De no creer: ya sabemos cómo vota la Scaloneta
El inesperado papel de Alberto Fernández en el triunfo de la selección, los mensajes cifrados de los jugadores, la “piedad” de Cristina y el nuevo dólar que imagina Massa
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Desde hace 72 horas no puedo parar de festejar. Son 72, y no 24, porque empecé a festejar cuando me enteré de que Alberto había tomado la mejor decisión desde que es Presidente: no ir a Qatar.
Seamos sinceros: fue como tener medio partido ganado. Me imagino la explosión en el vestuario cuando llegó Chiqui Tapia con la noticia: “Muchachos, está confirmado… ¡¡¡No viene Alberto!!!”. Seguramente hubo un vivo del Kun Agüero con esa loca celebración de los jugadores y el cuerpo técnico, todos abrazados y cantando: “No vieeene/no vieeene…”. Parece que era tal el entusiasmo que, zarpados, se animaron a entonar el grito que por esas horas estaba rigurosamente prohibido: “Dale campeón/dale campeón…”.
¿Es mufa Alberto? A ver, es Alberto. No consulté en Google si en su vademécum de deficiencias figura ser un piedra. Pero mucha suerte en estos tres años no nos trajo. Cristina diría que sí, que es el mayor mufa de la historia del país; tanto, que arruinó un gobierno kirchnerista. A lo cual yo le contestaría: ¡Tiene toda la razón, Cris! Grandísima verdad. Fíjese lo engualichado que estará el profesor que echó a perder aquel luminoso tuit del sábado 18 de mayo de 2019.
En fin, la cosa es que ya desde esa noticia de que no viajaba a Qatar empecé a pensar en que los dioses del fútbol esta vez estaban de nuestro lado. Por eso, en los peores momentos del partido, cuando los franceses se pusieron 2 a 2, y después 3 a 3, e incluso cuando Kolo Muani encaró solo hacia al arco al final del segundo tiempo del alargue, y por supuesto también en la definición por penales, yo estaba increíblemente tranquilo. Todo gracias a la fórmula que me repetía una y otra vez: no está Alberto. Tras el penal de Montiel, el que nos consagró campeones, grité desaforadamente, me abracé con mis hijos, y enseguida me puse de rodillas y dije: “Gracias, señor Presidente”.
Creo que, en muestra de gratitud, los jugadores deberían haber aceptado la generosa invitación del profesor para que visitaran la Casa Rosada; recontra generosa, porque él quería desaparecer y dejarles a ellos el primer plano: apenas tenía pensado recibirlos, dirigirles un mensaje que iba a ser transmitido por cadena nacional, salir al balcón, abrazarse allí con todos, saludar a la multitud, levantar sobre sus hombros a Messi, alzar la Copa bajo una lluvia de papel picado y fuegos artificiales, y anunciar su candidatura a la reelección.
Tampoco me pareció muy consistente la razón que dio el plantel para rechazar la invitación: dijeron que, con el calor que hace, corre más viento en la 9 de Julio que en Plaza de Mayo.
Además, veo algo de malicia en la elección del escenario, porque el Obelisco, convengamos, es un ícono de la ciudad; de la ciudad que gobierna Rodríguez Larreta. Le dijeron que no al Frente de Todos y sí al Pro. No hace falta hacer una encuesta para saber cómo vota la Scaloneta. O quizás son todos militantes de La Cámpora y les llegó la orden de hacerle el vacío al profesor. En cualquier caso, triste destino el de Alberto: debe ser el primer presidente de la historia mundial al que dejan literalmente afuera de un título que festeja todo el país.
Profe, no se quede con las ganas: organice algo en Olivos con los amiguitos de Fabiola.
Madre al fin, Cristina desechó convocarlos a El Calafate: muchas horas de avión para un plantel que acaba de volar desde Qatar. Y Massita, que obviamente iba a estar en primera fila de la frustrada visita a la Casa Rosada, vive horas de terrible desconsuelo. No habría que descartar un nuevo tipo de cambio: el dólar Messi.
Así, el triángulo de las Bermudas que nos gobierna permanecerá lejos de la gloriosa estela de los campeones del mundo, que tienen a un pueblo rendido a sus pies. ¿Le pasa esto a un gobierno peronista? Peronistas eran los de antes.
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