De Menem a Alberto, Cavalieri siempre está
El jefe del Sindicato de Comercio ubicó a un hombre propio en el Ministerio de Trabajo, destrabó fondos de las obras sociales y medió entre el Estado y una cadena de supermercados por la doble indemnización
Fue menemista, duhaldista, kirchnerista, macrista y se considera ahora albertista. A los 84 años, Armando Cavalieri se siente todavía lejos del retiro. Tiene en un puño desde 1986 al Sindicato de Empleados de Comercio, uno de los más numerosos del país, aunque también conserva su influencia en la cima del poder. Ubicó recientemente a un hombre propio como virtual número dos del ministro de Trabajo, negoció con Ginés González García la agilización del reparto de fondos para las obras sociales sindicales y hasta ofició de mediador entre el Estado y la cúpula de una cadena de supermercados extranjera para evitar que los jerárquicos despedidos fueran alcanzados por la doble indemnización.
Como lo hicieron tantos otros, el Gobierno recurrió a Cavalieri la semana pasada para escenificar paritarias a medida. Le aceptaron revisar el acuerdo salarial de 2019, período por el que obtuvo una suba de 52%, casi en línea con la inflación. Pero lo importante fue la decisión de aplazar a junio la negociación del año en curso a la espera de mayor certidumbre económica. Circula un posible trato con sumas fijas, tal como bajó línea el ministro de Trabajo, Claudio Moroni. No hay aún nada cerrado.
"Conseguimos una buena paritaria, logramos sueldos altos, pero hay un problema: la actividad no los puede pagar. El goteo de despidos no se detiene, sobre todo en pymes, en las que hay muchos trabajadores en negro, informales", dicen preocupados en el sindicato mercantil.
Cavalieri apuesta a sus lazos con el oficialismo para detener la hemorragia laboral. Las estadísticas que maneja alarman: contabiliza 62.000 puestos de trabajo menos en 18 meses. "La mitad fue por la crisis, por el cierre de pymes, pero la otra mitad fue por el avance tecnológico", argumenta un dirigente de peso del Sindicato de Comercio. No hay aún cifras de 2020, aunque de manera informal dicen en el gremio que no se mejoró a pesar de la doble indemnización. Es una sensación que se extiende a otros gremios, como la Uocra, que sufrió 25.000 bajas entre diciembre y enero por la parálisis de la obra pública.
En su caso, Cavalieri se jacta de haber sido el primero en divisar el impacto de las nuevas tecnologías, o de la inteligencia artificial, como prefiere llamarlo. Lo conversó con Gustavo Beliz mucho antes de que el secretario de Planeamiento Estratégico accediera a un cargo jerárquico en la gestión de Alberto Fernández. Sin embargo, su presunción no avanzó en la práctica. El convenio colectivo del gremio mercantil es de 1975 y perdió así terreno en la representación de trabajadores de empresas informáticas o de gigantes dedicados al comercio electrónico, como lo es Mercado Libre.
Con respaldo oficial, apura Cavalieri un aggiornamiento de la letra chica para no perder afiliados de una cadena de electrodomésticos, cuyas ventas por internet se incrementaron, por lo que resolvió bajar las persianas de algunos de sus negocios callejeros. Sucede lo mismo con los supermercados, con los que mantiene un conflicto abierto por posibles ajustes. Cambiaron los hábitos: cada vez más gente hace las compras de manera digital. Moroni y Cavalieri exploran una suerte de plan de reducción de aportes patronales para evitar despidos. Un atajo similar ya se tomó durante el macrismo en otros sectores en caída, como el petrolero y la industria láctea.
Hace algunas semanas, un reconocido abogado laboralista buscó a Moroni para destrabar un expediente relacionado con la normalización de un gremio. Lo derivaron directamente con Alberto Tomassone, un colega suyo que ahora asesora al ministro. Tomassone es el histórico abogado de Cavalieri, pero ahora también trabaja codo a codo con el titular de la cartera laboral.
¿Conflicto de intereses? "El ministro le dijo que tiene prohibido tocar algún papel vinculado a Comercio", aclaran allegados al líder mercantil. La explicación es más bien una herramienta de defensa, porque Tomassone, al menos en los dos meses que lleva en el cargo, no tuvo aún injerencia en nada relacionado con su jefe sindical. La presencia de Tomassone en Trabajo es un reconocimiento de Alberto Fernández a la cúpula de la CGT, sobre todo al sector de "los Gordos", que encabezan Héctor Daer y el eterno Cavalieri, dos rivales de Hugo Moyano.
Con su noveno mandato en curso y con vigencia hasta 2022, Cavalieri logró neutralizar con éxito la interna que se le abrió inesperadamente hace dos años, cuando venció en las urnas por 461 votos a Ramón Muerza, delegado gremial en los supermercados Coto. Tras su fugaz experiencia como opositor, Muerza hizo ya las paces con su mentor y volvió a ser oficialista. Se desvanecieron en la nada sus denuncias judiciales por presuntas irregularidades en el diseño de los padrones para la última elección. "La crisis económica es tan severa que hasta calmó la interna", dice un dirigente que supo cuestionar alguna vez el poder de Cavalieri.
Invencible puertas adentro del gremio e influyente con funcionarios y empresarios, Cavalieri no piensa en el retiro a pesar de su edad. Ninguno de sus hijos sigue su huella en el sindicato, por lo que delegó en el dirigente Carlos Pérez, una suerte de mano derecha, el control de la obra social, que cuenta con más de dos millones de beneficiarios y que representa la verdadera caja junto con la administración del predio de Parque Norte. Quizás tanto como la herencia, a Cavalieri lo inquieta el frente judicial. Teme que algún expediente dormido se reactive pese a sus lazos con el Gobierno. Por las dudas, contrató una consultora para "cuidar" su imagen pública.
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