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A continuación, la desgrabación de sus principales conceptos:
- Como se analizó en este programa a lo largo de varios lunes, en los barrios más carenciados, en las villas de emergencia se daría un problema especial que se replica en toda América Latina y específicamente en la Argentina, en el área metropolitana.
- En las últimas horas, en el barrio Carlos Mugica, conocido como Villa 31, hubo gran cantidad de muertes provocadas por el coronavirus, pero dos de ellas cruzaron a la política. Una fue la de Víctor Giracoy, dirigente social y político, de 59 años, vinculado a la Unión Cívica Radical, que durante 25 años lideró un comedor llamado "Estrella de Belén". Un hombre muy querido que muchos recordarán como ‘El Oso’. También murió Ramona Medina, integrante de la Garganta Poderosa, una agrupación social que había estado muy activa en la denuncia de la falta de agua en el lugar.
- Alrededor de estas muertes, y sobre todo alrededor de la de Ramona, está la denuncia que había hecho ella sobre la falta de agua, lo que reflotó una gran polémica alrededor de la situación de las villas en general, pero sobre todo de la 31. Y provocó una discusión que exhibe varios rasgos políticos. Apareció una politización que había estado ausente desde el comienzo de esta crisis.
- El kirchnerismo, en particular el de la ciudad de Buenos Aires, el más ligado a Cristina Kirchner, salió a denunciar muy duramente a la administración de Horacio Rodríguez Larreta por la Villa 31. Las acusaciones consistieron en señalar que aquellas muertes no fueron provocadas por el coronavirus, sino principalmente por la falta de agua.
- Sin embargo, desde la administración de la Ciudad se defendieron diciendo que la falta de agua no tiene su raíz en una carencia de obras, sino en un problema de Aysa, la empresa estatal de aguas que conduce Malena Galmarini. Dijeron que se trató de un problema en una planta que dejó de proveer agua con el nivel de presión necesario para que llegue a cada vivienda particular.
- En tanto, Malena Galmarini salió a decir ferozmente que nunca le hablaron desde el gobierno de Larreta del problema de la Villa 31. Según apuntó, en las conversaciones mantenidas con el equipo porteño no apareció el tema en cuestión, pero sí la necesidad de conectar otros barrios, donde los amigos del poder hacen edificios. Una acusación muy dura y a la vez curiosa teniendo en cuenta que hace apenas una semana su marido, Sergio Massa, hizo una manifestación pública de afecto hacia Larreta. Dijo: "Es mi amigo personal, veraneamos juntos".
- Cabe aquí una recomendación del expresidente de Brasil Getulio Vargas, quien decía: "En política nunca seas tan amigo de alguien como para no poder ser su enemigo, ni te hagas tan enemigo que eso te impida ser su amigo". Lo cierto es que la Villa 31 aparece como un problema junto con otras villas de emergencia de la ciudad de Buenos Aires. ¿Por qué?
- Porque tienen dimensiones desconocidas para otros barrios semejantes del Gran Buenos Aires. Estamos hablando de que en CABA hay más o menos 230.000 personas que viven en barrios vulnerables con grandes carencias de infraestructura, conocidas también como villas de emergencia.
- En el Barrio 31 debe haber el 35% de esa población, quiere decir que no hay, o es muy difícil de encontrar, en el Gran Buenos Aires una villa de esas dimensiones. La que se supone es la más grande es la Villa Itatí, situada en Don Bosco, partido de Quilmes, que es vecina de otra similar que se llama Azul. Hoy falta agua en la Villa Itatí, al igual que en Costa Esperanza. Lo que ocurre es que el nivel de testeo en esos lugares es inferior al que hay en las zonas más comprometidas de las villas de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires.
- Por estas horas se dio una peculiaridad. Los intendentes del Gran Buenos Aires no levantaron la voz en contra de Larreta por esta cuestión, pero sí lo hizo la oposición kirchnerista de la ciudad. Claro, la Villa 31 tiene un significado político especial. ¿Por qué? Porque Larreta hizo una enorme apuesta al urbanizar ese barrio. Una apuesta que va más allá del sentido humanitario. Él apostó con la Villa 31 a desmentir lo que se quiere creer del macrismo, que es su insensibilidad social. Bueno, también por eso el kirchnerismo puso el dedo en esa llaga.
