Diputados: en un clima festivo pese a la crisis, Massa se despidió con un discurso conciliador con la oposición
El futuro ministro de Economía formalizó su renuncia a la banca y a la presidencia del cuerpo en una sesión especial desbordada de militantes del Frente Renovador; críticas de la oposición
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A sabiendas de la complejidad de la crisis que deberá enfrentar a partir de mañana como ministro de Economía, Sergio Massa eligió un tono moderado y conciliador con la oposición en su mensaje de despedida como presidente de la Cámara de Diputados. En su última aparición frente al recinto, con los palcos desbordados de militantes de su partido –el Frente Renovador-, invitó a la oposición a deponer las disputas partidarias para acordar políticas de estado a largo plazo “que transformen la Argentina”.
“La Argentina necesita que, más allá de nuestro debate apasionado, convencido, necesita que en algunos temas tengamos la humildad, la tolerancia, la capacidad y el coraje de construir consensos y políticas de Estado. De darle un camino de largo plazo a aquellos temas que pueden transformar la Argentina”, pidió Massa antes de dejar el sillón de la Presidencia.
Fue extraña la postal que se vivió esta tarde en la Cámara de Diputados. Más que una sesión convocada para aceptar la renuncia de Massa -con la impronta institucional que eso implicaba-, se pareció a un espectáculo festivo convocado por el oficialismo para intentar resucitar al gobierno de su peor crisis y entronizar a la figura que irá a su rescate. Fiel a su estilo histriónico, Massa se mostró emocionado y exultante a la vez; allí estaban todos para aplaudirlo: incluso Cristina Kirchner, quien ayer lo bendijo con una fotografía conjunta en su despacho, envió una delegación de sus senadores más fieles para respaldarlo.
“Si hay algo que me enseñó este lugar es a escuchar mucho más que hablar -continuó Massa-. Es aprender a tolerar, es a convivir en la diferencia, es a intentar hasta el último instante, muchas veces con resultados positivos y muchas veces con resultado negativo, a buscar acuerdos, pero sobre todas las cosas me enseñó a valorar y a respetar la tarea que cada uno de ustedes lleva adelante”.
Los legisladores oficialistas lo despidieron de pie; en el palco principal su mujer Malena y su hijo Tomás se abrazaban emocionados. En primera fila aplaudían los ministros del Interior y de Transporte, Eduardo De Pedro y Alexis Guerrera, acompañados por el titular del Indec, Marco Lavagna; la vicegobernadora bonaerense, Verónica Magario; la ministra de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, Cristina Álvarez Rodríguez; el ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak; y la vicegobernadora de Santa Fe, Alejandra Rodenas.
La algarabía no contagió a la oposición que, sentada en sus bancas, respondió con su silencio y algún aplauso tibio.
“Hoy pareciera que venimos a hacer un lanzamiento de un nuevo gobierno. Y debo decirle, deseándole la mejor de las suertes al ya exdiputado Massa, que él es parte del Gobierno. Agarran el timón cada uno de un lado; tiran cada día para un lado distinto. Ojalá se termine, exdiputado Massa, ojalá sea capaz de torcer ese rumbo”, arrancó Waldo Wolff, de Pro.
Le siguió Mario Negri, jefe del bloque radical quien, sin nombrarlo, se dirigió a Massa y advirtió sobre los riesgos de caer en mesianismos.
“Estamos en una situación de extrema gravedad, con un combo peligroso de debilidad institucional, desconfianza de la figura presidencial e incertidumbre económica -alertó-.Temo que se caiga en la enorme tentación de creer que puede haber salvatajes individuales o providencia de personas que llegan. Está llena de providencias la historia argentina y se han multiplicado los fracasos después de esas providencias. No se trata de trabajar con grageas, sino de tomar el toro por las astas. Tenemos el reloj en tiempo de descuento”.
Ya por entonces el clima en el recinto era espeso. Empezaban a sonar algunos silbidos desde los palcos y las bancas oficialistas. Sin embargo, cuando el radical cordobés Rodrigo De Loredo embistió contra la gestión de Massa como presidente del cuerpo y reclamó que declinara su ambición presidencial, el recinto estalló.
“Si tengo que decirle una opinión acerca de si esta honorable casa estuvo a la altura de las demandas sociales debo confesarle que no”, sentenció De Loredo con la mirada puesta en Massa, quien tras renunciar a la banca se apostó en una de las bandejas del hemiciclo. “Sesionó poco, trabajó poco y hubo pocas leyes de trascendencia para la situación que vive el país”, agregó el cordobés, y remató: “Sería muy importante que esté dispuesto a renunciar a una pretensión de candidatura para el 2023″.
Estaba claro, a esta altura del debate, que la oposición no estaba dispuesta a acompañar los enroques oficialistas. La mayoría de los bloques decidió abstenerse a la hora de designar a Cecilia Moreau como sucesora de Massa al frente de la Cámara de Diputados. Sólo la apoyó el Frente de Todos y un puñado de bloques aliados.
Fue Germán Martínez, el jefe del bloque del Frente de Todos, quien propuso su nombramiento. “Cecilia Moreau posee cuatro cualidades que creo fundamentales: primero, la trayectoria de militancia; después, su compromiso con el Frente de Todos, su trayectoria legislativa y, en cuarto lugar, su notable calidad humana”, reseñó.
Con una ovación en el recinto -sobre todo del público femenino- Moreau se convirtió en la primera mujer en la historia parlamentaria en asumir como presidenta de la Cámara de Diputados. Empero, por tratarse de un reemplazo su mandato durará solo cuatro meses, hasta diciembre próximo, cuando se elegirán nuevas autoridades.
“Soy consciente que tengo una responsabilidad adicional por ser mujer, y la verdad que me genera un orgullo extra ser la primera mujer de la Cámara”, enfatizó, pero no quedó allí. “No se confundan, no voy a gobernar con mis hormonas esta Cámara, sino con mi cabeza y con mi corazón militante y mis convicciones políticas”.
De estilo vehemente y frontal, la llegada de Moreau a la presidencia del cuerpo no cosecha demasiadas simpatías entre los opositores: Juntos por el Cambio se abstuvo de acompañarla, al igual que la izquierda, el socialismo y Córdoba Federal. Los libertarios votaron en contra. Solo una diputada de la oposición salió en su defensa: Graciela Camaño, del Interbloque Federal.
“Ella es radical y yo soy peronista, ella defendió y militó por el aborto y yo voté en contra. Ella se fue con los kirchneristas, yo me quedé afuera en oposición. Y punto: nadie le puede negar la militancia, el trabajo. Nadie puede negar que hizo todos los corsus honorum de la política -enfatizó Camaño-. Hoy cuando Cecilia se siente ahí con el voto de la mayoría, vamos a tener por primera vez en la historia un poder legislativo femenino”, enfatizó Camaño.
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