Doble rol: el juego de Sergio Massa, tercer partenaire de la alianza entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner
Sergio Massa tiene un doble rol en el oficialismo. Hiperactivo en el Congreso y con un alto perfil público -rasgos característicos de su ADN político-, mantiene la autonomía para exteriorizar sus matices con el Gobierno en temas álgidos, como Venezuela, la reforma judicial, el caso Vicentin o el abordaje de la inseguridad. A la vez, exhibe hacia adentro sintonía con La Cámpora y sinergia con Alberto Fernández y Cristina Kirchner, los socios mayoritarios de la coalición gobernante. En definitiva, se muestra como una voz disonante en discusiones extramuros, pero como un engranaje de la unidad en el seno del poder.
El juego de Massa, el tercer partenaire del Frente de Todos, parece navegar entre esas dos pulsiones, no necesariamente enfrentadas: ¿busca blindar a Fernández y trabaja en pos del éxito de la gestión del experimento político que triunfó en las urnas? ¿Apuesta, con más o menos sigilo, a posicionarse como un candidato de la coalición para 2023?
Desmarques
El presidente de la Cámara de Diputados administra sus desmarques públicos del Gobierno. "Entra y sale de los temas. Dice cosas que Alberto no puede, porque son políticamente incorrectas para un sector del frente", comenta un dirigente cercano al tigrense.
Por ejemplo, Massa marcó un fuerte contraste con la Casa Rosada y el kirchnerismo al decir que "sin dudas" en Venezuela hay una dictadura o que no sería necesario ampliar la Corte. También se diferenció del libreto oficial cuando criticó las excarcelaciones en plena pandemia o cuando buscó dar respuestas a la queja del campo por los ataques a silobolsas y los reclamos por la creciente inseguridad en el conurbano.
El líder del Frente Renovador entiende que sus posturas ante la opinión pública representan un contrapeso de las visiones extremas de un sector del kirchnerismo. Que ocupa el lugar de la derecha en el amplio espectro oficial y sus intervenciones funcionan como "un equilibrador" ante la mirada del universo no kirchnerista.
Massa desdramatiza las tensiones. Cree que las diferencias en el trazo fino de la gestión son naturales en una coalición y enriquecen al frente. Pero, sobre todo, considera que preservar su identidad política les permite sostener la amplitud de la fuerza. "Ni Sergio ni Alberto ni Cristina perdieron su impronta, ni dejaron de decir lo que piensan. El día que eso cambie, el espacio deja de funcionar", remarca una de las principales espadas del massismo. "Tiene discrepancias, pero su foco está en salvaguardar a Alberto", señala un funcionario del Frente Renovador.
Juego interno
Massa se percibe y se mueve como integrante de la mesa de decisiones del Gobierno. No solo tiene representantes en altos cargos del Estado, también se sienta en la mesa chica del Ejecutivo que se reúne los martes. Y exhibe sinergia con el jefe de bloque oficialista en Diputados, Máximo Kirchner. Para el tigrense, mostrar esa coordinación funciona como anticuerpos frente a los intentos de sectores externos e internos ("fuego amigo") de generar fisuras. Es más, se jacta de haber mantenido cohesionado al oficialismo en la Cámara baja, donde conviven alfiles de las tribus más disímiles del espacio.
La dinámica del vínculo entre Massa y Máximo es otra incógnita que sobrevuela el ecosistema oficialista. ¿Cómo se reparten el poder? En el massismo hablan de una convivencia "armónica", con un objetivo común: "Los dos quieren ayudar a Alberto. Es una relación de construcción", afirman.
El titular de la Cámara baja se siente valorado -y hasta cuidado en asuntos protocolares- por el jefe de La Cámpora, otro nombre que aparece anotado entre los aspirantes a la presidencia. Se reúnen con frecuencia por política y gestión (sus aliados conviven en el Congreso y en organismos del Gobierno) o para compartir una cena con grandes empresarios. De hecho, cerca de Massa dicen que ambos actúan en tándem a la hora de la rosca: "Cuando hay que ser moderado, Sergio entra en juego, y cuando hay que ser más duro, sale Máximo".
Fricciones
A más de un año del "café de la unidad" con el que selló su vuelta al kirchnerismo, Massa se siente integrado a la gestión de Fernández, quien suele endulzar los oídos del tigrense cuando lo califica como el dirigente de su generación "mejor preparado" para ser presidente. Y valora que Fernández les haya dado sillas relevantes a dirigentes massistas, como Mario Meoni (Transporte) o Malena Galmarini (Aysa), entre otros.
Massa adjudica al "fuego amigo" la versión sobre el malestar del Presidente por sus intervenciones y su anticipada irrupción mediática post acuerdo por la deuda. Es que, según dejó trascender el propio Gobierno, Fernández solo quería resaltar a Martín Guzmán (Economía) como artífice del logro para darle volumen político. "Sergio no se quiso llevar los galones. Interactúa con el mercado y conoce a los actores, pero sabe que Guzmán es el único negociador", lo defiende uno de sus consejeros. "Si alguno en el Gobierno sintió celos, son cosas chiquitas comparadas a los quilombos que tenemos", comentan en el despacho del tigrense, quien estuvo en Olivos la noche en que se cerraría el acuerdo con los bonistas.
También cobró protagonismo con el rebrote de la inseguridad. Frente a los zigzagueos del Gobierno, se mostró junto a Sabina Frederic (Seguridad), quien está enfrentada con su par bonaerense Sergio Berni, y presentó un proyecto para crear una Agencia Metropolitana de Seguridad. Con esa jugada, ¿busca esmerilar la figura de Berni, quien tiene aspiraciones electorales con un discurso similar al del tigrense? Massa cree que su plan serviría en la práctica para apaciguar los ánimos entre Berni y Frederic. Tampoco siente que haya generado un cortocircuito con el canciller Felipe Solá por Venezuela: "No me compro peleas ajenas. Fijo opinión", dice a los suyos.
Su vínculo con Cristina Kirchner es más distante que con Fernández o Máximo. De hecho, ya tuvieron diferencias, por ejemplo, con el recorte de dietas. Massa repite a sus colaboradores que se enfoca en evitar el naufragio en la gestión del Frente de Todos. "Quiere que el esfuerzo de la unidad valga la pena. Si Alberto fracasa, fracasamos todos", sintetizan. Piensa que el éxito del Gobierno radicará en que logre combinar vehemencia para abordar las urgencias con una mirada desapasionada para aplicar el mejor instrumento.
Quienes conocen a Massa coinciden en que está en modo zen. Lo ven más sereno a la hora de proyectar y perciben que entendió que su ansiedad por llegar a la Casa Rosada lo dañó políticamente. "Decidí no correr más hacia adelante", repite como un mantra. Sin embargo, en su entorno no dudan de que mantiene despierta su ambición de ser presidente en 2023.
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