- Hoy, por ejemplo, Victoria Donda, que es la presidenta del Inadi, difundió un tuit acusando al gobierno de la Ciudad de "administrar con un racismo estructural". Palabras muy severas sobre esta discusión simbólica que tiene que ver con el grado de humanitarismo, o no, que puede tener un proyecto como el de Larreta o el de Cambiemos.
- Se proyecta allí otra discusión que es la relación indispensable entre Alberto Fernández y Horacio Rordríguez Larreta. Es imposible administrar la cuarentena, si Fernández no coordina con la Ciudad, con el gran Buenos Aires y con las provincias. ¿Hasta dónde llega esa afinidad? ¿Es solamente operativa? Hay quienes creen que nunca en política las cosas terminan donde estamos viendo. En la cabeza de Fernández, probablemente más que en la cabeza de Larreta, puede haber una idea de alguna convergencia, dado que es una persona muy proclive desde siempre a pensar transversalidades. Esta proximidad, ¿genera incomodidad dentro del kirchnerismo?

- La cuestión que tiene que ver con las villas de emergencia y la aparición más virulenta del coronavirus en esos barrios es especialmente delicada porque es allí donde más pega la recesión derivada de la cuarentena. No es solamente el lugar donde se necesitaría extender aún más el confinamiento sino también donde esta medida provoca más daño. El grupo humano que allí reside no tiene capacidad de ahorro para decir: no trabajo durante dos semanas, no tiene posibilidades de aislamiento, necesita salir todos los días a ganarse el pan con el riesgo de morirse de hambre. Esta contradicción es muy difícil de manejar y es la que hace que muchos intendentes y funcionarios estén preocupados en que este cóctel, sumado a que la tensión por la recesión dispare algún conflicto social.
- Las encuestas reflejan esta preocupación. Un estudio de la consultora Wonder detecta que hoy la preocupación de un 84% de los consultados es la economía, contra un 74% a quienes le preocupa más el coronavirus. Esto ratifica una tendencia que tiende a crecer: la preocupación por la situación económica y la relajación por el avance de la pandemia.
- No obstante, según registra una encuesta de Poliarquía de las últimas horas, esta tendencia empieza a hacer algún ruido, a mostrar alguna modificación, porque los episodios que surgen de la Villa 31 vuelven a poner sobre la mesa la precaución de lo que podría ser un avance de la enfermedad. Esta consultora señala que aumentó 10 puntos en la última semana el volumen de aquellos que piensan que la enfermedad puede avanzar. Esa idea de que ahora estamos en un momento de preocupación por esto tiene más consenso entre los porteños.
- Alejandro Catterberg, de Poliarquía, preguntó también cuánto había salido la gente en el área metropolitana. Un 12% manifestó no haber salido; un 29% dice haberlo hecho un solo día; y en el otro extremo, un 18% de los consultados dijo haber salido cinco días o más.
- Se reactiva el problema sanitario, el miedo al virus, en un momento en que la economía presenta un panorama verdaderamente angustiante. Algunos datos: en abril, en la Argentina se produjeron cero autos, según un informe de la Asociación de Fabricantes de Automotores. Esto sí que es recesión. Según la encuesta de indicadores laborales del Gobierno, las pymes en condiciones de quebrar son 46 mil. En la misma encuesta, en febrero, eran 10 mil. Este Gobierno fue votado centralmente para sacarnos de la recesión que dejó Mauricio Macri, pero ingresamos en una mayor recesión. ¿Qué significado político tiene esto, cuando al Gobierno le dieron un mandato electoral, pero se está caminando en sentido contrario? ¿Cuánto se atribuirá a la pandemia y cuánto a Fernández?
