Diego Bossio: “Es mentira que la ciudad de Buenos Aires no produce nada”
El economista, que es candidato a diputado por el territorio porteño en la lista de Schiaretti, afirma que Llaryora no apuntó a los vecinos de la Capital con sus dichos; afirma que “los extremos de la grieta no tienen vocación de diálogo” y cuestiona las medidas de Massa
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Diego Bossio encabeza la lista de candidatos a diputados nacionales por la ciudad de Buenos Aires en la boleta de la fórmula presidencial de Juan Schiaretti y Florencio Randazzo. Rechaza el discurso de que la Capital no produce, pero evita criticar a Martín Llaryora por sus dichos que levantaron polémica. Subraya que el gobernador electo de Córdoba no se refería “a los porteños”, sino a una lógica de gobierno que discrimina al interior. En una entrevista con LA NACION, critica las medidas de Sergio Massa, defiende una postura antigrieta, reclama federalismo y diálogo, y plantea que esos consensos no se pueden alcanzar con sectores “extremos” de la polarización, como Javier Milei o Patricia Bullrich.
- ¿Cuáles son los motivos de su acompañamiento a Schiaretti?
- Queremos replicar el modelo de Córdoba en el resto del país. Es un modelo que fue revalidado en las urnas, tanto en la provincia como en la ciudad de Córdoba. Es un modelo de un peronismo moderno, que respeta las instituciones, profundamente democrático, un peronismo que ha gobernado el Estado con austeridad, con superávit fiscal, que tiene empresas públicas que generan ganancias, que tiene la posibilidad de hacer obras públicas estratégicas. Un peronismo que es el que debería gobernar la Argentina y que tiene un vínculo muy grande con los sectores productivos, por eso lo acompaño. Juan Schiaretti es un hombre de gestión. Lo mismo Florencio Randazzo, cuando estuvo en el Ministerio del Interior demostró que se puede gestionar bien y hacer las cosas con resultados concretos para la sociedad. Eso nos enorgullece y creemos que es el camino para la política.
- ¿Ve potencialidad de votos para una alternativa como la de ustedes, que se presenta como antigrieta?
- Nosotros somos la expresión de la antigrieta, porque entendemos que la Argentina necesita acuerdos para salir adelante, acuerdos que le den sustancia a las decisiones, para que se puedan sostener en el tiempo. Acuerdos con la dirigencia política, empresarial, con la dirigencia sindical, los movimientos sociales, con la sociedad civil. Pretendemos ser una fuerza que marque la agenda en la Argentina y ser lo más competitivos posible. Sabemos que es la pelea de David y Goliat, que no tenemos el aparato del Estado nacional, ni de la provincia o la ciudad de Buenos Aires, pero también sabemos que podemos aportar ideas muy claras y concretas.
- ¿Qué pasó con su candidatura, que quedó confirmada en las últimas horas, tras una disputa con la Democracia Cristiana [Carlos Traboulsi, que competirá sin acoplarse a la boleta de Schiaretti, denunció a Bossio y reclamó que la candidatura debía ser para él]?
- Disputa, ninguna. Juan Schiaretti me convocó hace más de un año, soy uno de los responsables políticos de la campaña, junto a él, Randazzo, Rocío Giaccone, [Hilda] “Chiche” Duhalde. Yo estaba hace mucho tiempo ya residiendo en Buenos Aires, mis hijas son porteñas, y entendimos que podía ser una opción en la ciudad de Buenos Aires. Después, hay cuestiones que tienen que ver con lo jurídico y legal. Yo no tengo ningún problema en disputar con nadie, pero evidentemente hay algunos que ponen el peso en las decisiones jurídicas y otros ponemos el peso en las decisiones políticas. La decisión política de Schiaretti y Randazzo fue que yo los representara en la lista de legisladores nacionales en la ciudad de Buenos Aires, y eso fue lo que reflejó la Justicia y quedó firme tanto en primera como en segunda instancia. No tengo ninguna disputa ni ninguna descalificación, las cuestiones jurídicas deben reflejar las decisiones políticas.
- ¿Los debilita no llevar candidatos a jefe de gobierno, ni a gobernador en Buenos Aires?
