Diana Mondino sufre el recorte de poder en la Cancillería ante la posible salida de dos funcionarios
El nuevo vicecanciller, Eduardo Bustamante, designaría en breve los reemplazos para los subsecretarios Vergara y Levaggi, que respondían a Leopoldo Sahores
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Los vientos de cambio no dejan de soplar en la Cancillería. Dos días después de la renuncia del vicecanciller Leopoldo Sahores, número dos de Diana Mondino en el Ministerio de Relaciones Exteriores, otros posibles alejamientos aparecen en el horizonte cercano de la Cancillería. Las posibles salidas significarían más poder para el asesor Santiago Caputo y la secretaria general Karina Milei, y más recorte de atribuciones para la canciller, que de todos modos tiene el aval de la Casa Rosada para continuar en su puesto.
Según coinciden altas fuentes del Palacio San Martín en diálogo con LA NACION, los nombres cuya continuidad aparece al menos en duda son aquellos que formaban parte del equipo de Sahores en la Secretaría de Relaciones Exteriores. Se trata de Mariano Vergara, subsecretario de Asuntos Americanos, y Marcia Levaggi, subsecretaria de Política Exterior. El flamante nuevo vicecanciller, el diplomático de carrera Eduardo Bustamante, responde de modo directo a Karina Milei y a Caputo, y está consustanciado con el “nuevo orden”, centrado en el alineamiento con Estados Unidos e Israel, pero por sobre todo con posiciones conservadoras y el rechazo a la agenda 2030 y el Pacto del Futuro, auspiciados por Naciones Unidas.
“Todo secretario pone a su gente de confianza”, explica otra alta fuente de la Cancillería para justificar lo que, para algunos, es un recambio inminente. Oficializado en su puesto el viernes vía Boletín Oficial, Bustamante (hasta la semana pasada cónsul en Montevideo) prefiere ir a paso lento, y evita por el momento confirmar los eventuales desplazamientos.
Diplomáticos cercanos a Vergara y Levaggi se niegan a confirmar o desmentir los rumores de salida. Pero reconocen que “trabajan hace muchos años con Sahores”, y que deberán analizar “nuevos roles”, que ocuparían en los próximos días. Vergara, por caso, ocupó y ocupa un rol relevante en el conflicto con el chavismo por los opositores venezolanos asilados en la residencia argentina en Caracas, y también interviene en las reuniones de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), espacio fundado en 2011 por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, revalorizado en las últimas semanas por el Presidente en su búsqueda de acercarse a China.
La salida de Sahores, que se fue sin escándalo pero con bronca apenas contenida, se suma a otras bajas en el equipo original de Mondino, como el ex jefe de gabinete, Federico Barttfeld, hoy embajador en Lisboa, Portugal. Si Vergara y Levaggi dejaran sus puestos, solo quedarían de la primera línea el secretario de Relaciones Económicas Internacionales y diplomático de carrera, Marcelo Cima, y la secretaria de Malvinas, Paola Di Chiaro, integrante de la fundación Argentina Global que encabeza el secretario de Relaciones Internacionales de Pro, Fulvio Pompeo.
La aparición de la experta en temas de familia y género Ursula Basset, en una asamblea de la OEA, fue el primer signo del cambio de tendencia. Le siguió el desplazamiento de Ricardo Lagorio como embajador argentino en Naciones Unidas, y su reemplazo por su segundo, Francisco Tropepi, hoy oficializado en ese cargo por el Boletín Oficial. La designación del joven Nahuel Sotelo como secretario de Culto y Civilización aceleró aún más el cambio de perfil de la Cancillería, y dejó a Mondino en un rol más protocolar, con decisiones que se toman lejos del Palacio San Martín.
“El problema no es Diana, sino buena parte de la línea diplomática. Se tendrían que ir si no están de acuerdo con lo que dice el Ejecutivo”, repiten desde el “triángulo de hierro” que acompaña al Presidente. Respaldo a Mondino sí, pero a la vez empoderamiento a nuevos actores que crean y cumplan a rajatabla con la línea que baja desde Balcarce 50.
“En el gobierno anterior, la política había tomado la Cancillería. Mondino cambió eso y a muchos no les gustó”, la defienden desde un despacho oficial. Y aseguran que “Diana es amada por el cuerpo diplomático extranjero y por todos los ministros con los que tuvo relación afuera”. Elogios que no comparte una buena porción de la diplomacia de carrera, sobre todo los diplomáticos que se desempeñan en el Exterior, quienes sufrieron, durante dos meses y en concepto del pago de Ganancias, un descuento de casi el 40 por ciento del plus en dólares que perciben cada mes.
La oposición a la agenda 2030, que incluye la igualdad de género, el derecho al aborto y el reconocimiento del cambio climático como problema originado por el hombre, fue el argumento principal esgrimido por el Presidente en su discurso ante la Asamblea General de la ONU y en su carta a los diplomáticos, hace diez días. Allí, Milei pidió “un paso al costado” para aquellos que no estén de acuerdo con esos lineamientos, y en el rechazo a la agenda de la ONU, que según afirmó Milei es “un programa de gobierno supranacional de corte socialista que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los estados nación, y violentan el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad de las personas”. La postura argentina despierta preocupación en Brasil, de cara al G20 que se llevará a cabo en Río de Janeiro, la tercer semana de noviembre.
En este contexto, en la Cancillería ya circulan (por ahora sin trascender fuera de los canales diplomáticos) los nombres de eventuales reemplazos para Vergara y Levaggi, que en breve quedarían afuera del organigrama de la Cancillería.
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