Dinero público para uso personal
Los recursos que reparte Sergio Massa son producto de la emisión espuria de pesos, que es la mejor forma de aventar el fuego de la inflación
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Nadie sabe por qué quieren llegar en semejantes condiciones económicas y sociales, pero lo cierto es que la campaña electoral, cuando faltan poco más de veinte días para las elecciones generales, es una fábrica de hechos inverosímiles. Por ejemplo, es fácil deducir que Sergio Massa está seguro de que no será presidente. De otra manera, no se explicaría el despilfarro constante de dinero que, para peor, el Estado no tiene. Los recursos que el ministro reparte a manos llenas son producto de la emisión espuria de pesos por parte del Banco Central; todos los manuales de economía dicen que esa es la mejor manera de aventar el fuego de la inflación. Poco importa. Las elecciones de 2023 están saturadas de anomalías: ¿alguien vio antes un ministro de Economía y candidato que usara el dinero público para su personal campaña electoral? Nadie. Esas cosas sucedían en algunas provincias del norte, no en todas, gobernadas por caudillos eternos, como Formosa o Santiago del Estero. Massa dice que su único objetivo es participar de una segunda vuelta con Javier Milei para luego, perdidoso ya, regresar a su casa con un caudal importante de votos y liderar la renovación del peronismo. Las esperanzas de peronistas que venían del interior cayeron abatidas no bien terminó la primera batalla electoral. ¿Y Omar Perotti, gobernador de Santa Fe? Perdió de mala manera su provincia frente a Juntos por el Cambio, luego de fracasar repetidamente con todas sus políticas para combatir el narcotráfico. Hay franjas importantes de su provincia donde el Estado parece haber caído, vencido, ante los mercaderes de la droga, de las adicciones y de la muerte. ¿Y Sergio Uñac, gobernador de San Juan? Uñac despertó en su momento cierta expectativas en sectores empresarios y profesionales de la Capital, que frecuentó con un discurso de modernidad y de lejanía con el kirchnerismo. Pero cayó tumbado por la obsesión reeleccionista que aqueja a muchos gobernadores. La Corte Suprema le prohibió ser candidato a una re-reelección, que la Constitución provincial no permite. La Constitución sanjuanina señala que el gobernador y el vicegobernador pueden ser reelegidos dos veces. Uñac trató de que la Justicia ignorara su primer mandato como vicegobernador, pero el máximo tribunal del país le recordó, cuando bajó su candidatura, la letra y el espíritu no solo de la Constitución de San Juan, sino también de la nacional. Uñac cometió un acto desesperado y puso como candidato a gobernador a su propio hermano, Rubén, en un jactancioso ejercicio de nepotismo, pero las elecciones las terminó ganando el postulante de Juntos por el Cambio, Marcelo Orrego. En ese desierto de liderazgos que es ahora el peronismo, Massa está apostando a quedarse con el partido que fundó Perón.
Es probable que si él entrara al ballotage, su objetivo se convierta entonces en ganar la presidencia. Solo el irresponsable derroche actual de dinero público permite suponer que ese no será nunca un proyecto inmediato del ministro de Economía. Pero Massa tiene siempre planes que ni él mismo conoce; simplemente suceden al ritmo del oportunismo político. Cristina Kirchner fue la primera en abandonar cualquier expectativa con el ministro de Economía. Ella ni siquiera quiso ser candidata a senadora por las dos provincias que puede serlo, Buenos Aires (donde nació) y Santa Cruz (donde tiene residencia), justo en el año en que los dos distritos elegirán senadores nacionales. Significa también que deberá esperar seis años para ser candidata a senadora por esas provincias, si quiere volver a ser senadora. Sabe que tarde o temprano la Justicia podrá condenarla a prisión efectiva, aunque ella está en condiciones de cumplir esa pena en su casa. Ya tiene edad como para reclamar la prisión domiciliaria y, además, es un beneficio que no suele negársele en el mundo a un expresidente. Aquí mismo, Carlos Menem estuvo preso más de cinco meses en una quinta del Gran Buenos Aires. Cristina Kirchner supone que, si eso le sucediera a ella sin fueros, podrá estar en mejores condiciones para declararse desde su residencia en El Calafate como una presa política del sistema neoliberal, del capitalismo, del imperialismo mundial y hasta de la sinarquía internacional. Aspira a ser una referencia de la izquierda latinoamericana porque es consciente de que en su país ya jugó el final de partida junto con el gobierno de Alberto Fernández. Ella lo puso; con él se irá. Cristina no espera nada de Massa en los tribunales, gane o pierda el actual ministro de Economía, porque sabe que la Justicia nunca le tuvo simpatía; que la esperan juicios orales y públicos más graves que el de Vialidad (que la condenó a seis años de prisión), y que las pruebas acumuladas no las podrá borrar nunca. “El caso Hotesur, que inculpa a Cristina, a Máximo y a Lázaro Báez será para ellos una masacre judicial porque no tienen nada para justificar lo que hicieron con los hoteles”, señaló alguien que conoce el expediente.
