Diez familias en carpas y casillas rodantes ocuparon la única cancha de fútbol de El Chaltén
Son vecinos que viven hacinados y reclaman terrenos desde hace años; el pueblo, donde los alquileres son inaccesibles para la mayoría de la población, vive una crisis habitacional no resuelta.
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EL CALAFATE.- “Hasta el último momento dudé mucho en sumarme a esto, porque no era la forma en la que yo quería tener mi terreno, quería festejar y mover orgullosa mi casa hasta aquí”, dice Estefanía Leyes, dueña de una casa móvil que el sábado, junto a otras nueve familias, ocupó la cancha de fútbol de El Chaltén con carpas y casillas rodantes. Una medida extrema, sostienen los ocupantes, ante la falta de respuestas de las autoridades a sus pedidos de terrenos.
“Estoy durmiendo ahí en una carpa y no llevo a mis hijos porque no da. Somos muchos los que estamos esperando por un terreno hace años. Y cuando me dijeron de sumarme, tuve un dilema, ¿otra vez la templanza de no accionar? ¿Y si me quedó afuera?”, relata a LA NACION Leyes, empleada municipal y madre de dos hijos de 17 y 12 años que hace 14 años que reclama un terreno.
La historia de Leyes se repite entre las familias que el sábado ocuparon la única canchita de fútbol de un pueblo atravesado por una paradoja: no tienen dónde vivir y están en la segunda provincia más despoblada del país, tal como lo sostuvo ayer la gobernadora Alicia Kirchner desde Israel, donde es parte de la gira oficial encabezada por el ministro del Interior, Eduardo De Pedro a ese país.
La crisis habitacional de El Chaltén, distante a 230 kilómetros de El Calafate, no es novedad. Desde hace años, familias enteras deambulan con sus casas montadas sobre rieles sin un terreno donde afincarse. Según datos oficiales, hay más de 300 solicitudes de tierras que esperan una respuesta. En 2020, las casas móviles eran más de 100 y las casillas rodantes, 133. Sus ocupantes viven en condiciones de hacinamiento y precariedad, en una ciudad de 1800 habitantes. Y el problema se triplica en temporada alta, con la llegada de turistas.
El Chaltén fue fundado 1985, al pie del Cerro Fitz Roy, pero para entonces era visitado desde hacía varias décadas por escaladores que desafiaban las agujas monolíticas del macizo montañoso. Se fundó en 135 hectáreas que cedió la Administración de Parques Nacionales como parte del plan destinado a cubrir la imperiosa necesidad de poblar la Patagonia. Sin embargo, en este pueblo rodeado de paisajes deslumbrantes el ejido urbano colapsó hace años. Eso, sumado a los costos de alquileres regulados por el pujante turismo, empujaron a muchos habitantes a vivir hacinados en casas móviles.
Leyes nació en Esquel, pero llegó desde Buenos Aires en 2008. Sus ahorros le permitieron pagar el alquiler de un año. Trabajó como puericultora, junto a otras mujeres armó una cooperativa donde sostienen un jardín de infantes y encaran otros emprendimientos de comida y de limpieza. Por los alquileres inaccesibles, construyó una de las primeras casas móviles del pueblo. Y como tantos allí, milita hace más de diez años para conseguir un terreno que pueda alojar a su casa en forma definitiva.
Las decenas de personas que viven hacinados en casillas no son desempleados, no dependen de subsidios ni ayudas sociales, ni tampoco son trabajadores temporales: son familias enteras, que trabajan y viven en la ciudad hace años, muchos de sus hijos allí nacieron. Hay maestros, guías de turismo, comerciantes, escaladores y hasta funcionarios públicos que viven sin poder acceder a un terreno.
El sábado 23 de abril, diez de estas familias decidieron ocupar la cancha de fútbol del Club Social y Deportivo Patagonia Austral, delimitaron las parcelas con estacas, algunos llevaron sus casillas rodantes, otro una carpa. Ayer improvisaron un baño y una fogata para hacer una olla popular. Con el correr de las horas los notificaron de tres denuncias penales en su contra. Hasta ayer, nadie del municipio se había acercado a la toma, solo unas retroexcavadoras que cortaron con montículos de tierra el acceso al lugar.
