Aunque no hizo declaraciones públicas, Jaime Durán Barba actuó en las últimas semanas como uno de los defensores más feroces de Jorge Triaca .
Fuera del país hasta mediados del mes que viene, el asesor estrella del Presidente se trenzó en una dura discusión vía correo electrónico con sus pares del Club Político Argentino, un grupo de intelectuales de muy buenos vínculos con el Gobierno.
“Es alarmante. Nuestro país es como Suecia. Nadie tiene una empleada en negro. Siguiendo la Biblia, todos estamos libres de pecado, podemos lanzar una lluvia de piedras. Hay que lapidar a Triaca de inmediato”, fue uno de los mensajes cargados de ironía que envió Durán Barba, en un intercambio sin desperdicios, al que tuvo acceso LA NACION.
El escándalo de la exempleada de Triaca inició a partir del 17 de enero un fuerte debate en el Club Político, presidido por el politólogo Vicente Palermo. La discusión terminó con la emisión de un documento muy crítico sobre la calidad institucional de la gestión de Mauricio Macri.
La primera intervención de Durán Barba, en la que llamó con sarcasmo a “lapidar” a Triaca, respondió a un pedido del periodista Aleardo Laría para que el funcionario dejara su cargo.
La discusión levantó temperatura, como informaron en los últimos días el portal Letra P y Página 12. “Jaime, francamente no es una buena defensa”, terció el expresidente de la Auditoría General de la Nación Enrique Paixao. Durán Barba no se quedó callado: “No es una defensa. Es una exhortación. Las piedras las fabricaron las avanzadas revolucionarias con la casa de Juan B. Justo”.
Ante las primeras críticas, el experto ecuatoriano insistió. “A unos les puede parecer que lo más trascendente que puede hacer un ministro es blanquear a su empleada. A todos nos puede parecer cómica esa visión de la política”, dijo. Y agregó: “Sería como pedir la renuncia de Mauricio porque no pide a sus invitados que se disfracen cuando concede una audiencia. En el Vaticano está bien visto, cuando lo hacen ponen caras solemnes. Aquí sonaría muy gracioso”.
Con el clima interno cada vez más tenso, Durán Barba anunció que se autoexcluía de la discusión. Pero las respuestas siguieron llegando. Carlos Abeledo, socio del club, recordó como “anécdota” el caso de una designación trunca en el gobierno de Bill Clinton de una mujer que había trabajado como niñera sin pagar impuestos. “Otra anécdota –volvió al debate Durán Barba–: Yrigoyen no reconoció a ninguno de sus hijos. No por eso debería ser borrado de la historia”.
La referencia irritó a varios. “Impresentables el ministro y su defensor en este intercambio”, intervino el ex senador nacional Pedro del Piero. El asesor presidencial volvió a la carga: “Sería una pena que el club se expresara con un nivel de profundidad de señoras que toman té y mascan bizcochitos. Triaca ha cumplido y cumple un papel muy importante en la reforma laboral y en la lucha contra las mafias”, argumentó.
Después volvió a recurrir a la ironía: “Si pedimos su renuncia, podemos sugerir que el nuevo ministro sea Marcelo Balcedo, que tenía a los empleados de su zoológico en blanco. Su esposa alegraría al ministerio con su brillante sonrisa. Podríamos terminar el comunicado con un grito de solidaridad con aquellos a los que estaríamos defendiendo con la salida de Triaca: ‘¡Libertad a los presos políticos! ¡Viva el Pata Medina! ¡Viva Balcedo! ¡Viva Montoneros!’”.
Entonces los que se enojaron fueron Graciela Fernández Meijide y Marcos Novaro. “Jaime, está bien un poco de joda, pero esto está de más”, dijo ella. “Ridiculizar a los demás creía que era algo mal visto en estos pagos”, se sumó el sociólogo.
Durán Barba respondió una vez más: “No creo en demonios ni en ángeles. Todos somos al mismo tiempo un criminal y un santo, como lo dijo Saint Genet en Comediante y mártir, que debería ser de lectura obligatoria para todos los fanáticos”. Ante una mayoría de opiniones en su contra, el ecuatoriano intentó cerrar las heridas. Contó que extraña “mucho” Buenos Aires y las discusiones con el “círculo rojo”, y pidió “disculpas” por su “humor negro”.
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