Debilitado, el Frente de Todos festejó el final agónico como una revancha
La Cámara de Diputados se convirtió, tras la renovación parlamentaria, en un escenario de vértigo donde lo imprevisible parece ser la nueva regla
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El oficialismo festejó ayer en sus bancas de la Cámara de Diputados como si hubiese ganado una revancha personal. Quiso enrostrarle a la oposición que, pese a haber sufrido la peor de las derrotas el viernes pasado con el rechazo del presupuesto 2022, no perdió el manejo del recinto. Esto era lo que en verdad estaba en juego en la pulseada de este martes. La modificación del impuesto a los bienes personales fue, en rigor, una cuestión secundaria, casi anecdótica.
A juzgar por el resultado de la votación, la capacidad de fuego del oficialismo tras la renovación parlamentaria se volvió por demás limitada. Durante la sesión especial apenas si se impuso por un voto de diferencia sobre una oposición a la que le faltaron tres diputados, una de ellas por Covid y los otros dos –increíblemente– de viaje. De haber estado presentes, al bloque que conduce Máximo Kirchner le habrían asestado una segunda derrota consecutiva en apenas cuatro días.
Pese a que no lograron su cometido, los opositores se retiraron satisfechos del recinto. Habían logrado el objetivo: forzar a los oficialistas a discutir un tema que, deliberadamente, pretendían congelar. “Distintos bloques de la oposición, todos unidos, logramos que 600.000 personas que iban a quedar alcanzadas por el impuesto a los bienes personales finalmente no lo tributen –celebró Mario Negri, jefe de la UCR–. El oficialismo apeló a todas las artimañas para no discutir la actualización, pero la oposición unida emplazó a la Comisión de Presupuesto para aprobar el dictamen y convocamos a sesión especial. Por segunda vez demostramos que al Congreso no lo maneja el oficialismo. Para nosotros esto es un éxito”.
Lo cierto es que la Cámara de Diputados se convirtió, tras la renovación parlamentaria, en un escenario de vértigo donde lo imprevisible parece ser la nueva regla. Ni el oficialismo ni Juntos por el Cambio, en paridad de fuerzas aunque ambos en minoría, tienen el manejo asegurado del recinto. Como bien dijo el diputado Juan López, de la Coalición Cívica, durante el debate de la modificación del impuesto a los bienes personales, la votación del proyecto no la iban a decidir ni el Frente de Todos ni Juntos por el Cambio. “La va a decidir un grupo muy pequeño de diputados, apenas cuatro o cinco. Y eso es bueno. Habla del equilibrio en este Congreso”, aseveró.
En esta nueva Cámara de Diputados no habrá aliados incondicionales y esa no es una buena noticia para el Gobierno. Tampoco para Juntos por el Cambio que, pese a su superioridad numérica, se verá obligada a negociar con los bloques menores la agenda opositora. Los apoyos son lábiles y así quedó demostrado en las primeras dos sesiones que se celebraron tras la asunción de los nuevos diputados. Si en la discusión del presupuesto 2022 la izquierda votó por el rechazo junto al resto de la oposición, en la modificación del impuesto a los bienes personales, que se votó ayer, respaldó el dictamen del oficialismo.
En rigor, los cuatro diputados de la izquierda –Myriam Bregman, Nicolás del Caño, Romina Del Plá y Alejandro Vilca– no tenían previsto hacerlo. Su postura original era respaldar la media sanción del Senado, al igual que el resto de los bloques opositores. Pero la última oferta del oficialismo, en la que aceptaba elevar a $30 millones el mínimo no imponible del valor de la vivienda familiar, los disuadió. Como remate, el kirchnerismo incluyó tres cláusulas para gravar con una alícuota mayor a los grandes patrimonios. La izquierda consideró cumplidas así sus demandas ideológicas.
Los cuatro diputados del interbloque Provincias Unidas apoyaron al oficialismo en las dos oportunidades; serán la nueva rueda de auxilio del bloque oficialista. El santacruceño Claudio Vidal, un sindicalista petrolero que llegó a la Capital con todas las ínfulas de un discurso antikirchnerista, demostró, por ahora, más cercanía que distancia del Frente de Todos.
Sin embargo, no son suficientes: Sergio Massa tendrá que afinar mucho más su cintura política para alcanzar la mayoría deseada. Sus intentos por colocar cuñas en Juntos por el Cambio y al interbloque Federal fueron, hasta ahora, infructuosos. Tal vez debería probar con el diálogo y la negociación de buena fe a la hora de discutir las leyes que le interesen al Poder Ejecutivo.
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