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A continuación, la desgrabación de sus principales conceptos:
- Vamos a plantearnos dos preguntas, en alguna medida retóricas porque es muy difícil encontrarles una respuesta. En realidad, es un ejercicio para advertir dos contradicciones que hay hoy en la vida pública de la Argentina, que tiene el Gobierno. Por lo tanto, son dos preguntas que imaginariamente podríamos estar formulándole a Alberto Fernández.
- La primera apareció en un tuit de Pablo Gerchunoff hace dos días. Se preguntó lo siguiente: "¿Qué pasa cuando una crisis fiscal-monetaria de gran magnitud coexiste con una crisis social y productiva inédita?" Es decir, ¿qué pasa si tengo una crisis fiscal y monetaria, que me obligaría a retirar dinero del mercado, que convive con una crisis social y productiva, que me obliga a volcar dinero en el mercado? Y Gerchunoff contesta: "No sé".
- El problema que plantea Gerchunoff, si uno lo despliega, tiene que ver, en una de sus dimensiones, con el dólar. Hoy el dólar vuelve a ser para la Argentina, y específicamente para el Gobierno y el Banco Central, un gran problema. Hay una manera de mirar el proceso económico y también político, por lo tanto, en estos días, que sería ir mirando el nivel de reservas del Banco Central, porque detrás de la pregunta de Gerchunoff aparece el problema de que hay una necesidad enorme de emisión monetaria.
- Hay una discusión permanente acerca de si esa emisión genera o no inflación. Es una discusión absolutamente abstracta porque el Estado, aquí como en tantos otros lugares del mundo, en medio de esta crisis recesiva, no tiene otra opción que emitir. Claro, nosotros venimos con comorbilidades anteriores. Entre ellas, una inflación muy alta que hace que la emisión monetaria a la corta o la larga, nadie lo sabe, genere una crisis.
- El problema de la emisión hoy, con independencia de los efectos inflacionarios que pueda tener en el corto o en el largo plazo, es que destruye la moneda. Y, al hacerlo, lleva a la gente a buscar el dólar. Esto se nota justamente en el juego del Banco Central con el mercado. En la compra-venta de dólares del mes pasado, la entidad perdió US$500 millones. ¿Qué significa haber perdido ese monto en el mes de julio? Significa que en un momento en que sigue habiendo mucha liquidación de soja y en que hay poca compra de dólares porque hay poquísimas importaciones, ya que los insumos importados están menos requeridos y por lo tanto se necesitan menos dólares, igual el Central pierde dólares. De nuevo: con poco consumo de dólares y una relativa buena oferta de dólares, el Banco Central igual pierde.
- En el cortísimo plazo, esto de poder comprar US$200 por mes al precio oficial se va a cortar. Hay una necesidad angustiante de dólares por parte del Banco Central que ve cómo van goteando sus reservas, aún con cepo. Un cepo al lado del cual aquel de Axel Kicillof que levantó Mauricio Macri era libertad de cambios.
- Esto es un problema, porque la falta de dólares está directamente ligada al mandato político que tiene Alberto Fernández. ¿Para qué se lo eligió a Alberto Fernández? Bueno, cada uno tendrá una respuesta, pero hay una que es indiscutible: para sacar al país de la recesión en la que lo dejó Macri. Y ahora se refuerza ese problema. Sobre llovido, mojado. Para sacar al país de la recesión en lo que lo ha metido la cuarentena. Fernández debe sacar al país de esta recesión, por lo tanto, debe incrementar el nivel de actividad económica. Pero, para hacerlo, se necesitan más dólares. Y ahí está el problema de la falta de divisas en el Banco Central. Si él quisiera reanimar la economía rápidamente, se encuentra con un límite que es la falta de dólares.
- Este es un problema central a lo largo de la historia de los últimos 50 o 60 años de la Argentina y Gerchunoff ha sido uno de los que mejor lo describió. Para algunos es "el problema". Hay un problema de cuántos dólares generar para que el proceso de expansión de la economía sea viable. Ese problema ahora está reducido a escala exagerado, como en una especie de caricatura. El problema que tuvimos siempre, que para crecer no tenemos los dólares necesarios, se agudizó.