- Hay otro registro que tiene que ver con un audio que circuló este fin de semana con una conversación telefónica entre el secretario general de los Petroleros Privados, Guillermo Pereyra, y un amigo suyo, seguramente alguien del gremio. Pereyra, que es un sindicalista, un militante del Movimiento Popular Neuquino, muy poco conciliador, ha hecho una reforma laboral con el empresariado para ver si el sector petrolero puede sobrevivir. Es el sector que este Gobierno pensaba como una de las usinas de dólares para salir de la recesión.
- Hay otros rubros también muy afectados por la recesión. Diría que hay dos que están en el centro de la preocupación: uno es el sector gastronómico, que está en un colapso. No sabemos cuántos restaurantes y hoteles van a sobrevivir y cuántos no. El otro es el de la construcción. Respecto del primero, la ciudad de Buenos Aires dará una especie de flexibilización que va a permitir volver a los restaurantes en la vereda.
- ¿Cuándo volveremos a vivir como vivíamos antes? Es muy difícil saberlo. Estos problemas están haciendo que algunos sindicalistas, como Luis Barrionuevo en el sector gastronómico y Gerardo Martínez en construcción, piensen en establecer alguna mesa con empresarios para rescatar la economía privada. Con independencia de lo que haga el Gobierno, hay un sector del sindicalismo y un sector del empresariado que hoy habla subterráneamente para constituir una especie de Consejo Económico y Social informal, que tendrá o no la bendición del Gobierno.
- Estos grupos están pensando en rescatar la economía privada y en salvar ese entramado tan poco valorado en la Argentina que es el empresarial. La acumulación de capital, experiencia, trabajo, inversión y sobre todo de conocimiento que hay detrás de todas las empresas. Este es un enorme problema y la principal sensibilidad viene de los sindicalistas de esos sectores que están pensando políticamente cómo constituir algún órgano que permita reflexionar y operar sobre esta crisis.
- Si sacamos la mirada de ese sector y miramos al Gobierno, hay una enorme incógnita respecto de cómo piensa encarar la salida de este drama. En el oficialismo hay una agenda muy clara que es la que podríamos identificar con Cristina Kirchner y La Cámpora. Es una agenda de la que ellos están muy convencidos, que parte de una premisa muy argentina, y es que ante cualquier problema, antes de que nos pongamos a analizar de qué se trata, el Estado ofrece una solución más eficiente que el sector privado. Esto es una especie de axioma de un gran sector de la sociedad argentina desde hace muchísimas décadas.
- Este axioma anida especialmente en la cabeza de Cristina Kirchner, en la de su hijo, en la de quienes militan al lado de su hijo, y se manifiesta en algunas iniciativas de los últimos días. Por ejemplo, La Cámpora compró la encuestadora Analogías. La última encuesta de esa consultora hace una pregunta: ¿Cómo consideraría usted que se estaticen las distribuidoras de gas y electricidad? La respuesta fue 63.7% bueno o muy bueno, de acuerdo o muy de acuerdo. Si pregunto algo es porque estoy pensado en ese algo. Si quiero saber cómo sería tomada una medida, es porque en algún rincón de mi disco rígido esa medida está formulada o está siendo estudiada.
- Cada vez que se pretende reactivar una economía, desde la depresión de los años 30' en adelante, se piensa en la construcción. El Gobierno pensó en un plan de viviendas. Se lo otorga a los movimientos sociales, Juan Grabois, Movimiento Evita, que tuvieron una experiencia bastante lamentable en la década anterior. Por ejemplo, Sueños Compartidos, aquella desastrosa experiencia de Sergio Schoklender junto con las Madres de Plaza de Mayo, quienes seguramente fueron manipuladas por una gigantesca operación de malversación de recursos, lavado de dinero, etc.
