Del alivio con sabor a triunfo a una confusa comedia de enredos
Las idas y venidas tras el anuncio de las capturas dejaron entrever internas y falta de coordinación
Papelón, escándalo o una mezquindad manifiesta. Tal vez haya sido una mezcla de todo eso. O, también, de una falta de coordinación de las fuerzas federales de seguridad con la Policía de Santa Fe durante la resonante fuga. Y, por qué no, la carencia de un diálgo político maduro entre los gobiernos nacional y santafesino en un momento de crisis nacional. Lo cierto es que fue un verdadero ridículo que ayer, durante varias horas, ningún funcionario, sea nacional, provincial y hasta policial, pudo ocultar: sólo había un detenido y no tres, como se había anticipado a viva voz.
El alivio para todos llegó poco despúes de las 11 de ayer, cuando se confirmó, en todos los órdenes, tanto policial como político, que había sido atrapado el prófugo Martín Lanatta, luego de volcar en una camioneta robada y había sido "ploteada" en forma casera como si perteneciera a la Gendarmería.
Hasta ahí todo bien. Los laureles del éxito se lo estaba llevando la Policía de Santa Fe, cuyo papel durante la gran fuga en los últimos días no había estado muy presente en la vidriera de los medios. Con esta muy buena noticia, muchos pensaban que podía comenzar a limpiarse un poco la opaca imagen de hechos ligados con la corrupción y el narcotráfico que marcaron a esa fuerza en los últimos años. Aún no se olvida que policías santafesinos fueron los que atacaron a tiros la casa del entonces gobernador Antonio Bonfatti en la noche del viernes 11 de octubre de 2013.
Basta recordar que el primer jefe de Policía detenido en la historia argentina es de Santa Fe. El comisario general Hugo Tognoli renunció a su cargo y luego, el 19 de octubre de 2012, fue preso acusado de encubrimiento en un caso de narcotráfico. Pero no todo termina allí. Su reemplazante, el comisario general Cristian Sola, abandonó su puesto en febrero de 2013 en medio de una polémica: estaba siendo investigado por haber adquirido "con sus ahorros" una casa valuada en US$ 500.000.
Para colmo, a su regreso de Washington, en enero de 2014, Bonfatti trajo bajo su brazo una carpeta llena de inquietudes: autoridades gubernamentales del aquel país y de organismos internacionales, le señalaron la preocupación que tenían sobre el avance del narcotráfico y el crecimiento de la violencia en las provincias del centro de la Argentina, en particular la suya.
Para contrarrestar estos malos antecedentes, el actual gobernador socialista Miguel Lifschitz activó ayer de inmediato su cuenta Twitter al conocer las supuesta detención del trío más buscado: "Buen trabajo de la Policía de Santa Fe para atrapar a los prófugos. Felicitaciones al Jefe y a todos los que actuaron. Así debemos seguir. Ahora se debe reactivar la causa efedrina".
Claro, para ese entonces, a las 12, se había informado la captura de los "restantes prófugos": Cristian Lanatta y Víctor Schillaci. Desde la redes sociales y los medios comenzó una interminable y aliviadora serie de felicitaciones para las fuerzas de seguridad, tales como la del propio presidente Mauricio Macri, la vicepresidenta Gabriela Michetti y la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, entre otros.
Poco después de las 15, lo que parecía un gran triunfo político de los gobernantes y sus policías comenzó a convertirse en una desafortunada comedia de enredos. Los medios de prensa recibieron confirmaciones de dichas detenciones de parte de autoridades nacionales pero, desde Santa Fe, le pusieron freno a las buenas noticias.
Los celulares de los funcionarios estuvieron mudos un buen rato y comenzó a reinar el desconocierto en los medios. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, había viajado a Santa Fe pero, al bajar del helicóptero, le confirmaron que el único preso era Martín Lanatta y se quedó en el aeropuerto. A las 19, el jefe la Federal, comisario general Román Di Santo, frente a la comisaría de Cayastá, ratificó sólo esa detención. Preguntado por los restantes evadidos, dijo: "Siguen siendo intensamente buscados", al tiempo que no se hizo cargo de la información errónea, como tampoco lo hicieron otros funcionarios. Claro, la derrota no tiene padres, siempre es huérfana.
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