Diego Luciani: un fiscal con respaldo institucional que decidió poner límites a la política
No tiene lazos partidarios, la Procuración le dio apoyo para su presentación multimedia; describió como el Estado kirchnerista se organizó desde la Presidencia para apropiarse del dinero de las arcas públicas
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Los expresidentes Néstor y Cristina Kirchner, pasando por sus ministros y sus funcionarios provinciales, se organizaron para poner el Estado al servicio de la realización de una descomunal defraudación para apropiarse del dinero de todos los argentinos. Esta es la idea central que expuso el fiscal Diego Luciani y su colega, Sergio Mola, al abrir el alegato del juicio oral que se le sigue a la vicepresidenta y que preanuncia el pedido de una dura condena de prisión e inhabilitación para ejercer cargos públicos.
En una presentación que sorprendió a quienes lo escucharon hoy por primera vez, pero también a quienes transitan las audiencias judiciales, Luciani dio muestras de aplomo, conocimiento y una dosis no menor de valentía para acusar con contundencia en el juicio más importante de su carrera. Pero lo suyo no es la tarea del llanero solitario que se erige como un nuevo fiscal anticorrupción, sino el cumplimiento de un rol funcional, el de fiscal.
Detrás de su trabajo está todo el Ministerio Público Fiscal, ese organismo extrapoder que no pertenece ni al Poder Ejecutivo ni al Judicial, con autonomía funcional y autarquía financiera, donde los fiscales no deben recibir órdenes ni de presidentes, legisladores o jueces, y donde su jefe, el Procurador General de la Nación, en este caso Eduardo Casal, no puede darles indicaciones particulares.
Los fiscales son los representantes de la sociedad en los juicios, “el pueblo” lo llaman en el sistema norteamericano. Pero detrás de la acusación que comenzó a desgranar hoy Luciani están, por un lado, los fiscales que recogieron la prueba durante la instrucción de esta causa, Gerardo Pollicita e Ignacio Mahiques; y por el otro, el apoyo institucional de la Procuración General.
Este apoyo se materializó en la designación como coadyuvante del fiscal Mola, fiscal federal de Lomas de Zamora, y el trabajo que realizó un equipo de comunicación de la Procuración para darle el apoyo audiovisual multimedia a Luciani con placas animadas que permitieron mostrar por Zoom, de manera gráfica, los mensajes de texto entre José López y Austral Construcciones, que dejaron en evidencia cómo el gobierno de Cristina Kirchner monitoreaba la disolución de la empresa cuando perdió las elecciones a manos de Mauricio Macri.
La Procuración estuvo presente en la imagen: un banner que decía Ministerio Público Fiscal, con el retorno del escudo nacional, que reemplazó el logo amarillo que había inaugurado Alejandra Gils Carbó, “el huevo frito”, como le dicen los que la critican. Del otro lado de la imagen, junto al fiscal, la bandera argentina. Una postal para los afectos a los símbolos, como Cristina Kirchner.
Luciani no tiene lazos con la política y no aspira a tenerlos tras su actuación en este juicio, dijo a LA NACION un allegado al fiscal, que no descarta que, no obstante, busquen tentarlo.
Luciani es un fiscal de tribunal oral que ni siquiera tiene participación en la Asociación de Magistrados, la entidad que suele manifestar posturas críticas del gobierno. Sí participa en la Asociación de Fiscales, donde es vocal, pero lo suyo son las actividades académicas, como el postgrado en corrupción que dicta en la Universidad de San Isidro.
Luciani actuó ayer por convicción personal: solo así se explica que su vehemencia lograra trascender la virtualidad del Zoom. El fiscal tiene una historia de mostrarse firme. Se plantó ante quienes pretendían que fuera indulgente con Cristina Kirchner como ante quienes hubieran preferido verlo perder la arbitrariedad.
Al presidente Alberto Fernández, que declaró en el juicio como testigo, lo frenó en seco. “No me falte el respeto”, le reclamó Luciani al Presidente. Dos veces. Y en su alegato de hoy usó el testimonio del presidente Fernández para demostrar que Lázaro Báez era íntimo de Néstor Kirchner.
Luciani llegó a fiscal con Esteban Righi, el procurador general que renunció justamente porque Amado Boudou, cuando era vicepresidente, le reprochó que hubiera permitido que el fiscal Carlos Rívolo allanara su departamento. Boudou no entendió que la autonomía funcional incluía no recibir ni dar órdenes.
A Luciani le tocó poner un límite también a Gils Carbó, que lo había propuesto para una fiscalía especializada en lavado. Le dijo que no, cuando entendió que le pedían cosas que iban más allá de su función.
En su alegato de hoy, el fiscal de 49 años comenzó a enhebrar las diversas causas de corrupción ligadas a Cristina Kirchner como parte de un mismo modus operandi: se sirvió de las pruebas que están en la causa de los cuadernos de las coimas, como las declaraciones de los empresarios arrepentidos que admitieron haber pagado sobornos para cobrar; también se valió de la condena contra Báez por lavar dinero de la corrupción en la obra pública; así como de las pruebas contra Ernesto Clarens, exfinancista de los Kirchner, que aparece como intermediario en los cobros de las empresas de Báez.
En su historial como fiscal, Luciani mandó presos a narcos que importaban la efedrina usada por los carteles mexicanos para fabricar drogas sintéticas; logró condenar al menemista Armando Gostanian, expresidente de la Casa de la Moneda; o al exjuez federal Carlos Liporace, en una causa por un dinero que percibió la curtiembre Yoma.
Hace poco obtuvo la condena de Romina Picolotti, exsecretaria de Medio Ambiente de Néstor Kirchner y cercana al entonces jefe de Gabinete Alberto Fernández. También le tocó conseguir la recuperación del predio de Tandanor, una causa que estaba casi muerta, que terminó con condenas por corrupción y donde se restituyó al Estado el predio donde funciona la empresa, de cara al río, uno de los terrenos más valiosos de la ciudad de Buenos Aires. Allí pidió extraer testimonios para investigar a Carlos Menem por el caso.
Luciani, hijo de un ingeniero mecánico, se graduó en la UBA como abogado a los 23 años. Ya antes había arrancado en los tribunales, en un juzgado de instrucción, como “pinche”. Pasó del Palacio de Tribunales a Comodoro Py, en el juzgado de Juan José Galeano, y de ahí fue a provincia, donde trabajó en la puesta en marcha del nuevo Código Procesal Penal con el fiscal Martín Mateo, de San Isidro. Desde allí volvió a la Justicia Federal en San Martín, con los fiscales Jorge Sica y Pablo Quiroga.
Futbolero, hincha de Boca Junios, junto con el fiscal Mola, experimentado funcionario de 30 años de carrera, bajísimo perfil y sólido en su trabajo, ahora Luciani transita la causa más importante de su carrera. Esta semana empieza a jugarse su suerte, en un alegato para el que pidió nueve jornadas y “tal vez más”. Empezó sin medias tintas.
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