Pandemia. Macri y el virus, los ejes de la defensa de Alberto Fernández en el Congreso
Mauricio Macri y el coronavirus, en ese orden. La pandemia le dio a Alberto Fernández una nueva excusa para defender a su gobierno. En la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, el análisis del coronavirus abarcó los primeros 25 minutos de su discurso de casi dos horas: hubo poca autocrítica, ninguna de las comparaciones con otros países que marcaron el inicio de su gestión y cierto tono de victimización.
En las referencias al expresidente, Fernández subió el volumen y pasó a la arenga. Se sentía cómodo y validado por los aplausos. Con el coronavirus, en cambio, susurró excusas. Ambos fueron el andamiaje en el que se apoyó para armar la primera parte de su texto, donde tuvo que rendir cuentas sobre lo actuado en el primer año de Gobierno.
"Enfrentar el incendio sabiendo que otros habían terminado con el agua", esa fue la metáfora que usó el Presidente para señalar a quienes considera los responsables de los males que aquejaron a los argentinos durante el último año: Mauricio Macri y el virus. La selección, claro, lo exime de responsabilidades.
Salvo un agradecimiento a los trabajadores de la salud, que generó la primera ronda de aplausos, sus referencias a la pandemia fueron escasas, vagas y, por lo general, a la defensiva y con ánimo crispado. Es lógico, el Presidente no tiene grandes logros para transmitir en ese rubro.
Vacunas
El suministro de vacunas fue la última épica que se intentó desde el oficialismo, pero la aparición de un vacunatorio para los amigos del poder empañó aquellos esfuerzos. Sobre este tema, el Presidente ensayó un principio de autocrítica, pero enseguida se escabulló con ataques a los "poderes hegemónicos" que lanzan "petardos cargados de falacias". Rescató a las "críticas bienintencionadas", pero excluyó de ese grupo a la oposición y a la prensa que le señala los privilegios que supone el vacunatorio paralelo montado por Ginés González García, su exministro de Salud.
El escándalo por las vacunas de privilegio fueron el único espacio donde, aunque con estas salvedades, el Presidente exhibió cierta capacidad de revisión de su gestión sanitaria. El resto de las decisiones que tomó durante la pandemia –la larga y temprana cuarentena, la estrategia de testeos, la falta de clases presenciales durante casi todo el ciclo lectivo pasado y la pirotecnia verbal contra runners, entre otras tantas cuestiones- no recibieron demasiadas menciones en su discurso.
Estas ausencias son notorias en relación a cómo se expresaba el propio Fernández en el inicio de la pandemia. Lejos en el tiempo quedaron las conferencias con Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicilof en la Quinta de Olivos, cuando el Presidente exhibía gráficos comparativos de contagios y muertes por millón entre la Argentina y otros países del mundo.
Para entender la ausencia: luego de un inicio auspicioso, cuando la Argentina figuraba en el fondo de la tabla de víctimas del virus, los números se dieron vuelta. En un momento, hacia fin del año pasado, llegamos a estar entre los cinco países con más muertes por millón de habitantes. La cantidad relativa de muertes será la variable definitiva de la pandemia, e incluso influirá en la evaluación de la gestión de Fernández. "Para preguntar si lo que hicimos está bien, miren los resultados", dijo el Presidente el 19 mayo.
Al momento, la Argentina se recuperó y está en el puesto 24 de ese ránking. Pero el desfasaje estacional desaconseja las comparaciones. Los países del hemisferio norte sumaron muertes cuando comenzó el invierno y lo mismo podría pasar en la Argentina.
Precavido, el Presidente abandonó las comparaciones y se concentró en el enemigo de siempre.
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