Domingo de vértigo en Olivos: la trastienda del llamado a Cristina y un ofrecimiento que no prosperó
El Presidente le envió un mensaje por Telegram a su vice pasadas las 19.30 y se resistió a hacer una cirugía mayor en su gabinete; detalles de una jornada a puro nerviosismo
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Recién pasadas las 19.30, Alberto Fernández cedió. Mandó un mensaje por Telegram y le pidió a los funcionarios que lo acompañaban en Olivos: “Déjenme solo”. El Presidente -que, contra el consejo de todos los que lo rodeaban, se resistía a levantar el teléfono- finalmente llamó a Cristina Kirchner. En una charla marcada por el dramatismo de las circunstancias, acordaron dos candidatos para el Ministerio de Economía. El primero fue el de Emanuel Álvarez Agis. Ya eran más de las 20 y se barajaba la posibilidad de un feriado cambiario para hoy si no había “fumata blanca” de la pareja presidencial. Pero el economista no aceptó y ese plan no prosperó. Avanzó entonces la alternativa de Silvina Batakis, el otro nombre de consenso. Ella sí estaba dispuesta a reemplazar a Martín Guzmán.
Así cerraba ayer un domingo negro que marcó a fuego a la gestión de Alberto Fernández y que estuvo atravesado por el nerviosismo y la incertidumbre. El desenlace se demoró por la fuerte resistencia del Presidente a hacer una cirugía mayor en su gabinete y por su intransigencia para restablecer el contacto con su vice. La vicepresidenta estaba dispuesta a dialogar pero si era él quien daba el primer paso.
Casi todos los que desfilaron por Olivos intentaron convencer a Fernández de que retomara el diálogo con Cristina para salir de la peor crisis de su gestión. En la primera parte del día se habían acercado a la quinta presidencial el canciller, Santiago Cafiero; el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello; el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz; el jefe de Asesores, Juan Manuel Olmos y la portavoz presidencial, Gabriela Cerrutti.
Fernández arrancó el día convencido de hacer un único cambio, “ministro por ministro”, luego de que Martín Guzmán lo tomara el sábado por sorpresa con su carta de renuncia. Durante la semana, el exministro de Economía le había exigido cambios al Presidente en el equipo económico, pero el jefe de Estado no había interpretado que se trataba de un ultimátum de su funcionario estrella. Así las cosas, Fernández quería evitar una intromisión total de sus socios políticos en su gobierno. Lo que estaba en juego era su autoridad. Por eso hizo trascender que el “plan económico” no iba a cambiar.
A pesar de la urgencia por buscar un nuevo ministro (y aunque no se descartaba una reforma profunda del gabinete), los movimientos en Olivos no tomaron ritmo hasta después de las 11, cuando llegó Sergio Massa, el otro gran protagonista de las negociaciones. “Alberto y Sergio son de tardar”, justificó un testigo de la jornada las demoras en la toma de las decisiones.
Según pudo reconstruir LA NACION de distintas fuentes, Fernández solo estuvo dispuesto a ofrecerle a Massa el ministerio de Economía, pero el líder del Frente Renovador planteó que para desembarcar en el Poder Ejecutivo necesitaba la botonera completa. Es decir, asumir la jefatura de Gabinete y ubicar a personas de su confianza en el Palacio de Hacienda, el Banco Central y la AFIP. El presidente de la cámara de Diputados reclamó, además, que hubiera un acuerdo político con Cristina que protegiera cualquier decisión.
Nombres en danza
En la propuesta de Massa, quien apareció como posibilidad para aceptar el cargo que dejó Guzmán fue Marco Lavagna. Martín Redrado nunca estuvo sobre la mesa del Presidente, según funcionarios que lo conocen. Tampoco Miguel Peirano.
Sin llegar todavía a un acuerdo, pasado el mediodía, Massa salió de Olivos por el túnel de avenida del Libertador para evitar las cámaras. Volvió a Tigre para mantener reuniones con su equipo, tantear a los economistas que podrían acompañarlo y tender puentes con el kirchnerismo. El presidente de la Cámara baja, a diferencia de Fernández, siempre mantuvo comunicación fluida con Cristina y Máximo Kirchner.
A las 17, Massa regresó a Olivos. Para entonces ya se habían sumado la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra; el secretario de Comunicación Pública, Juan Ross y el legislador porteño Claudio Ferreño. También el jefe de gabinete, Juan Manzur. Su nombre sonó como prenda de negociación, pero seguirá en su cargo.
Entrada la tarde, Fernández recibió un llamado de Estela de Carlotto, que le pidió de forma encarecida que cediera y llamara a Cristina Kirchner para evitar un sufrimiento mayor. Con una puja de poder al rojo vivo, toda alta dirigencia del Frente de Todos tendió puentes concretos para que la pareja presidencial retomara la comunicación. Pero el jefe del Estado dio a entender a sus colaboradores que el pedido que más le llegó y lo hizo reflexionar fue el de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo.
Entonces Fernández -que seguía firme en limitar los cambios solo al Ministerio de Economía- quiso tantear a Silvina Batakis para el cargo. El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, era uno de los que había recomendado su nombre. La contactó primero Santiago Cafiero y luego intercedió el ministro de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli (que fue su jefe entre 2011 y 2015) para darle a la funcionaria una mayor muestra de apoyo . “Lo vine hablando con Miguel Pesce y horas antes de la decisión fui el responsable de ubicarla, para que se pusiera en contacto con el Presidente que tomó la decisión. Esto fue ayer a la tarde; a las siete la pude ubicar”, dijo hoy Scioli.
El rechazo de Álvarez Agis
Respecto a Álvarez Agis, Fernández lo había sondeado en las semanas previas. El economista le transmitió al Presidente que no tenía intención de volver a la administración pública tras su experiencia como viceministro de Economía de Axel Kicillof y que estaba en una buena situación en el ámbito privado. Pero el Presidente se quedó con la impresión que si había un fuerte consenso en la cúpula del Gobierno, podían llegar a convencerlo.
Así, cuando finalmente Alberto llamó a Cristina, el primer nombre sobre la mesa fue el de Álvarez Agis, según pudo confirmar LA NACION de tres testigos directos de las negociaciones. Fernández le dio a entender a su vice que era necesario que lo llamaran de ambos campamentos para persuadirlo. Procedieron, pero no tuvieron éxito. Y cerca de las 21, Batakis quedó como la elegida.
Con la decisión tomada y comunicada, hacia el ocaso de la jornada, hubo un intento por montar una conferencia de prensa de Cerruti y Manzur. Pero hubo que darla de baja porque un grupo de ocho vecinos que hacían un cacerolazo y gritaban en protesta sobre la calle Villate.
Cerca de las 23, Fernández, Massa y parte de los funcionarios que habían pululado por Olivos durante todo el día cenaron juntos. Comieron pizza y empanadas.
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