Duelo oficialista, festejo larretista en Santa Fe
El resultado de Santa Fe vuelve a golpear al oficialismo nacional, reanima a Rodríguez Larreta y mantiene las incógnitas sobre la participación electoral
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Fue la primera elección provincial con innegables efectos nacionales. Como mínimo, en tres planos. El resultado de las PASO de Santa Fe vuelve a golpear al oficialismo nacional, reanima a Horacio Rodríguez Larreta y mantiene las incógnitas sobre la participación electoral.
La primera conclusión dice que, después de un breve interregno en 2019, Santa Fe reafirma su pertenencia al cinturón de provincias productivas del centro del país donde impera una conducta electoral que se asemeja a una fobia. Allí, el kirchnerismo en todas sus versiones y ediciones, aun en las más disimuladas y aparentemente morigeradas, vuelve a ser una mala palabra, que espanta votantes en el cuarto oscuro.
No por previsible esta constatación deja de ser relevante, más aún en momentos en que al Gobierno, y en particular a su precandidato presidencial y ministro de Economía, se le volvió a ensombrecer el horizonte más cercano.
No fue una buena noticia para cerrar la semana pasada el despertar de la cotización de los dólares paralelos. Mucho menos lo fue la dificultad que subsiste para cerrar el nuevo acuerdo con el FMI, pese a las promesas sobre su inminencia que Sergio Massa viene haciendo con desenfado desde hace diez días y que el ministro ahora pretende disimular con un novedoso y muy kirchnerista antifondomonetarismo, como el que desplegó impunemente ayer.
Tampoco es halagüeña para el ministro la constatación del escaso impacto positivo que su postulación produjo en el electorado las primeras dos semanas, según surge de la mayoría de las encuestas que consumen en el oficialismo y en la oposición cambiemita.
Aunque las encuestas hayan recibido ayer otro duro golpe, al comprobarse que la paridad pronosticada entre los contendientes cambiemitas resultó rotundamente desmentida. Una vez más.
No parece ser suficiente para Massa y el oficialismo todo que la inflación intermensual haya bajado en junio algo menos de dos puntos respecto de mayo cuando el piso de la suba de precios no bajó de 6%. Y tampoco parece alcanzar el uso obsceno de los recursos del Estado para hacer campaña proselitista.
Ahora, la semana abrirá con la noticia de esta pésima performance oficialista en el terruño de Agustín Rossi, el compañero de fórmula de Massa, que nunca ha sido profeta en su tierra. Como consuelo, el peronismo no kirchnerista puede esgrimir la catástrofe electoral del candidato camporista Marcos Cleri. Mal de alguno, consuelo de muchos.
La falta de empatía del gobierno nacional con el drama de la violencia que vive la provincia y la reticencia a la asistencia económica contra la prodigalidad que muestra con el gobierno kirchnerista bonaerense también pasó factura en Santa Fe.
Oxígeno para Larreta
En segundo lugar, el triunfo de Maximiliano Pullaro por un margen bastante mayor de lo pronosticado en las PASO del frente opositor santafesino, sobre Carolina Losada, le dio a Rodríguez Larreta un sensible impulso anímico-político.
No es poco para el jefe de gobierno porteño, después de una semana en la que las últimas encuestas que había recibido habían reforzado las alarmas en el comando de campaña larretista y reforzado el entusiasmo en el equipo de su rival Patricia Bullrich.
Los resultados de las elecciones provinciales no suelen ser extrapolables, pero estas primarias fueron los primeros comicios en que los dos rivales cambiemitas se involucraron a fondo y tuvieron una disputa real, aunque fuese por interpósitos postulantes. Cada precandidato tenía adosada la cara de su referente nacional.
El exministro de Seguridad de Santa Fe buscó provincializar la elección, pero llegó con el apoyo explícito de Rodríguez Larreta; de su compañero de fórmula, Gerardo Morales, y del precandidato porteño Martín Lousteau, que fue el primero en jugarse por él fuera de la provincia.
Losada, en cambio, no solo pertenecía a la escudería de Bullrich, sino que replicó durante su campaña las formas y el fondo de lo que pregona y propone la precandidata presidencial amarilla. La senadora construyó un perfil de dureza y confrontación absoluta, que incluyó durísimas acusaciones contra su rival interno, en las que incluyó las más graves imputaciones que se puedan hacer en toda Santa Fe, como es la de tener vínculos con el narcotráfico. Ya no podrá ser la heroína para Rosario que Bullrich había pronosticado.
Por eso mismo, desde el equipo bullrichista admitían la derrota de Losada casi al mismo tiempo que se apuraban a desactivar analogías y proyecciones.
“Pato va a ganar holgadamente en Santa Fe. La elección provincial no se vincula con la elección nacional”, fue la primera respuesta de uno de sus principales referentes a este cronista cuando se le preguntó cómo evaluaban el resultado santafesino y cuál sería el mensaje. No se había escrutado aún el 3% de las mesas cuando a la precandidata perdidosa ya le estaban borrando la pintura bullrichista. Como siempre, la derrota es huérfana.
