Diplomáticos y referentes políticos piden “preservar los consensos” entre Argentina y Chile

Preocupados por el deterioro de las relaciones bilaterales, corporizadas en el áspero vínculo personal entre el presidente Javier Milei y su par chileno, Gabriel Boric, ex cancilleres de Argentina y Chile pidieron a través de una declaración “preservar los consensos alcanzados” en la resolución de conflictos, entre ellos el diferendo limítrofe de 1978 en torno a la islas que circundan al canal de Beagle, resuelto mediante el denominado Tratado de Paz y Amistad, suscripto en 1984.

“En estos años han pasado por los respectivos gobiernos de Santiago y Buenos Aires diferentes fuerzas partidarias que, sin embargo, han mantenido los consensos alcanzados, base para la construcción de una perspectiva asociativa de largo plazo”, reza la declaración, que firman ex cancilleres argentinos de distintas gestiones del kirchnerismo como Rafael Bielsa, Santiago Cafiero, Felipe Solá y Jorge Taiana, más Susana Malcorra (Cambiemos). Por el lado chileno suscribieron la carta, titulada “proteger lo logrado y ampliar la asociatividad para el bienestar y la seguridad de argentinos y chilenos”, los ex jefes de la diplomacia chilena Antonia Urrejola, Juan Gabriel Valdés, Ignacio Walker, Soledad Alvear, Mariano Fernández, Carlos Figueroa, José Miguel Insulza y Heraldo Muñoz.

“Nosotros, ex cancilleres de distintas formaciones y tradiciones doctrinarias (…) no olvidamos que las tensiones que nos llevaron al abismo bélico provinieron de gobiernos autoritarios y se asentaron en expresiones de altos funcionarios que propiciaron un inminente conflicto militar. Y sabemos por nuestra continua experiencia en democracia que solo mediante la cooperación y la estabilidad nuestras sociedades conocerán el bienestar y la seguridad. Solo con una voz conjunta, entre nosotros y en América del Sur, podremos mejorar nuestra autonomía en los asuntos internacionales en momentos tan cruciales para la humanidad”, afirma la carta, en la que también trabajaron el internacionalista argentino Juan Gabriel Tokatlián y el economista chileno Carlos Ominami.

La carta recuerda la firma del trataro de Paz, “que estuvo a punto de causar una guerra fratricida entre ambos pueblos”. Puntualiza que “la mediación del Papa Juan Pablo II no solo evitó una catástrofe que habría marcado la historia de dos vecinos y hermanos, sino que despejó el camino para una nueva etapa en las relaciones binacionales, que ha traído beneficios tangibles para todos y que debe ser cuidada, profundizada y extendida tanto en el presente como en el futuro”.

Los firmantes recuerdan, además, que “a partir de 1991 hemos fortalecido la cooperación y la interdependencia económica, social y cultural, y hemos promovido el diálogo y la concertación política, en coincidencia con los principios y valores de la democracia, y el respeto a los derechos humanos”. Agregan que “la existencia de múltiples espacios de convergencia, sistematizados en el Tratado de Maipú, conforman una red institucional que incluye a la ciudadanía de ambos países y está disponible para seguir fortaleciendo la integración entre Chile y la Argentina. Por ello, entre otras, alentamos en esta hora a la diplomacia ciudadana. Esto es, el tipo de diplomacia en el que grupos no gubernamentales tienen un rol complementario al del Estado, asumen una labor de interlocución legítima con distintas contrapartes y despliegan alianzas novedosas con las respectivas sociedades civiles”.

Los ex cancilleres sostienen también que “nuestras Fuerzas Armadas trabajan con similares propósitos, con transparencia y convicción, en el contexto de la colaboración, siendo parte de mecanismos que alientan la confianza mutua y desafíos compartidos de los que derivan tareas comunes”. Y dejan a salvo que las diferencias “se tratan por canales correspondientes con el objetivo de solucionar pacíficamente cualquier controversia y malentendido”.

Persistir en los avances

“La memoria de nuestros libertadores se hace aún más imperioso en tiempos de incertidumbre mundial, en los que la discordia pareciera vencer a la distensión. Persistir en los avances alcanzados con tanto esfuerzo, más que alterarlos, sigue siendo la forma de llegar a la meta que chilenos y argentinos anhelamos: paz y bienestar para todos, con justicia, solidaridad y libertad”, culmina la declaración.

El pasado 24 de noviembre, el presidente Javier Milei y su canciller, Gerardo Werthein, faltaron con aviso a la ceremonia organizada por el Papa Francisco para conmemorar las cuatro décadas del Tratado de Paz y Amistad con Chile, firmado por el gobierno de Raúl Alfonsín. Según argumentaron desde el Gobierno, el desplante de la Casa Rosada-que envió a su embajador en el Vaticano, Luis Pablo Beltramino, mientras por el lado chileno asistió el canciller Alberto Van Klaveren, se debió al enojo de Milei con su par chileno Gabriel Boric, quien en la reciente cumbre del G20 se diferenció al exponer sobre el rol del Estado. “Hay que generar espacios comunes, en donde haya aspectos de la sociedad que no sean sujetos de negocios”, planteó Boric, en las antípodas del discurso que el libertario había dado minutos antes en el encuentro en Río de Janeiro. Más allá de las diferencias ideológicas, a Milei no le habría gustado percibir gestos de disconformidad de Boric cuando le tocó exponer en el plenario de la cumbre, según arriesgaron entonces fuentes cercanas a la cancillería chilena.

Hace dos semanas, el ministro de Economía Luis Caputo, afirmó que “Chile está gobernado por un comunista que los está por hundir”. La Cancillería chilena envió una carta de protesta por la frase, pero el Presidente Milei la avaló a través de un retuit con una frase sugestiva: “poniendo zurdos en su lugar”, escribió el primer mandatario, en defensa de Caputo. Boric le pidió públicamente “más humildad”, porque-aclaró-”los presidentes pasamos, pero los pueblos pero las instituciones quedan”.

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