De no creer | Sofi, el Bandido y esas malditas fotos
A la luz de los recientes antecedentes, resulta perentorio saber quién pagó el viaje de Insaurralde y su amiga por el Mediterráneo: ¿él, ella o todos nosotros?
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El debate de anoche fue flojo, flojito, flojísimo. La cuestión más importante, lo que el país se estaba preguntando, no fue contestado por ninguno de los candidatos: quién pagó el alquiler del crucero de luxe por Marbella. ¿Insaurralde o su amiguita, Sofía Clerici? ¿A medias? ¿Ganaron ese premio en una kermesse? La gente quiere saber también si el Rolex de oro y las carteras Louis Vuitton de la mimosa Sofi las compraron con el Ahora 12. Y, sobre todo, lo más importante es conocer si en las aguas del Mediterráneo ha nacido un amor duradero, una relación consolidada. Porque el divorcio de Martín con Jesica Cirio nos costó a los argentinos 20 millones de dólares.
Sí, 20 palitos. Nos pudo haber costado 50, que es lo que reclamaba ella en la división de bienes, pero él se puso firme: “Ni un dólar más. Mi obligación es cuidar el dinero del pueblo”.
De ahí surge la duda sobre quién solventó la excursión: si acaba de desprenderse de 20 millones de dólares, uno imagina que habrá quedado con la lengua afuera. Por otra parte, Sofi se presenta como empresaria de lencería; estuve viendo las prendas que produce –ella es la modelo de su marca– y no parece haber una gran inversión en telas: de un metro cuadrado sale toda la colección primavera-verano. Se robustece así la hipótesis de la kermesse.
Es entrañable ese video de años atrás en el que aparece Insaurralde en una entrevista. Tenía más pelos y la voz entrecortada por la emoción: “Vengo de una familia con valores, respeto… Mis viejos son docentes, laburantes. Siempre me decían que si me metía en política tenía más para perder que para ganar. Yo les decía: quiero hacer política, de verdad, para que las cosas cambien. Como les dije a mis hijos el día que asumí [como intendente de Lomas de Zamora]: que iba a seguir viviendo en el mismo lugar, y comiendo en los mismos restaurantes, yendo al mismo club… El día que no pueda hacer eso, no hago más política”.
Algunas reflexiones sobre ese testimonio, que también a mí me dejó lagrimeando. Los padres le dijeron que iba a perder más de lo que iba a ganar, y el vaticinio se cumplió al pie de la letra: por el escandalete del crucero del amor perdió la jefatura de Gabinete de la provincia de Buenos Aires y la candidatura a primer concejal en Lomas. A Sofi, sus padres le dijeron lo contrario: si se metía con políticos la iba a pasar muy bien. Ya fue novieta de Daniel Scioli, otro ahorrista compulsivo. Cuando era intendente, Insaurralde se mudó a un departamento de Puerto Madero que cuesta millones de dólares. No hay conflicto alguno con lo que les prometió a sus hijos: públicamente explicó que el cambio se debía a la creciente inseguridad de Lomas de Zamora. O echaba a su ministro de Seguridad o se mudaba, y optó por la solución menos cruenta. Tuvo que pagar el costo: pasó de los restaurantes de Lomas a los carritos de Puerto Madero.
Martín es el hombre de los Kirchner en la provincia: aliado de hierro, se lo impusieron a Kicillof como jefe de Gabinete. ¿Qué pensarán ahora Cristina y Máximo? Que el problema no fue el finde extra large con Sofi, sino las fotos; las malditas fotos. Lo mismo dijeron cuando se filtraron a los medios las imágenes de la fiesta de Alberto y Fabiola en Olivos en plena cuarentena, y cuando Lanata difundió el desparramo de dólares en La Rosadita, y cuando Josecito López llegó con un fusil y 10 millones de dólares al convento de Moreno: hay que ser más cuidadosos con la intimidad.
Digamos algo sobre el yate. Admito que es lindo, grande, ostentoso, que bien vale los 1000 dólares por hora que cuesta salir a dar una vueltita; ahora, miremos con detalle el video que mostró Sofi en sus redes: la cama de la suite principal es estrecha; para mi gusto, demasiado ceñida, lo cual todo bien si hay química en la pareja, y un desastre si afloran desavenencias.
Bueno, está la posibilidad de que alguno de los dos se mude a otro camarote (tiene cuatro). Pero, como hemos visto, para Martín las mudanzas suponen un enorme costo emocional.
Subsisten un par de misterios. No trascendió la duración del crucero. Dicen que, si fuera por ella, poco menos que se quedaban a vivir, y que él la llamaba a recato: le hacía ver que no podía estar tanto tiempo fuera de la provincia en plena campaña, que era el jefe de Gabinete, que estaban a tres semanas de unas elecciones cruciales… Y que, sobre todo, quería estar en el país cuando se conociera el índice de pobreza.
Tampoco sabemos la marca del champagne que está sirviendo Martín. Quizás se llevó uno de acá, porque estando lejos no hay nada como los sabores de tu tierra. O quizás los tripulantes se mandaron directamente, sin preguntar nada, y le pusieron una botella de Louis Roederer Cristal Brut 1990 Millennieum Cuvee Methuselah, que si buscás bien podés encontrarlo a unos 19.000 dólares. Probablemente Martín dejó que de eso se ocupara Sofi.
¡Perdón! Me estaba olvidando: el yate se llama “Bandido”. Como si el nombre se lo hubiera puesto ella.
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