Poco después, en las redes sociales Bullrich optó por abrazarse rápido al exitoso resultado general obtenido por el frente opositor y a despejar dudas respecto de su futuro vínculo con el ganador.
“Logramos una victoria histórica de Juntos por el Cambio en Santa Fe. Esto ratifica que el cambio que piden los argentinos viene de la mano de nuestra fuerza. Felicito a @maxipullaro por su triunfo. Contará con mi apoyo y el de todo mi equipo”, posteó en su cuenta de Twitter.
Otro tanto hizo uno de los dirigentes nacionales del radicalismo que sostuvo a Losada, que se apresuró a descartar que las peleas puedan afectar la competitividad demostrada por el espacio cambiemita santafesino. “Ninguno tiene el liderazgo suficiente para impedir que el resto de los dirigentes y, sobre todo, la gente vayan a acompañar un proceso de cambio. Más, si los hacen parte”. Tampoco están dispuestos a entregarse en la derrota”, expresó.
Unidos o peleados
No obstante, en función de los antecedentes locales, la pregunta dominante ahora sigue siendo si la encarnizada disputa que protagonizaron Pullaro y Losada dejará secuelas y heridas cicatrizables o si los festejos de esta noche deberán moderarse de cara al desafío mayor que son los comicios generales para elegir gobernador, que se realizarán el 11 de septiembre próximo.
El lema Unidos para cambiar Santa Fe deberá demostrar ahora su vigencia o si es solo un recurso de marketing electoral.
Frente a esa incógnita asoman dos certezas y una duda mayor. En primer lugar, a ambos lados de la disputa de los cambiemitas santafesinos se expresa coincidencia en que no hay margen para ninguna reconciliación real posible entre los dos contendientes, más allá de que en público puedan representar alguna pacificación.
En segundo término, en los dos bandos concuerdan en que en el nivel superestructural habrá una recomposición entre los dirigentes que están por debajo de Losada y Pullaro para limar las filosísimas asperezas con las que se agredieron en la disputa interna. El objetivo superior es poder desarrollar una campaña armónica de cara a las elecciones generales, destinada a mantener la primacía lograda por el espacio en las PASO y no ahuyentar al electorado.
Allí, en tercer lugar, radica la duda mayor. Nadie puede asegurar qué porcentaje de los votantes que le dieron su adhesión a Losada irá a votar en la elección general de gobernador por Pullaro, después de que la precandidata anticipara durante la campaña que ella no lo apoyaría por razones éticas.
La mayoría de los dirigentes nacionales cambiemitas que se involucraron en la disputa de ayer están convencidos de que ninguno de los que eligieron la boleta de Losada se irá a engrosar en septiembre las arcas de Marcelo Lewandowsky, el triunfador de las PASO oficialistas. El peronismo hizo una de las peores elecciones históricas y estuvo por debajo de su piso habitual. Otro motivo para ilusionar a JxC en el plano nacional.
En el comando del ganador de la interna cambiemita hay conciencia de la necesidad de retener a todos los votantes de Losada y, también, a los que le sumaron seis puntos a la socialista Mónica Fein, que fue la tercera postulante de Unidos para Cambiar Santa Fe.
Por eso, se bajó un mensaje contundente: nada de gestos o declaraciones que puedan sonar a revancha contra Losada. Apenas, uno de los principales apoyos nacionales del ganador deslizó una tenue crítica disimulada como explicación del resultado: “Maxi era y es mejor candidato. Y la agresividad de ella fue una mala estrategia”. Asunto terminado. Aunque varios adversarios de Losada no podían contener las ganas de entonar una famosa canción de Sumo, que hoy podría ser considerada discriminatoria.
¿Y la participación?
Por último, la elección santafesina no despeja las dudas ni termina con las elucubraciones más que fundadas sobre la participación del electorado.
En este caso, se mantuvo el piso que se había registrado en las elecciones de 2021, aunque entonces había un atenuante: seguían vigentes restricciones y, sobre todo, temores impuestos por la pandemia del Covid. No obstante, hay un dato incontrastable: la asistencia de entonces, como la de ahora, muestra una caída de cinco puntos respecto de las PASO de 2019, que son con las que realmente se pueden establecer comparaciones.
No es ese un tema menor para nadie, pero sobre todo para el oficialismo peronista y para Rodríguez Larreta, más aún que para Bullrich y para Milei.
Estrategas, consultores y encuestadores admiten que aquellos serían los principales perjudicados por una baja participación. Hasta ahora, ninguna elección provincial ha dado motivos para dar por cerrada la discusión ni despejar las dudas.
Lo más concreto es que, una vez más, en los distritos más poblados y, sobre todo, en el cinturón productivo del país todo lo que tenga rastros de kirchnerismo tiene un techo muy bajo o un rechazo muy alto en la ciudadanía. Justo cuando a Sergio Massa se le ha dado por mostrarse más kirchnerista que nunca.
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