"¡No se me tire al agua, Cristina!"
La larga carta de ayer de Cristina me resultó tan extraordinariamente reveladora que después de leerla decidí escribirle yo a ella. Este es el texto que le hice llegar hace un rato:
"Señora, celebro su reaparición en el escenario público. Qué bueno enteramos de que no le comieron la lengua los ratones. No perdió el habla, o no perdió la capacidad de hablar de las cosas de las que habla la gente: el coronavirus, la mishiadura, los chambones que nos gobiernan, el dólar… La noticia, en letra de molde, sería: ¡Cristina volvió de Cuba! O también: por primera vez en 10 meses, Cristina se ocupa del país y no de ella.
"Llama la atención que la madre de este engendro, la partera de un gobierno en el que el Presidente habla y se convierte en meme, y habla la vice y provoca un terremoto, haya tardado tanto tiempo en permitirse un pequeño paréntesis en su agenda judicial. ¡Cómo le costó, Cris, hacerse un ratito para nosotros, los argentinos, que la estamos pasando horrible! ¡Cómo le costó reconocer que Albertito, Cafierito y Guzmancito no dan el do de pecho! ¡Cómo le costó dejar por escrito que el experimento falló! La fórmula Fernández-Fernández fue una jugada maestra para ganar las elecciones, pero usted sabía, no podía desconocer que estaba pidiéndole al profesor más de lo que el profesor podía dar. Lo dijo muy bien en la carta: hay funcionarios que no funcionan; tan real como que hay un presidente que no preside, y no vamos a echarle toda la culpa al corset que supone que usted esté soplándole la nuca y pegándole en la mano con una regla. Le leo los labios, señora: nada le preocupa más que las bajas prestaciones de Alberto y de su equipo. 'Desaciertos', los llama. Exacto: desaciertos. No aciertan. No pegan una.
"Se ataja usted con eso de que el que decide es el Presidente. ¡Ese es el problema! No lo deje solo, caiga más seguido por Olivos, instrúyalo, oriéntelo, ayúdelo a formar un buen gabinete, con personas de su confianza, idóneas, tipo Boudou, Aníbal, De Vido, Scioli, Moreno, Capitanich. Usted lo puso y ahora nos dice que no funciona. Asuma su responsabilidad. Ojo, dije que asuma su responsabilidad. No asuma otra cosa; donde está, está muy bien.
"A muchos les sorprendió su llamado a un gran acuerdo nacional. A mí, no. Lo sospeché desde un principio: usted es una persona de diálogo, de consensos; de hecho, sé que en forma discreta, silenciosa, dio su aprobación al acercamiento de Dolores Etchevehere y Juan Grabois, de mapuches reales y truchos, de funcionarios kirchneristas y los usurpadores en Guernica y en medio país. Más allá de los párrafos con furibundas condenas a la oposición, los empresarios y los medios, qué bueno que le haya dedicado un párrafo a alentar un acuerdo con la oposición, los empresarios y los medios. Dicho esto, y sin quitarle valor al resto de la carta, me parece que lo más novedoso es que sea usted la que propone una mesa de diálogo. Con usted va a ser difícil, pero sin usted no hay mesa ni diálogo que puedan prosperar.
"Señala también que el freno a la economía y la incertidumbre generalizada sobre qué va a pasar con nuestra vida son agobiantes. Si usted se agobia, Cris, qué nos queda a nosotros. La necesitamos entera, con todas las pilas. Para agoreros ya están Duhalde ("Estamos en un proceso preanárquico") y Cafierito ("Nos vamos a pegar un porrazo enorme"). De usted se espera buena fibra y no un mazazo de mala onda. Incluso me pregunto cómo es que publicó su carta, una carta que ha encendido todas las alarmas, en el décimo aniversario de la muerte de Néstor. ¿Hacía falta asociar su recuerdo al grito de ¡a los botes!? ¿Hacía falta decir, justo el día de su aniversario, que el principal problema económico del país es la propensión a ahorrar en dólares?
"Permítame elogiarle algunas cosas y observarle otras. Muy oportuno haber aclarado que no la mueven ni el rencor ni la venganza, porque eso acaso no queda tan claro en Sinceramente, en sus tuits y videos, en cada una de sus intervenciones y decisiones, e incluso en otros tamos de la propia carta. Oportuno también mencionar el histórico sesgo antiperonista del empresariado, y que lo haga usted, que nunca ha ocultado lo mal que le caía Perón.
"Ahora, déjeme hacerle un reparo. El gusto que queda en la boca de quienes leen su mensaje es que intenta despegarse de Alberto, tomar distancia, ponerse a resguardo de lo que se viene. No es bueno eso. Con respeto y cariño se lo digo: si el barco zozobra, que la capitana no se tire al agua".
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