- La novedad de los últimos días fue que aparecen funcionarios importantes del Gobierno tratando de dar una respuesta a esta pregunta que se plantea Gerchunoff. Cómo hacer para resolver el nudo gordiano que plantea una economía con una gran depresión en términos de actividad, si a su vez no puedo tener recursos fiscales para darla vuelta porque tengo al Estado en crisis. ¿Cómo se pueden combinar estas dos cosas? ¿Cómo se sale de este atolladero? Tratan de contestar Martín Guzmán, probablemente la que mejor desarrolló la respuesta oficial haya sido Cecilia Todesca y, como una especie de profesor que ambienta al oficialismo aunque no sea funcionario, Daniel Heymann.
- Todesca, que es la que más se aproxima a darle una respuesta, dice: "Vamos a animar a aquellos sectores que consuman pocos dólares". Pero, entonces, van a animar poco. Mientras tanto, sigue la brecha cambiaria, es decir, aparece una velocidad incompatible con las respuestas académicas de los tres. De Heymann, Guzmán y Todesca, que están pensando en una solución de mediano o largo plazo. Pero con el ‘tic tac’ de las reservas del Banco Central y con un sector exportador, concretamente el agro, que dice: "Si estoy viendo que el blue está en 131, el oficial en 72, pero a mí me dan con las retenciones uno de 42, mejor no liquido exportaciones". Entonces, ¿qué va a pasar cuando se quiera reanimar? "No sé", dice Gerchunoff.
- El Gobierno también dice "no sé", pero por lo menos, y este es un gran paso adelante, sale a reconocer este problema. Y es un paso adelante respecto del lugar en que lo había dejado Fernández apenas cuatro días antes, cuando dijo que se había arreglado el gran problema de la deuda y, por lo tanto, ahora se podría hacer todo lo que soñó durante la campaña. Sus funcionarios nos están diciendo que este conflicto no tiene una solución inmediata.
- Están hablando dos funcionarios: Todesca y Guzmán, que forman parte del círculo más ligado a la decisiones de Fernández. Si uno tuviera que identificar a los funcionarios que tienen incidencia en el cerebro del Presidente, diría Vilma Ibarra, Martín Guzmán, y (algo no tan obvio) Jorge Argüello, que está en Estados Unidos como embajador. También están Cecilia Todesca, vicejefa de Gabinete, Matías Kulfas y ahora a este club se integra Sergio Chodos, por una razón también esencial, ya que es el representante de la Argentina en el Fondo Monetario Internacional (FMI).
- El Gobierno también aporta otra novedad durante estos últimos días que está ligada a la relación con EE.UU. Contrataron a un lobbista, Thomas Shannon. Es uno de los norteamericanos que más conoce América Latina de los últimos 30 años. Un dato importante para la Argentina, fue embajador en Brasil en un momento muy conflictivo de la relación de Dilma Rousseff con EE.UU. Bueno, el Gobierno ha ido en busca de alguien que entiende el lenguaje de Fernández, de Brasil, de la región. Y que, viceversa, le puede enseñar al Gobierno cómo decodificar la política americana. Para esto se le pagan 2 millones de dólares por año, a través del estudio de Arnold & Porter. Ya hay un debate sobre si la diplomacia argentina necesita a Shannon o si alcanza con la Cancillería y las embajadas. Pero, además, surgen otros interrogantes: ¿Acaso nos saldrían menos los honorarios de Shannon si la política exterior argentina fuera más amigable en su vínculo con los Estados Unidos? ¿Cuánto gana Shannon gracias a que Fernández firme mensajes agresivos contra el gobierno de EE.UU. con el Grupo de Puebla?
- Lo relevante es que hay una señal detrás de esto, y es que tenemos un problema con Estados Unidos. Un dato importante porque el Gobierno se encamina a una negociación de aproximadamente cuatro a cinco meses con el FMI, donde EE.UU. funciona como un factor decisivo. Es por este motivo que se explica la incorporación de Shannon como lobbista en Washington, algo que vino dado por consejo de Jorge Argüello, el ministro Guzmán y Sergio Chodos.
- ¿Cómo funciona el Fondo Monetario Internacional? Por un lado está Kristalina Georgieva, una figura decisiva que es representante de Europa. El segundo personaje es Geoffrey Okamoto, un americano de ascendencia japonesa que es el segundo en la conducción del Fondo. Y hay un representante mucho más directo de Donald Trump, el representante de EE.UU, que es Mark Rosen. Todo esto es secundario. Hay que mirar a un señor que se llama Mauricio Claver-Carone, que es el encargado de relaciones con América Latina de la Casa Blanca, quien antes estaba en la posición de Rosen, en el Fondo. Claver-Carone acaba de decir que, cuando él estaba en el FMI, alentó a que se le diera un préstamo especial a la Argentina para que Mauricio Macri ganara las elecciones. Bueno, felicidad del kirchnerismo y de Alberto Fernández quienes decían esto sin tener un testimonio que lo avalara. Claver-Carone acaba de decir: "Ayudamos a Macri y a la Argentina fiscalmente dándole reservas, fortaleciendo la posición del Banco Central". Sí, fue así. Pero, ¿por qué es importante esto? Porque Claver-Carone confiesa que para ellos era mejor que ganara Macri . Es decir, que no son amigos de Fernández.