- En la ciudad de Buenos Aires, son dos votaciones distintas, con lo cual la campaña nacional es distinta a la de la ciudad. Una es con papel, y la otra, electrónica. No afecta. Es una elección fundamentalmente nacional. En el caso de la provincia de Buenos Aires, también. Son muy raros los casos en que el gobernador y el presidente tienen resultados electorales disímiles. Esta es una elección presidencial y nosotros estamos disputando el escenario nacional. Hay candidatos a intendente que nos acompañan en la provincia de Buenos Aires. El kirchnerismo apuntó a dos territorios de forma persistente todos estos años: la ciudad de Buenos Aires y Córdoba. Son lugares de una expresión antikirchnerista muy fuerte. Nosotros pretendemos que la ciudad de Buenos Aires y Córdoba sean parte de un Estado federal, que produce, que trabaja, que tiene reglas de juego claras, que es respetuoso de las instituciones. Es mentira que la ciudad de Buenos Aires no produce nada, produce mucho conocimiento, mucho talento, mucha cultura, mucho turismo. La seccional de la UOM en Capital Federal es una de las que más afiliados tienen, hay industria.
- ¿Cómo tomó los dichos de Llaryora, que señaló que Buenos Aires “no produce nada” y habló de “pituquitos de Recoleta”?
- Tenemos que incorporar a Córdoba y a la ciudad de Buenos Aires en el concierto federal. Llaryora no se dirigió a los porteños, sino que se refirió a una lógica de gobierno en la que el interior ha sido discriminado. Él defiende a los cordobeses, lo que está muy bien, y nosotros pretendemos defender al pueblo de la ciudad de Buenos Aires. No es una guerra unitarios-federales. Todos sabemos que no son las mismas condiciones las de la ciudad de Buenos Aires que las del resto del país. Hablé largo y tendido con Martín del tema.
- ¿Cómo vivió el acercamiento frustrado de Schiaretti y Horacio Rodríguez Larreta? ¿Deja un mensaje de posible unidad más adelante?
- Nuestra fórmula es Schiaretti-Randazzo y estamos convencidos de que es el mejor camino para la Argentina. Estamos convencidos de que la unidad nacional es el método para resolver los conflictos del país. Para que haya unidad nacional, no alcanza solo con nosotros, pero tampoco solo con el resto; es necesario unir fuerzas en la Argentina. Para unir fuerzas hay que tener vocación de acuerdo y diálogo. Eso es lo que expresa Schiaretti. Todos los extremos de la grieta, el kirchnerismo, por un lado, y las expresiones más radicalizadas de Milei o Patricia Bullrich, que arrancan diciendo que es a todo o nada, no tienen vocación de diálogo. De todos modos, hay que ser lo suficientemente amplios para generar una musculatura política fuerte que nos permita hacer reformas de fondo.
- ¿Cómo evalúa las últimas medidas de Sergio Massa?
- La Argentina tiene que combatir fuerte la inflación. Tiene que hacer un plan de estabilización que es difícil, que es complejo. Pero, si no estabilizamos la economía, va a ser muy difícil. Este no es el camino, el camino de los parches. Ya no existe más el tipo de cambio oficial, existen tipos de cambio para algunas cosas, otros para otras cosas, con lo cual se perdió la referencia. La Argentina necesita ordenar la vida de los argentinos y, para eso, necesita ordenar la economía. Para ordenarla, hay que hacer un plan de estabilización que requiere ordenar las cuentas públicas y los precios relativos, dar un sendero de crecimiento a las exportaciones, dar señales claras de que habrá autonomía en el Banco Central, para que la gente crea que esta vez va en serio. Un plan de estabilización para combatir en serio la inflación; el resto, son parches.
- ¿Le quedó algún tipo de vínculo con Sergio Massa, después de dejar ese espacio?
- Yo no comparto el rumbo. Hace casi un año que no hablo con él. Más allá de algún mensaje, hace meses que no tengo un diálogo. Diferencio lo personal de lo político: yo no comparto el rumbo, no comparto el dispositivo político. Él les reclama a los dirigentes de la oposición que socavan el acuerdo con el Fondo, pero quienes votan en contra del acuerdo con el Fondo son los dirigentes que él lleva en la lista. Hay una inconsistencia muy grande. No dejo de rescatar su vocación y sus ganas de trabajar, pero lo que no funciona es un dispositivo político que, primero, socavó al presidente Alberto Fernández, y hoy está incómodo con un ministro de Economía al que, a veces, apoyan y otras veces no apoyan del todo. Pero no es mi campamento.
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