Lucas Bontempo, es vicepresidente del club y entrenador de fútbol. Este martes a las 16 debía reunirse a entrenar a los más de 70 niños y jóvenes del pueblo que practican allí. No sabe dónde irán. “Es un tema muy delicado, somos un club social que siempre está haciendo actividades para la comunidad. Entendemos que los vecinos tienen derecho a reclamar su pedacito de tierra, pero creemos que esta no era la forma. Se metieron a una propiedad privada”, dijo Bontempo a LA NACION.
El club presentó una de las tres denuncias. En octubre pasado el municipio recibió 11 hectáreas cedidas en comodato por Parques Nacionales ubicadas a la vera del río Fitz Roy destinadas a la ampliación del ejido urbano. La comuna anunció entonces que a esas tierras se mudarían las sedes de dos clubes deportivos y el Campo de Doma y, a cambió, las entidades cederían las tierras para que fueran otorgadas a los vecinos.
El Club Social y Deportivo Patagonia Austral aceptó de palabra la propuesta del municipio, pero desde octubre no hay avances notables. “El intendente está interesado en intentar dar soluciones. Lo apalabrado era cambiar un comodato por un comodato y una cancha por otra cancha, pero como lo otro no sucedió, nosotros seguimos firmes en ese terreno”, explicó Bontempo. “Si no hacíamos la denuncia penal, nos quedábamos sin nada, está bien que los vecinos luchen por su tierra, pero no de esta manera, de un día para el otro, todos los chicos que juegan al fútbol se quedaron sin la única cancha”.
Desde que empezó la toma, el sábado pasado, hubo momentos de tensión y también de cierta alegría con amargura. “Muchos vecinos se han acercado a ayudarnos a delimitar el terreno, a traer provisiones y a compartir aquí con nosotros”, cuenta otra de las ocupantes. Un patrullero controla el predio. En un pueblo de 1800 personas, donde todos se conocen, el policía es un amigo. Se sienten cuidados.
Ricardo Sánchez es concejal y referente del partido Encuentro Vecinal. Desde que asumió presentó proyectos para que se declare la “crisis habitacional y social” y se dicte un paquete de medidas para regular los alquileres. Su partido tiene minoría y no logró que se traten sus proyectos. “El actual intendente [Néstor Tico, del Frente de Todos] gana las elecciones gracias a una promesa de ampliación de 200 hectáreas. Lo anunció durante la campaña. Nada de eso pasó”, se quejó Sánchez.
“Es toda gente que está dispuesta a pagar alquileres pero no consigue, no hay oferta. El hacinamiento en El Chaltén es terrible, no se lo está analizando como se debería analizar. Esta temporada ni siquiera funcionaron bien los emprendimientos por carecer de personal. La cuestión es grave, se trata de gente que vive permanentemente en El Chaltén, han hecho los trámites, presentaron papeles, cumplieron con todas las normas, pero solo escuchan promesas hace años”, detalló Sánchez.
El concejal, que estuvo en el predio tomado, remarcó la gravedad del tema. “Hay que buscar por todos los medios posibles una solución. Nadie puede imaginarse la situación que vive estas familias, frio lluvia, es algo que nadie desea. Esto es un llamado de atención las autoridades del municipio y la provincia para una pronta resolución”, afirmó.
Alquileres imposibles
La de Estefanía Leyes fue una de las primeras casas que se construyeron sobre patines para poder ser trasladada. Cuando la traslada, corre el riesgo que se rompa su hogar de cinco metros por cuatro, en el que vive con sus hijos adolescentes. En un terreno de 400 metros cuadrados conviven su casa, dos casillas rodantes, una casa-colectivo y otra casa móvil. No pagan alquiler porque unos pobladores más antiguos y solidarios le prestaron el terreno, al que ellos proveyeron de servicios para sobrevivir.
Sin embargo, muchos de los “sin tierra”, como se llaman, no corren la misma fortuna. Por instalar una casa rodante en un predio, con un baño precario de uso compartido por el resto de los integrantes, les cobran 30.000 pesos al mes, dicen. Hasta diez casillas conviven en un terreno pequeño.
A través de correos oficiales y por WhatsApp, LA NACION envío consultas al municipio sobre el tema que por estas horas conmueve a El Chaltén, pero no obtuvo respuestas. Mientras tanto, el gobierno de Santa Cruz se encuentra abocado a crear un nuevo pueblo en el paraje del Tucu-Tucu distante a 500 kilómetros de El Chaltén. Dicen que la gobernadora sueña con crear en ese rincón de la cordillera “una villa suiza”.
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