- Hay un reproche especial que puede tener Claver-Carone con el Gobierno. Él es aspirante a conducir el BID. Es la primera vez que EE.UU. aspira a esa posición. Y la Argentina, junto a los gobiernos de México, Chile e incluso Europa, están pidiendo una postergación de esa elección. Para que se despeje la gran incógnita: quién gana las elecciones en Estados Unidos. Y de eso, por lo tanto, va a depender muchísimo la capacidad de maniobra que pueda tener Fernández, Guzmán y Chodos con el FMI. No obstante, mientras la voz cantante norteamericana sea la de Claver-Carone el acuerdo con el Fondo va a estar muy difícil y bastante esquivo.
- ¿De qué se va a hablar en ese acuerdo? Bueno, el Gobierno dice: "No queremos pedir más dólares. No queremos desembolso especiales". ¿A qué se debe? Porque no podríamos cumplir con las condiciones que nos impondrían para esos desembolsos. Entonces, ¿qué queremos? Que nos renueven los vencimientos y no tener que desembolsar nosotros. ¿Qué hace falta para eso? Fijar una política fiscal pactada con el FMI.
- ¿Qué significa hoy hacer una política de ajuste fiscal en la Argentina? Tocar uno de estos tres temas: bajar subsidios a los consumidores de servicios públicos, dicho de otra manera, subir las tarifas, luz, gas. En este clima político, imposible. Hoy supimos que en seis meses YPF perdió 1200 millones de dólares. Aún así se está debatiendo si se va a autorizar o no un aumento en el precio de los combustibles, que es de lo que viven las empresas petroleras que refinan y distribuyen naftas.
- Segundo tema que se podría tocar: hacer un ajuste en el gasto provincial y por lo tanto en la demanda de pesos que tienen las provincias hoy frente al poder central. También, imposible. Se le sublevaría el Congreso a Alberto Fernández.
- Tres: jubilaciones. Por acá va a venir el ajuste. El Gobierno va a tener que hacer una reforma en el sistema previsional. Por lo tanto, un llamado telefónico a La Cámpora, a quien Fernández le entregó la Anses. ¿Fue una decisión inteligente con esta agenda? No sabemos. Ahí está Fernanda Raverta, que depende de Máximo Kirchner, quien ha demostrado en este último tiempo que es tan pragmático como su padre. Por lo que es probable que haya un ajuste en las jubilaciones, operado por La Cámpora. Digo que es pragmático porque se acaba de aprobar para los grandes fondos que tenían bonos en pesos, Pimco y Templeton, que se les pueda pagar con bonos en dólares, cosa que no consigue ningún argentino.
- Hay otra novedad. Cecilia Todesca dijo: "Todo este problema económico que tenemos es imposible de ser resuelto si no hacemos un acuerdo económico y social". De esto venía hablando Alberto Fernández durante la campaña. El propio Gustavo Béliz se encargó de estudiar qué formato tienen institucionalmente los consejos económicos sociales en el mundo, para crear uno en la Argentina y, eventualmente, ponerlo a cargo de Roberto Lavagna. Todo había sido puesto en pausa por las mismas razones por las que Macri se negó a este tipo de acuerdos: que recortan el poder del presidente. Ahora sabemos, por boca de Todesca, que es extremadamente disciplinada a la hora de hacer declaraciones, cuál es el próximo paso.
- Aquí cabe la segunda pregunta, ¿se puede llevar adelante una agenda económica cuyo desenlace metodológico es un acuerdo económico y social, donde seguramente va a haber precio, salarios, precio del dólar, precio de las tarifas, de los impuestos, en este clima de confrontación política?
- Horacio Verbitsky escribió que, cuando los empresarios se reunieron con los sindicalistas de la CGT, Alberto Fernández llamó a su amigo Héctor Daer y le dijo: "¿Cómo me hacés esto? ¿No ves que se me enoja Cristina?" ¿El acuerdo económico social que permitiría tramitar estos ajustes se puede hacer sin enojar a Cristina? Fernández cree que no.
