De la Rúa: "No voy a ceder, aunque aflojen los que se queden"
Enérgico mensaje presidencial a la UCR
Fernando de la Rúa logró anteanoche lo que hacía mucho tiempo no conseguía: que casi 1800 dirigentes y militantes radicales lo aplaudieran con la energía suficiente como para interrumpir sus palabras.
Fue en Costa Salguero, durante la comida con la que el comité nacional festejó el cambio de autoridades.
En un tono inusualmente enérgico y con ademanes extraños a su habitual pasividad, De la Rúa advirtió: "No me apartarán del camino que elegimos. Es el Presidente el que gobierna y no voy a ceder, aunque aflojen los que se queden; se quedarán en la orilla".
Fue ese pasaje uno de los que lograron despertar el mayor fervor de los comensales, cuestión que tiene un mérito especial. Excepto una mesa ubicada justo frente a la principal, cuyo cartel indicaba "Reservado personal de la Presidencia" y albergaba a dos de los tres secretarios privados de De la Rúa, así como al vocero del Gobierno Juan Pablo Baylac, entre otros, los demás eran mayoritariamente militantes enrolados en líneas internas críticas a la gestión delarruista.
El Presidente llegó casi a la medianoche. Los locutores anunciaron la presencia de éste y la del jefe del gobierno porteño, Aníbal Ibarra. Los tibios aplausos que recibieron a De la Rúa se enfriaron y hasta fueron superados por silbidos y abucheos cuando resonó el nombre del frepasista.
Saludos preferenciales
A la mesa principal, que presidía el flamante jefe del comité nacional, Angel Rozas, habían sentado, además de las nuevas autoridades partidarias, a ministros y al puñado de representantes frepasistas que llegó al lugar (los socialistas Hermes Binner y Rubén Giustiniani, Rodolfo Rodil y Graciela Fernández Meijide).
De la Rúa saludó a cada uno. Hubo apretones de mano para varios y algunos abrazos algo más efusivos. Fernández Meijide, la ex ministra de Desarrollo Social, fue la que encabezó la lista de los saludos preferenciales.
Como lo había hecho en la sede del comité, De la Rúa tuvo párrafos especiales para quienes lo "abandonaron": sus referencias apuntaron a José Luis Machinea, al que nombró, y a Carlos "Chacho" Alvarez y a Federico Storani, a quienes aludió elípticamente.
"Arranqué con el equipo económico de la Alianza -encabezado por Machinea-, pero anduvo mal y se fue, en lugar de afrontar las circunstancias", dijo De la Rúa a los gritos. "Cuando viene la tormenta son muchos los que se van a guarecer abajo del alero, pero hay que tener fuerza", añadió.
Para desestimar las voces partidarias que critican el alto protagonismo del ministro de Economía, Domingo Cavallo, (designación que el partido no digiere) subió más el tono de su voz: "Es el Presidente el que gobierna y no voy a ceder, aunque aflojen los que se queden. Se quedarán en la orilla. Algunos que se van, se van arañando sin el mínimo de responsabilidad y de solidaridad que exige el Gobierno".
"Piloto de tormentas"
Rozas aseguró que cada radical debe ser "un piloto de tormentas". Aconsejó: "No nos deben asustar las crisis porque tienen dos caras: pueden ser un obstáculo, pero también una oportunidad". Dijo que hay que "asumir que somos el partido del Gobierno", que si "nos equivocamos habrá que cambiar de rumbo, buscar un atajo, pero la Argentina tiene que encontrar el camino de salida".
"Sueño y aspiro a hacer un relanzamiento de la Alianza y a revitalizar los lazos con el Frepaso con vocación progresista", concluyó Rozas.
A pesar del inusual apoyo de los militantes, ni De la Rúa ni Rozas pudieron superar los aplausos que logró, a pesar de no estar presente, Raúl Alfonsín, que había viajado horas antes a la República Dominicana, a una reunión de la Internacional Socialista.
La contundencia del mensaje de De la Rúa sorprendió a todos y se transformó en el comentario generalizado. ¿A qué se debe el cambio del Presidente?, preguntó LA NACION a un fiel delarruista. "El que habló no fue De la Rúa, fue Figuretti (su imitador en el programa de Marcelo Tinelli)", respondió entre risas irónicas el dirigente.
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