Daniel Arroyo, un político en envase técnico, que asume con la urgencia de frenar el hambre
¿En qué momento un técnico adquiere el barniz de dirigente político? Para quienes rodean a Daniel Arroyo, eso sucedió en 2007, cuando dejó de ser el número dos de Alicia Kirchner en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación para encabezar la misma cartera en el gabinete bonaerense de Daniel Scioli.
Scioli fue a buscarlo por el trabajo que Arroyo había hecho codo a codo con Jorge Varela, el ministro de Felipe Solá. El exmotonauta quería un gabinete de "notables", de especialistas.
La experiencia, sin embargo, duró poco. En 2008, Arroyo se dedicó de lleno a reemplazar el esquema de "las manzaneras" del conurbano, que distribuían los bolsones de comida, por las tarjetas para comprar alimentos del Plan Más Vida. Los roces llegaron pronto. En 2009, Arroyo dejaba el Ministerio y Scioli nombraba a Cacho Álvarez de Olivera, intendente de Avellaneda. Reemplazaba a un técnico por un político.
Desde 1997 y hasta 2003, cuando asumió junto a Alicia Kirchner, Arroyo trabajó como capacitador o coordinador en una veintena de programas vinculados al desarrollo social
El técnico volvió a los trabajos de consultoría, a las clases en Flacso y la UBA. Era lo que había hecho desde los 90, tras licenciarse en Ciencia Política (1990) y posgraduarse en Control y Gestión de Políticas Públicas (1995). Un año después se casaría con Alejandra Folco, con quien tiene dos hijos. Se habían conocido en Castelar, en un grupo parroquial con el que hacían tareas sociales. Viven en Olivos.
Alberto Fernández podrá decir que su ministro de Desarrollo Social tiene más de 20 años de experiencia en el Estado y las aulas. Desde 1997 y hasta 2003, cuando asumió junto a Alicia Kirchner, Arroyo trabajó como capacitador o coordinador en una veintena de programas vinculados al desarrollo social, municipal o la protección de menores. Tuvo de superiores a los duhaldistas Eduardo Amadeo y Alfredo Atanasoff, el entonces "ibarrista" Daniel Filmus y a varios efímeros ministros de la Alianza.
"Pero siempre quiso salirse del envase de técnico para probarse en política", cuentan quienes lo conocen. En 2011 empapelaron Vicente López con su cara como candidato a intendente, pero la aventura nunca llegó a oficializarse. Tuvo una foto con Francisco De Narváez, pero no: otra vez, la consultoría y la academia. Fue elegido presidente de Poder Ciudadano (2012-2013).
Además del ministerio, ahora Arroyo tendrá a su cargo el Plan contra el Hambre
Ese año volvería a intentar el cambio de envase. Se sumó al Frente Renovador de Sergio Massa, que daría el batacazo en las elecciones legislativas. Sin padrinos políticos ni territorio propio, Arroyo usó sus armas para ganar volumen: propuestas y entrevistas en los medios. En 2015 logró pararse como candidato a vicegobernador de Solá. Sumaron 19 puntos.
En 2017 fue candidato a diputado nacional de un massismo que ya no lograba hacer pie en la grieta. El cierre de listas fue una pelea descarnada por los primeros lugares. Arroyo peleó como político, no como técnico, y se hizo del tercer lugar. Entraron cuatro. Quedaron rencores.
Un año después, Solá, Arroyo y otros empezaban a hablar de la unidad del peronismo y abandonaban el Frente Renovador. Fue un duro golpe para Massa, que todavía pensaba en la tercera vía: con Arroyo se iba el último candidato a gobernador bonaerense que le cerraba. Se reencontraron este año, bajo el techo del Frente de Todos.
Además del ministerio, ahora Arroyo tendrá a su cargo el Plan contra el Hambre. El especialista, que desde hace años insiste con la necesidad de convertir los planes sociales en laborales, que busca alternativas para que el narco deje de ser el modelo de éxito para los chicos de las villas y que, sobre todo, reclama una revolución en las escuelas secundarias, ahora piensa en alimentos, comedores y tarjetas. En la urgencia. "Parar la caída", repite, como político.
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