Desgaste e interna: con las diferencias en un punto de no retorno, los ministros cercanos al Presidente aguardan una señal de autonomía
En un escenario atravesado por las desconfianzas, los funcionarios esperan un gesto después del ultimátum de Fernández en Europa; bronca con la “jugarreta” de Massa
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Los estados de ánimos fluctúan al ritmo de las declaraciones de Alberto Fernández. Los ministros que se quedaron en Buenos Aires buscan señales, pero no encuentran un horizonte. La estrategia, si la hubo, viajó a Europa con el jefe del Estado. La crisis interna es la que se lleva la energía y eso desgasta principalmente a Fernández.
“No lo veo bien…”, admitió con tristeza un integrante del gabinete nacional. La descripción es sobre el momento político que atraviesa el Presidente. “Cuando no quiere escuchar, se aísla”, remató. Una de las críticas que se repitieron en diferentes despachos dentro y fuera de la Casa Rosada en los últimos días tiene que ver con el primer anillo de confianza del mandatario.
“Hoy no hay 2023 para ninguno de nosotros”, resumió un funcionario cercano al Presidente. La última encuesta que mandó a realizar la Jefatura de Gabinete confirma el clima que los funcionarios recogen en las calles. Del trabajo que Juan Manzur le encomendó a Analía del Franco, que se terminó el 29 de abril, hay un número que encendió las alarmas del Gobierno: el 85 por cierto de la gente dice que está entre mal y peor.
En este clima de hartazgo y distancia de la política con la sociedad, la interna del Frente de Todos –pero sobre todo la falta de diálogo entre el Presidente y Cristina Kirchner– se vuelve un problema de fondo. “Sin una charla que ordene esto es imposible”, admitió un integrante del gabinete nacional.
En este escenario, volvió a escalar la tensión. Después de seis días de silencio, el kirchnerismo duro ratificó todas sus diferencias. El vocero fue Máximo Kirchner, quien criticó al Presidente por hacer “declaraciones grandilocuentes” durante su paso por Europa. A eso se sumó un misil contra Martín Guzmán, al que cuestionó por sugerir que los problemas económicos son producto de la interna. No hay paz, tampoco habrá tregua.
La reunión de hace 10 días en la residencia platense de Martín Insaurralde, en la que participaron Juan Zabaleta y Gabriel Katopodis, en nombre de Alberto Fernández, y Máximo Kirchner y Andrés Larroque, en representación de Cristina Kirchner, no tuvo ningún efecto. “No quedan bien, es una lástima”, se quejó un hombre de máxima confianza del mandatario apenas leyó las declaraciones del líder de La Cámpora en Lanús. “No hay vuelta atrás”, se lamentaron cerca del Presidente.
Mientras tanto, en Balcarce 50, sorprendió a más de un integrante del gobierno nacional el comportamiento mediático de Fernández durante su travesía por España, Alemania y Francia. Algunos, con malicia, posaron sus ojos sobre los compañeros de viaje. Ahí estuvieron Santiago Cafiero, Gabriela Cerruti, Cecilia Todesca y Gustavo Beliz –quien avanza con su plan de salida del Gobierno al Banco Interamericano de Desarrollo (BID)–, todos del riñón del mandatario.
Del otro lado hablan de ingratitud. En medio de la guerra en Ucrania, casi sin tiempo, el Presidente logró reunirse con tres líderes mundiales como Emmanuel Macron (Francia), Olaf Scholz (Alemania) y Pedro Sánchez (España). “Los tres le dieron un lugar de mucha preponderancia”, resaltó un integrante de la comitiva. A los tres jefes de estado el Presidente les transmitió la misma preocupación: sin una acción coordinada entre Europa y Estados Unidos frente a la inflación, el escenario para las economías emergentes es complicado. El cóctel de una recesión con estos números de inflación sería un golpe de knockout.
La novela europea
Aquellos que se quedaron en la Argentina y siguieron la novela por las pantallas, aguardaban el desembarco del Presidente para no dar un paso en falso, como le ocurrió a Aníbal Fernández, quien en medio del sunami de declaraciones desde el Viejo Continente aseguró que “Alberto Fernández es absolutamente la mejor figura para candidatearse por el Frente de Todos”.
Las palabras de apoyo del ministro de Seguridad llegaron horas después de que el mandatario expresara su deseo de presentarse para la reelección y un día antes de que dijera que no estaba pensando en la reelección. La confusión es total.
Es por eso que la duda que invadió gran parte de los despachos oficiales estaba centralizada en tratar de descubrir si Fernández decidió subir al ring contra Cristina Kirchner o si se trata de una pelea puntual, en este caso por las tarifas de servicios públicos. La respuesta aún está por develarse.
Entre los funcionarios más cercanos al Presidente hay dudas sobre el ultimátum que deslizó el último miércoles para los funcionarios camporistas que habitan en Energía y que podrían eventualmente entorpecer el aumento de tarifas. “Hay que ver si cumple”, lanzó un ministro con despliegue territorial.
Un gesto en este sentido fue la decisión del subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, némesis de Guzmán en materia energética, que repentinamente subió el perfil en los últimos días en medio de las audiencias de tarifas. Anteayer, recorrió Atucha con senadores kirchneristas.
Las respuestas a estos interrogantes podrían llegar el jueves, día que eligió Manzur para la próxima reunión de gabinete. La cita, que estaba agendada para el miércoles, pero se pasó por el Censo, será a las 7.30 en el salón Eva Perón de la Casa Rosada.
En el juego de desconfianzas internas no se salva nadie. En el Palacio de Hacienda masticaban bronca con Sergio Massa por la “jugarreta” del impuesto a las ganancias. El presidente de la Cámara de Diputados le envió una carta a Guzmán para que eleve a $265.000 el mínimo no imponible del impuesto. Según confiaron a LA NACION fuentes oficiales, era una decisión que se iba a anunciar en los próximos días. “Nos madrugó, siempre hace lo mismo”, explicaron.
Algunos, cerca del Presidente, recordaron que son este tipo de maniobras las que bloquearon la llegada de Massa al Ministerio de Economía tras las renuncias masivas después de la derrota de las PASO. En esos días, la vicepresidenta habló con el jefe del Estado con el objetivo de avanzar con cambios en el gabinete nacional y Massa fue su primera opción para reemplazar a Guzmán. La idea era armar un súper ministerio. El Presidente le hizo la misma pregunta tres veces: “¿Vos confías?”, la interrogó. La respuesta aún se mantiene y se hace extensiva al resto del Frente de Todos.
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