- Escuché a dirigentes del Movimiento Evita en los primeros meses de la gestión de Mauricio Macri, decir: "La verdad que hemos visto ahora cosas que si las hubiéramos visto durante los años de Cristina no las hubiéramos compartido. Planes de vivienda que no pudieron avanzar, se robaron la plata, lugares donde ni siquiera hicieron los desagües, muertos por inundaciones en lugares donde tendría que haber barrios establecidos". Todos financiados desde el Ministerio de Planificación de Julio de Vido. Alberto Fernández dijo: "Vamos a volver mejores". Esperemos que vuelvan mejores y que dentro de cuatro u ocho años no nos digan: "La verdad no sabíamos lo que estábamos haciendo".
- Pero hay otra cuestión que tiene que ver con el concepto que está detrás de esta iniciativa. Habrá que ver si estos planes de vivienda se hacen. El Estado por esta vía va a recaudar menos, va a tener que asistir a las empresas de construcción que van a quebrar. Muchas de ellas están afectadas también porque aquellas obras que se hicieron en relación con el Estado, éste no las paga ya que estamos ante una gran crisis fiscal.
- Me encuentro con la rotonda de la recesión, ¿voy hacia el lado de favorecer a los movimientos sociales, alimentando el trabajo informal? ¿O pretendo tirarle una soga al sector productivo formal que invierte, que aporta al sindicato y que además paga impuestos? ¿Cuál de los dos modelos de trabajo quiero para la Argentina o quiero rescatar? Esta es una pregunta que ya tiene una respuesta y es este plan de vivienda que le da un poder enorme a los movimientos sociales que están dentro de la Casa de Gobierno, que son aliados de Cristina, que fueron aliados de Alberto Fernández durante la campaña de Florencio Randazzo. No debe sorprender, pero hay un concepto detrás, hay una orientación.
- La diputada Fernanda Vallejos dijo que hay que asistir a las empresas, pero después hay que pedirles las acciones que se corresponden con esa asistencia que les dimos. Hoy escuchaba a un empresario que decía: "Me obligaron a la cuarentena, con cuyo rigor no estoy de acuerdo; me pusieron al borde de la quiebra; por eso mismo me tienen que ayudar; y ahora que van a hacerlo porque puedo quebrar, ¿se quedan con una parte de mi empresa?".
- Hay un debate en el mundo sobre cuál es la moralidad que hay detrás del auxilio. Es decir, los contribuyentes con sus impuestos van a auxiliar a empresas privadas, ¿lo tienen que hacer gratis o se tienen que garantizar algún tipo de compensación? Si se la garantizan, ¿para qué entrará el Estado en esas empresas? ¿Entrará para hacer política en las pymes a las cuales les tiran un salvavidas? ¿Quién va a tasar lo que vale esa ayuda en términos de activos? Evidentemente nos encontramos ante un enorme problema. Y la voz más poderosa dentro del oficialismo es estatista.
- Este lunes se acaba de resolver otra polémica. La misma diputada Vallejos presenta un proyecto para que durante la pandemia los precios de telecomunicaciones, es decir, teléfono, cable y plataformas de streaming, se trasformen en tarifas. Es decir, convertirían a esas empresas en empresas de servicios públicos. Gran discusión. Algunas de estas compañías confiaban en que Sergio Massa iba a impedir que esa ley avance en el Congreso. Se llegó a un acuerdo: el sector va a suspender los aumentos de precios, pero seguirán siendo precios, durante tres meses. ¿La ley de Vallejos se da de baja o hay una idea detrás que es, con o sin pandemia, avanzar sobre el sector de telecomunicaciones y transformarlo en un sector de servicios públicos como las empresas que brindan gas o electricidad? ¿Aprovechan la pandemia para hacer cosas que les gustaría hacer en cualquier contexto? Esta es la pregunta sobre lo que hay detrás de estos programas de emergencia.
- La última reunión que tuvo Cristina Kirchner con Alberto Fernández, donde dicen que estaba enojada y fue rigurosa, una de las preguntas fue cuándo iba poner a su gente y sacar a la de Macri en los directorios de aquellas empresas que tienen una participación del Estado, porque interviene en ellas a través de la Anses. Hay un enfoque, una modulación, bastante estatista, para la salida de la crisis y para el tratamiento de la crisis. ¿Es la de Fernández? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que todo este programa crecientemente intervencionista y estatista se produce en medio de la negociación de la deuda. Es muy importante porque el bonista que está por canjear pregunta cuánto va a cotizar el nuevo bono. Va a cotizar según qué país sea el que deba pagar ese bono.
