De no creer: Alberto, patinándose dólares en Manhattan
El Presidente tuvo que decidir dónde hacer nada, entre la Cumbre Iberoamericana y la cita con Biden; eligió inventarse una reunión en la primavera de Nueva York
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El espléndido Hotel Park Hyatt, de Nueva York, recibe a sus huéspedes así: “Disfrute del lujo de nuestro cinco estrellas frente al Central Park”. Eso, hasta hace tres días; ahora ha añadido una atracción: “En los pasillos podrá cruzarse con Alberto Fernández, exótico presidente de la Argentina”.
Me imagino que, con semejante propuesta, el Hyatt estará desbordado. Turistas del mundo entero querrán conocer a tan singular mandatario, personaje de fantasía, que llegó al poder por el Frente de Todos y hoy, tres años después, tiene a todos de frente.
Al profesor se le había presentado un problema complejo. Entre la Cumbre Iberoamericana de Santo Domingo, el sábado, y su reunión con Biden en Washington, mañana, quedaban tres días en blanco; un verdadero agujero negro, habitual en su agenda, pero en este caso fuera de casa. Es decir, tuvo que decidir dónde no hacer nada: en Buenos Aires o en Washington. Reunido con Fabiola en Olivos, ella le propuso una tercera opción: dolce far niente en Nueva York. Qué mejor que ir de compras por la Quinta Avenida, comer sushi en Nobu y acaso tener la suerte de cruzarse con alguna celebridad en el Central Park. La primera reacción de Beto fue intempestiva: un no rotundo, casi gritado; cómo se le ocurría que un presidente en campaña (no se sabe para qué) podía estar dándose la gran vida en la Gran Manzana. “Fabi, 100% de inflación, 50% de pobreza, pavorosa sequía, sangría de reservas en el Banco Central ¡y a vos se te ocurre que vayamos a pasear como alegres turistas!” Mientras él despotricaba, ella había googleado “mejores cinco estrellas en Manhattan”, y le había echado el ojo al Hyatt. Qué son 3500 dólares la noche para el erario público, razonó Fabiola, que, picarona, le pasó el precio de una habitación estándar y no el de la suite presidencial. Tardó uno o dos minutos en convencerlo. Jefe de Estado al fin, Alberto le puso un whatsapp a Cafierito: “Inventame una reunión en Nueva York”.
Algo pudo montar el embajador Argüello, pero poca cosa: una llamada por teléfono, un simulacro de reunión en la sede de Naciones Unidas. Armaron también una foto frente a la notebook en el cuarto, cosa de que pareciera estar trabajando; no trascendió qué serie veía. La crónica de nuestro corresponsal en Estados Unidos, Rafael Mathus Ruiz, tiene detalles deliciosos: dice que la agenda “se fue definiendo sobre la marcha”, que la comitiva argentina “se movió sin vértigo” y que Cafierito apareció por el lobby del hotel “vestido con jeans y una remera de los Stones”. What a player!!!
Mañana se les termina, lamentablemente, el programón: el profesor tendrá su foto con Biden, que muere por tener una foto con Alberto. El plan de Biden es tirarle las orejas por los coqueteos con China, asegurarse la provisión del litio argentino y mandarle saludos a Cristina que lo mira por TV. El plan de Alberto es decir a todo que sí, ofrecer la Argentina como puerta de entrada en América Latina y pedirle al intérprete que le repita las cosas, para que la reunión dure más.
La cumbre fue preparada muy concienzudamente por el equipo del presidente; del presidente Biden. En la delegación argentina confían en la fresca espontaneidad del profesor, un lince en los face to face, estilista del lenguaje diplomático, experto piropeador.
Massita estará también en Washington, pero no para apuntalar la alta misión de la Casa Rosada. Va contratado por los bancos norteamericanos sacudidos por el temblor financiero. No quieren dar un paso sin antes escucharlo.
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