De no creer | Carta a Massita: fullero, te fallaron las fullerías
El ministro-candidato lo intentó todo pero no le salió: terminó derrotado y humillado por el monstruo que con tanto ahínco construyó con la ilusión de hundir a la oposición; ¿y ahora qué?
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Sergio Tomás querido, me dirijo a vos con todo respeto. Vaya por delante mi pésame, de lo más sentido. Cómo te boxearon. Te sopapearon de lo lindo. Además, perdiste con un peso pluma; un livianito que después de ganarte quedó loco de contento. Mis respetos también al presidente electo, que habiéndote vencido ya puede alardear de tener su existencia justificada: desmassificó el país.
Se habló mucho de que era una lucha desigual. De un lado, vos, monarca de todas las categorías, atleta de los cargos públicos, toda una vida yendo y viniendo por los pasillos del poder. Del otro, un recién llegado, un panelista de TV, un inestable, una inspiración canina. La casta contra el descastado. En este rincón, el Mago, Tigre, Ventajita; en aquel, Chucky, Peluca, El Loco. Vos, artesano de la política, constructor de alianzas, inversión de banqueros y empresarios; él, Twitter, TikTok, Instagram. Tan poca cosa y te atrapó en sus redes.
En la hora del fracaso, cuando todos huyen de vos, y a vos te asaltan las ganas de huir de todo, contá conmigo. Acá tenés un hombro donde apoyar tu cabeza. Contá también con Alberto, que ya anoche se mostró dispuesto a reasumir la presidencia. No tendría tan en cuenta a Cristina, que, la conocemos, andará por ahí entre suspirando y riéndose. Porque ella es así: mira la vida a través del prisma del poder, y tu caída de alguna forma le posterga el doloroso tránsito a la clase pasiva. Sin duda sospechaba que vos tratarías de quitarla del medio –siempre fue una malpensada–, y ahora disfrutará con la nueva oportunidad que le da el destino. En pocas horas se nos va a Italia a dar una clase magistral sobre democracia (me dicen que viene metiéndose en tema desde hace meses) y a charlar con el Papa. Sergio Tomás, vos que tenés amigos en los sótanos, ¿se podrá hacer algo para acceder a lo que conversen? Te lo pido por favor, y juro no publicar una línea; salvo que me lo pidas. ¿Cómo le explicará lo de ayer? “Bueno, Jorge, nada que nos sorprenda. Yo acepté bajar a Wado porque estaba convencida de que íbamos a una catástrofe electoral. Con ese presidente, qué querés. Y, todo hay que decirlo, con ese ministro de Economía. Es el único dirigente político importante del país al que nunca quisiste recibir. Claro, qué vivo: el diablo puede meter la cola en todos lados, menos a vos jajaja”.
Oídos sordos, Massita. Para ella y para los que empiecen a desfilar por los micrófonos marcándote los errores. Los mismos que hasta ayer te rendían pleitesía, mañana dirán: rendite. Incluso te llamarán fullero, subiéndose al carro de Cristina. Una injusticia. No puede ser recordado como fullero alguien al que le falló la principal fullería. Había sido una genialidad financiar a Javier para dividir a la oposición, pero después el tipo pactó con Macri y Pato, y el voto opositor se volvió a unir contra vos. Tanto laburo, sobre todo tanta guita puesta en este chabón, para terminar haciéndolo presidente. Mi recomendación, querido amigo: terapia; urgente, clavá tres sesiones por semana, porque vas a necesitar mucha ayuda. ¿Cómo convivir con el drama existencial de ya no poder ser llamado ni Mago, ni Tigre, ni fullero?
Si me permitís, otra recomendación. Nada de ver los memes. En serio, son demasiado crueles. Apenas te cuento uno, a modo de ejemplo: “Hola, Javier, soy Sergio. Por sí o por no: ¿tenés un laburo para mí?”. Va otro. “Massa cumplió su promesa: no quedará un solo ñoqui de La Cámpora”. OK, uno más, pero es el último. Debajo de una foto de tu querida Malena, con cara de enojada (cara de Malena), una recomendación: “Desde mañana tomen agua mineral”.
Te lo anticipé: son de una maldad inaudita.
Ya que estoy en modo consejero: no entraría en una fase de culpa y arrepentimiento, porque eso dejaría tu ego y tu imagen por el piso. No te veo diciendo: “Perdón, argentinos, en la campaña me patiné 15.000 millones de dólares, o sea, tres puntos del PBI. Prometo no hacerlo nunca más”. No digas cosas que afecten tu credibilidad, activo que debés resguardar. No admitas que le bancaste la campaña a Milei. No cuentes cuánto les pagabas a tus asesores extranjeros. No digas que la campaña del miedo era una sarta de mentiras. No reveles lo que le concediste a China a cambio de un puñado de yuanes. Negá que hayas preparado el debate con informes de espías.
En pocas palabras: ni se te ocurra entregar el Massa que llevás adentro. Que no te vean el alma.
Anoche felicitaste a Milei. Muy bien. Se me ocurre que también deberías felicitar a Macri y a Patricia, que, seamos justos, consiguieron un Qatar II. Saludalo a Alberto en su vuelta al laburo, y no te olvides de despedir a Cris cuanto parta rumbo a Italia.
Un último reconocimiento podría ser para Gildo Insfrán, el gran caudillo que salió indemne. De Formosa se viene la renovación peronista. Grande, Massita. Vos lo hiciste
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