la inversa, en tiempos de crisis, se acentúa el desempleo, en la Argentina los efectos exógenos no golpean de forma decisiva.
"La elasticidad del sistema laboral es bajísima", aseguró Marina Dal Poggetto, directora ejecutiva de Eco Go Consultores. El problema, según la economista, es que las medidas que impulsó hasta ahora el Gobierno y que apuntan a proteger el empleo "no diferencian entre quienes están trabajando y quienes están en sus casas, lo cual, además de cuestiones de asignación de recursos en un contexto de restricción presupuestaria, genera incentivos encontrados que quedan agravados por la enorme distorsión de salarios relativos sectoriales que opera en la economía".
Esto provoca un agujero fiscal, según sus cálculos, de unos $160.000 millones por mes. Ahí están incluidos los bonos para los beneficiarios de la AUH, jubilaciones y el ingreso para las IFE, de $10.000, entre otras transferencias.
"La dinámica inflacionaria va a estar determinada en gran medida por el manejo del dólar por parte del BCRA con cepo y con reservas limitadas. También dependerá de la reacción de la brecha cambiaria frente al manejo del programa financiero. Programa que se va a ver impactado por el salto en el déficit fiscal y el manejo de la deuda", explicaron los economistas de la consultora que fundó Miguel Bein.
¿Cómo será la salida? "Depende de la magnitud de la recesión y de la duración del impacto del coronavirus. La recesión actual alcanzó los 23 meses de duración y acumuló una caída de 7,1% hasta noviembre, cuando, hasta ahora, fue el piso de actividad. A esta dinámica negativa se suma ahora la caída de actividad por el Covid-19, que puede ser fácilmente del 5%. Pero todo es tan incierto que no resulta posible proyectar el escenario más esperado", detalló Nadin Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal.
Otro de los puntos claves, coincidieron dentro y fuera del Gobierno, será el resultado de la negociación con los acreedores externos. El ministro de Economía, Martín Guzmán, presentará en los próximos días la oferta.
"Nuestro plan de negociación con los acreedores sigue en pie, sigue adelante. Vamos a hacer una propuesta que podamos cumplir y en la que no tengamos que postergar a los argentinos. Es lo que voy a hacer. No me interesa si la Argentina entra en default, me gustaría que no pasara, hicimos todo para que no pase", sostuvo el jefe del Estado en declaraciones a Radio Mitre.
Un eventual default, según la evaluación que hacen algunos asesores del Presidente y especialistas financieros, podría tener consecuencias "catastróficas" para la decaída economía argentina. Aquí también está en juego una disputa dentro de la Casa Rosada entre los dogmáticos, más cercanos a la vicepresidenta, Cristina Kirchner, y los pragmáticos.
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