De no creer. Primicia mundial: entrevisté a Massita
Pude leer en los labios del “superministro” un ajuste que asoma salvaje; también el último pedido que casi se anima a plantearle a Cristina
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Soy un hombre de suerte: hablé el sábado del “huracán Sergio”, a Sergio le gustó esa metáfora y me ofreció su primera entrevista desde que lo eligieron para reemplazar a Batakis. Puso algunas condiciones: que siempre lo mencione como “superministro”, cosa de contribuir a su empoderamiento; que evite el “Massita”, justamente por no conjugar con su nuevo estatus; que no le recuerde el pasado, “porque lo pasado, pasado” (sospecho que quiso decir “pisado”), y que sea una entrevista amable, concesiva, tranqui. “Vos tenés la primicia y yo no asumo riesgos”, me propuso, en una suerte de plan canje. Un grande. Su frase de cabecera es la célebre máxima de San Francisco de Asís: “Es dando como se recibe”.
Por supuesto, acepté todas las condiciones; por supuesto, una vez prendido el grabador, no cumplí. ¡Gracias por este honor, Massita!
Hablamos dos horas. Sacadas sus largas y algo tediosas peroratas, quedó esto que sigue.
–La primera pregunta, Sergio, parece zarpada, pero en realidad es una broma: en las redes están diciendo que, con tu designación, los Fernández “se suicidaron en Massa”. ¿Lo leíste?
–No lo leí porque estoy abocado a formar mi equipo y diseñar un plan para la contingencia. No tengo tiempo para pavadas. Cristina y Alberto no se suicidaron. Todo lo contrario: me llamaron para que sea el salvavidas del proyecto.
–La segunda pregunta sí es algo zarpada, pero no puedo dejar de hacerla. Tu caso es muy singular: no te ofrecieron ser ministro, sino que te ofreciste vos. ¿Cómo fue eso?
–Lo desmiento en forma terminante: no me ofrecí. Solo les hice saber a los dos que, en caso de que necesitaran correr a Batakis, yo tenía equipo, tenía un plan y, básicamente, tenía muchas ganas.
–Me interesa profundizar en eso. ¿Realmente puede decirse que tenés equipo cuando ya son más de diez los economistas que rechazaron tu propuesta de sumarse?
–He encontrado algunas dificultades, sí, no lo puedo negar. Pero mi equipo es tan parejo que los suplentes pueden rendir igual que los titulares.
–La verdad es que por ahora no se ve ningún nombre fulgurante.
–Para el fulgor estoy yo, revestido de los poderes de un superministro. Yo pongo la cara, pongo el pecho a las balas, para ser como un escudero y que ellos puedan trabajar tranquilos.
–Tengo entendido que estás formando una suerte de consejo asesor, con tipos de peso como Lavagna, Redrado… Buena idea, porque ellos sí son economistas.
–Ojo, no los voy a consultar sobre el diseño del programa. Para eso estoy yo. Voy a recurrir a ellos para que me expliquen algunas cosas puntuales: por qué suben los precios, qué le pasa al Banco Central que se quedó sin reservas, qué significa déficit cuasifiscal…
–Ya se comenta que tu sueño es replicar la historia de Fernando Henrique Cardoso, que fue ministro de Economía sin ser economista, y cuyo exitoso plan de estabilización lo catapultó a la presidencia.
–Lo único que puedo decirte de mis sueños es que estoy con mucho sueño. Los últimos días he dormido poco y nada.
–Vamos, Sergio, nos conocemos hace años. Si te va bien, si efectivamente te constituís en el gran salvador, eso significaría el fin de los Fernández. Solo quedarías vos…
–Quedaría a salvo el proyecto, que es lo único importante. Yo apenas soy una cuotaparte del Frente de Todos. Además, tengo demasiado trabajo con este presente como para proyectar el futuro.
–Linda frase, muy lograda. Ojalá tu equipo económico sea tan eficiente como el de imagen y comunicación. Ahora contame algo del plan. ¿Se viene un ajuste feroz?
–No puedo adelantarte nada. Solo puedo decir que habrá un trabajo caracterizado por la coordinación, la previsibilidad y la readecuación de metas. No me gusta hablar de ajuste y, mucho menos, de ferocidad. ¿Contracción del gasto? Esa es la idea. ¿Menor emisión? Seguramente. ¿Subas de tarifas? Empezó con Guzmán y seguirá. ¿Reducción del presupuesto previsional? Jamás la descartaría…
–¡Eso es un ajuste salvaje!
–La caracterización corre por tu cuenta.
–Por un sí o un no: ¿vas a devaluar?
–Leeme los labios.
–Leo un “sí”.
–Ya veremos si sos buen lector.
–Cavallo dijo que si resignás tus ideas para someterte a las de Cristina, tu gestión será un fracaso.
–Te digo algo, pero no lo publiques. Cristina tiene el no fácil. Sabe lo que no quiere, pero nadie sabe qué es lo que quiere. Se limita a bochar todo. No se le conoce una sola propuesta sobre cómo resolver esta crisis machaza que atravesamos. Por momentos me da ganas de decirle en la cara: ‘Vamos, Cristina, tirá algo… ¡Usá la lapicera!’ La verdad es que no tiene un plan. Si lo tuviera, yo no sería ministro.
[Perdón, Sergio, imposible no publicarlo: fue lo más importante que me dijiste].
–Buena foto la de los dos en el Senado, ayer. Supone algo de respaldo, ¿no? Es la foto que nunca pudo tener Batakis.
–Costó, pero la conseguí. Estuvimos negociando hasta último momento. ¡Hasta se discutió el tamaño de la mesa! Ella quería poner una que nos dejaba a media cuadra de distancia. Ah, me olvidaba: esto tampoco lo publiques.
–¿Y Alberto?
–Alberto tiene un papel clave: acompañar desde afuera, no involucrarse. Le prometí que lo voy a mantener informado. También le prometí hacernos fotos.
–Ya se está diciendo que Manzano, que tiene aceitados vínculos con sectores influyentes de Washington y de Nueva York, va a ser una especie de canciller en las sombras.
–También desmiento esto. El que va a quedar a la sombra es Cafiero.
–¿Cómo te llevás con el apodo que te puso Macri, “Ventajita”?
–Mientras Macri juega al bridge, yo soy superministro.
–La última: ¿te gustaría que el Papa te designe en la Academia Pontificia de Ciencias, como a Guzmán?
–Antes me gustaría que me atienda el teléfono.
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