- ¿Qué posibilidad tiene el Presidente de salir adelante con su agenda de consenso, con una vicepresidenta y líder política que tiene como estrategia el conflicto? Una aclaración: el consenso parece ser prestigioso siempre, mientras que el conflicto parece tener mala fama también siempre. Es una visión arbitraria. Hay una forma de entender la política que sostiene que la usina de poder consiste en sobrevolar las contradicciones. O, dicho de otra manera, representar a la Nación. Mientras que hay otro modo de entender la política para la cual la fábrica de poder es el conflicto. Está desarrollado teóricamente hasta el cansancio. Cristina Kirchner tiene una idea de la política que supone la permanente confrontación entre ellos y otros. Si uno mira la entrevista de Karl Marx en Times en su momento termina con la pregunta: "¿Qué es la Historia?". Y él contesta: "Lucha". Es una forma de entender la política.
- Cristina piensa esto, pero el tema es que su agenda no coincide con los objetivos de Fernández. La semana pasada el Presidente le dijo a Gustavo Silvestre en C5N que quiere un dólar competitivo y exportar mucho, mientras Cristina le dice que se tiene que pelear con el campo y con Techint, que son, en una simplificación, los que le pueden proveer de dólares.
- Todo esto se concentra en una cuestión principal que estamos viendo todos los días. ¿Se puede llevar adelante una reforma judicial en medio del conflicto? El Presidente envía una reforma judicial al Congreso, que pretende ser ecuménica. Que pretende estar pensada para resolver los problemas de justicia que tiene la sociedad y para remover los vicios que tiene el sistema judicial. Mientras tanto, desde su cuenta de Twitter, la vicepresidenta explica qué tiene que hacer la jueza Servini de Cubría para, prácticamente, ponerlo preso a Macri. La Cámara Federal le dice a Servini que no puede hacer eso. ¿A quién le hace caso Servini? ¿A Cristina o a la Cámara Federal? A Cristina. Por eso Servini está denunciada por desobediencia ante la Cámara. No sé si el lawfare existe o no. Pero, de existir, es muy parecido a esto. Es decir, Macri estaría en el lugar en el que la expresidenta denuncia haber estado durante los cuatro años del gobierno de Cambiemos. Con una vicepresidenta que tiene un poder enorme, y les dice a los jueces qué tienen que hacer para lograr determinados resultados.
- ¿Este es el sentido de la reforma de Fernández? Si lo hipnotizo y le pregunto, me va a decir que no. Pero es inevitable que Cristina, con su agenda conflictiva, le imponga el sentido a lo que quiere hacer Fernández en materia de Justicia. Hoy escuchaba a uno de los políticos argentinos que más conoce a Cristina Kirchner y me decía: "Ganó la elección, volvió, inventó un presidente, tiene mayoría en las dos cámaras, ya tiene un monumento, debería estar con la grandeza, con la magnanimidad que da la victoria, y sin embargo, no. Está viendo causas judiciales para ver a quién se debe meter preso y a quién no". Esto es un sello de personalidad, es una imposibilidad de pensar el consenso aún cuando ganó, aún cuando manda.
- Esta contradicción, le plantea a Fernández un problema adicional, porque los conflictos que desata Cristina Kirchner no son los de este Gobierno. Son los del suyo. Si uno mira la cuenta de Twitter de la expresidenta, que es el medio donde ella se expresa, los enemigos son los del 2012, 2013, 2014, 2015. El Presidente ni siquiera puede tener sus propios enemigos. El listado de conflictos de la señora de Kirchner quedó anclado, como una estatua de sal, en 2015. Este es otro de los inconvenientes de Fernández. No solo lo obligan al conflicto cuando necesita el consenso. Lo obligan al conflicto de otro.
- Una dificultad más para Fernández es que esta agenda potencia enormemente a Macri, quien debe estar agradecidísimo de que al discurso del Gobierno lo imponga la vicepresidencia. Porque Macri solo puede funcionar en un debate que hable de la calidad institucional. No puede hablar de economía. Y Cristina hace todo el aporte necesario para que él pueda plantarse en la escena pública sin explicar la recesión que dejó, en la que todavía estamos metidos. Quiere decir que, como siempre, juegan juntos sin quererlo. En el medio quedan la mayoría de Cambiemos y, sobre todo, Alberto Fernández.
Por Carlos Pagni
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