En la vereda de Juntos por el Cambio también suceden hechos asombrosos. O simples percepciones. Quién lo sabe. Es suficientes escarbar un poco sobre el barniz de la superficie para darse cuenta de que los relatos sobre una supuesta Patricia Bullrich sometida al liderazgo de Mauricio Macri no tienen ningún sustento real. “Mauricio hace la campaña que le pide Patricia y solo la que ella le pide, que es muy limitada”, dicen cerca del expresidente. Hay algo de sorpresa en las vecindades de Macri por esos límites que le impone Bullrich. Macri viajó a Córdoba, donde pasó varios días, enviado especialmente por la candidata presidencial. Córdoba fue siempre un distrito más macrista que la propia Capital Federal, a tal punto que el número de votos que sacó Macri allí en 2015 fue exactamente el número de sufragios que lo diferenció de Daniel Scioli en las elecciones nacionales de ese año. Córdoba, dicen los que caen en el exceso de análisis, lo hizo presidente a Macri. Él recorrió en los últimos días varias ciudades y pueblos de Córdoba llevando el mensaje de que los cordobeses no deben abandonar ahora a Juntos por el Cambio. “Ustedes y yo venimos luchando por lo mismo desde 2014. Ahora tenemos nuestro sueño cerca. No arruinemos la oportunidad”, les suplicó a los cordobeses con un tono no carente de dramatismo.
Circula un rumor que molesta especialmente al expresidente. Es el que señala que no importa que Milei sea un desaforado porque si fuera presidente lo tendría siempre cerca a Macri, quien podría moderarlo. Al costado mismo del exjefe del Estado apostillan que un proyecto de esa naturaleza sería imposible frente a una personalidad como la de Milei. “¿Tendrá una silla al lado de Milei las 24 horas del día? No. ¿De qué valdría entonces que Macri le lleve un consejo de vez en cuando si Milei podrá hacer muchas cosas de las que él se enterará por los diarios? Macri no puede jugar así su nombre y su instalación en la historia”, explican. “Nunca Macri aceptará estar al lado de un presidente que no sea de Juntos por el Cambio. Esto es así, definitivo y terminante”, afirman otros interlocutores frecuentes del exmandatario, quien reconoce que Bullrich acaba de relanzar su campaña después de las PASO que ganó Milei; ella tiene ahora, dice Macri, una consistencia mucho mayor.
Milei ha construido un triunfo enorme de una victoria estrecha, y hasta se declaró ganador de elecciones que no sucedieron todavía. “A Bullrich le hubiera pasado lo mismo. Hoy sería la ganadora de las presidenciales si hubiera triunfado en las PASO”, señala un preciso encuestador. La verdad es que en apenas un puñado muy pequeño de votos, el 2,70 por ciento del total, se encerraron los tres principales candidatos presidenciales: Milei, Bullrich y Massa. A Milei lo benefició la sorpresa del lugar que ocupó: salió primero cuando todas las encuestas lo colocaban tercero. Pero Milei está en todas las conversaciones. ¿Trabó una alianza escondida con Massa? Veamos los hechos constatables: Milei nunca habla de Massa y sus listas de candidatos están llenas de exmassistas (¿ex?); ayer mismo declaró que irá a segunda vuelta con el actual ministro de Economía. Hay dos noticias en esa única frase: el líder libertario está aceptando por primera vez que habrá segunda vuelta, cuando hasta hace poco sostenía que él ganaría en la primera ronda, y, por otro lado, desliza que le gustaría competir con Massa antes que con Bullrich. Es comprensible: Massa nunca será un candidato ganador bajo las devastadoras condiciones actuales de la economía argentina. Todo el dinero que está repartiendo Massa se agotará mucho antes de que lleguen los comicios del 22 de octubre.
Los analistas de opinión pública aconsejan esperar un par de semanas para conocer el verdadero estado de la opinión pública. Quieren saber si calarán o no todas las críticas acumuladas contra Milei. ¿Qué tienen que ver los curas villeros, que salieron en defensa del Papa, con Roberto Cachanosky, que salió en defensa propia? ¿Qué relación imposible podría existir entre laureados economistas ortodoxos (estuvo hasta Miguel Angel Broda) y los artistas que profesan el progresismo? Nada; solo que todos están ofendidos o distantes de Milei. El disparo más directo contra Milei lo descerrajó el empresario Eduardo Eurnekian, antiguo empleador del líder libertario. “No estamos en condiciones de aguantar otro dictador”, asestó hablando del libertario. Milei le contestó a su antiguo patrón con acusaciones en el aire sobre acuerdos comerciales con el Estado. Nada nuevo: para Milei todo se reduce al valor del dinero. O están con él o están recogiendo dinero de algún lugar oscuro. El kirchnerismo se está yendo, pero ha dejado una escuela de hacer política. Milei parece a veces el heredero político más fiel de Cristina Kirchner.
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