- ¿Es un país con esta orientación estatista o con la que decía Fernández durante la campaña, mucho más amigable con el mercado? ¿Es un país donde los empresarios son el motor de la recuperación o son miserables? Eso va a determinar el valor que tenga el bono. Así se condiciona una operación central que se juega en esta semana que es la de la reestructuración de la deuda pública con aquellos bonistas que tienen bonos cifrados en dólares con jurisdicción en Nueva York.
- Esto lo está llevando adelante Martín Guzmán, quien vive prácticamente en estas horas en Olivos, con un Presidente muy metido en la negociación. Alberto Fernández, no hay que olvidar, es básicamente un negociador. En toda su carrera política ha demostrado una enorme capacidad para negociar. ¿Trasladará esa capacidad a la reestructuración de la deuda?
- Se percibe algún bombardeo sobre Guzmán. El que lo hace no quiere el acuerdo; quiere otro escenario económico. ¿De dónde viene el bombardeo? ¿De adentro del oficialismo? Las versiones que dicen que Guzmán ya está afuera y la negociación se la dieron a Segio Massa y Jorge Brito, ¿nacen de gente que no quiere que haya acuerdo?
- El acuerdo consiste en alcanzar un punto medio entre, más o menos, los 40 centavos que ofrece el Gobierno sobre el bono que vale 100 y lo que pretenden los bonistas: que se les pague 55/57 sobre 100. En el medio podría haber un acuerdo, inclusive el Gobierno mismo diseñó una posibilidad de una posición intermedia que daría 47/48. El problema está en que lo que valía 35 el viernes ahora vale 41. Es decir, hoy hay bonos que valen más que la propuesta de Guzmán. Quiere decir que lo que los compran a ese precio apuestan a que el ministro se va a acercar mucho más a los bonistas.
- Esto se debe a que la estrategia negociadora no fue la mejor, a que se pasaron de largo con el tiempo. Hay una versión muy verosímil de que Fernández quiere arreglar o arreglar porque lo pusieron para eso. Muy probablemente Alberto Fernández fue lanzado como candidato, un día como hoy hace un año, para hacer las cosas que a Cristina Kirchner no le gustaría hacer: un acuerdo con los bonistas y otro con el Fondo.
- Tiene dos problemas para arreglar. Uno es que algo que tendrían que haber empezado a hacer a partir del 11 de agosto, cuando ya sabían que iban a llegar a la presidencia, lo están haciendo en la última semana, contra la fecha del próximo 22, que es cuando hay que hacer un pago que no se hará.
- El segundo es si digo que no importa, que sigamos hablando y que los bonitas tengan fe, porque vamos a acordar igual más adelante, no haya un grupo que vaya a tribunales el 22 cuando vencen los bonos. En el Gobierno creen que es fácil hacerlo, pero hay que sumar el 75% de los bonistas para obtener esa prórroga.
- Esto importa porque un acuerdo implica quitarle al problema de la recesión, al problema de las inconsistencias de la economía argentina y del programa económico argentino un gran factor de tensión. Hay quienes creen que hay una chance de recuperación de la economía argentina si la pandemia cede, pero depende de que haya una mayor serenidad en el mercado de cambio, que la brecha entre el dólar oficial y el paralelo se achique. Todo ese escenario sería imposible si la Argentina va al default.
- Para Fernández es importante porque de la capacidad que tenga él para producir alguna recuperación económica, aunque no sea más que un fruto del rebote de una gran caída como la que estamos experimentando, de esa capacidad depende que gane o no las elecciones del año que viene, porque a él se lo votó para reanimar la economía. Si es verdad que ir al default supone una mayor crisis cambiaria, superior a la que hay hoy, es posible que en la negociación de la deuda se juegue el futuro de Fernández en las elecciones 2021.
Por Carlos Pagni
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