De no creer. Me metí en la cabeza de Cristina ¡y no veo nada!
Anteanoche, cuando la derrota del oficialismo ya estaba consumada, alguien que había leído la columna del sábado me preguntó en un tuit si seguía odiando las PASO. Me lo preguntó con ese tonito irónico que, como todo el mundo sabe, tanto detesto. Le contesté que sí, que las odio más que nunca: ¡un resultado tan espectacular y era solo una encuesta!
El tuitero impertinente hacía alusión a la primera línea del título e ignoraba olímpicamente la segunda, donde puse: “Adelanto quién va a perder”. Y perdió. Pero quiero atribuirle el mérito al que le corresponde: el único dirigente político que me dijo, cinco días antes, que el Gobierno iba a sufrir una “catástrofe” fue el Beto Brandoni, como consta también en esa columna. Beto querido, mi respeto y gratitud. Te vuelvo a llamar en noviembre.
Alentado por estos éxitos en futurología, ciencia en la que, debo admitir, nunca descollé, hoy me puse a imaginar qué va a pasar ahora. Qué va a pasar con Alberto, con Cristina, con el país. Me imaginé a un Alberto callado, retraído, ausente; digamos, con grilletes. Del cepo al dólar y a la carne, al cepo a Alberto. Lo vi encerrado en Olivos, maratoneando series todo el día y organizando con Fabiola fiestas a las que nadie quiere ir; lo vi, lo percibí, leyendo los diarios, paseando a Dylan y extrañando lo bien que la pasaba cuando era presidente; lo vi, creí verlo, más sereno y reflexivo: desalbertizado.
Yo creo que le van a intervenir el Gobierno, la palabra, el teléfono… Eso, en la más benigna de las soluciones. Porque tampoco hay que descartar que le digan: “Profe, tus alumnos te echan de menos”
En esos devaneos estaba esta mañana cuando me enteré de que el profesor había reaparecido en un acto en la Casa Rosada para presentar el proyecto de ley sobre “el compre argentino”, donde declaró: “Este camino que iniciamos en 2019, en lo que a nosotros respecta, no se va a alterar”. Caramba. No reparé en el camino, ni en que no va a cambiar, y mucho menos en la ley del compre, propuesta por alguien al que nadie le quiere comprar nada; reparé en la frase del medio: “…en lo que a nosotros respecta”. ¡Estaba abriendo el paraguas! Como que esa es su intención, pero sospechando que no cuentan con él. Me temo que esta vez no puedo desmentirlo; está bien orientado. Pichetto me dice que lo más probable es que le intervengan el Gobierno. Yo creo que le van a intervenir el Gobierno, la palabra, el teléfono… Eso, en la más benigna de las soluciones. Porque tampoco hay que descartar que le digan: “Profe, tus alumnos te echan de menos”.
Para barruntar el futuro tratemos de meternos en la cabeza de Cristina (vano ejercicio, ya lo sé, porque ahí no entra nadie). Intentémoslo. Anteanoche lo paró en el patíbulo: le dio la paternidad de la derrota. Alberto –piensa Cris– es el padre de Cafieritito, de Vicky Tolosa, de Santoro, de los funcionarios que no funcionan, de la foto de cumpleaños, de los indios mexicanos y los monos brasileños, y ella es la madre de la fórmula que ganó las elecciones. Será cuestión, entonces, de pensar otra fórmula para no perder así en noviembre. ¿Cuál? Bueno, un poco lo que ya dije: silenciar a Alberto, disimularlo, esconderlo; designarle desde el jefe de Gabinete y el ministro de Economía, hasta la secretaria y los ordenanzas; organizarle la dieta, cerrarle la cuenta de Twitter y hacerlo invitar a una larga visita a Tanganica, en África profunda.
En realidad, nada de esto es importante. La suerte del profesor, salvo que él, ofendido, cavara trincheras en Olivos para resistir, no cambia mucho las cosas. Lo que debemos mirar no son los planes que tiene Cristina para Alberto, sino para el país. ¿Qué dos meses nos esperan? Si ella lo retaba a Guzmán porque quería aumentar las tarifas en un año electoral, ¿con qué pase de magia saldrá ahora? ¿La Anses volverá a financiar nuestra felicidad? ¿Subirán sueldos y jubilaciones, regalarán planes en las plazas del conurbano, abrirán parrillas populares? ¿Se dispone a acordar con el Fondo para dar una señal a los mercados en plena hecatombe monetaria o mandará una misión presidida por Grabois, Hebe y D’Elía? ¿Se radicalizará el discurso o le ofrecerá Economía a Milei?
No me animo a contestar. Logré meterme en la cabeza de Cristina y por ahora estoy viendo más adónde quiere llegar que por dónde ir. No la encuentro sorprendida con el traspié en las PASO (por algo desapareció durante tres semanas), sino por la dimensión de la derrota. Me parece oír que la Cris de 2013, que después de perder las elecciones de medio término arregló pagarle al Club de París y cerrar los juicios en el Ciadi, está discutiendo con la Cris que defaulteó con los holdouts. ¡Estoy en su cabeza y ni siquiera así sé para dónde va a disparar! Me quedé más tranquilo después de escuchar a Aníbal Fernández anteanoche en C5N: “Cristina es el principal cuadro político de los últimos 90 años”.
No quiero que la bajen del cuadro. Solo que nos pida perdón.
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