De la noche fatídica al día después: acusaciones cruzadas y los socios del Gobierno divididos
Cristina Kirchner, el Presidente y Massa digirieron la dura derrota por separado entre cuestionamientos internos; el debate sobre cómo seguir
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La oficina era vidriada. Para resguardar la escena de los ojos de los colaboradores y funcionarios que deambulaban por el tercer piso del “Complejo C”, en el barrio de Chacarita, el único recurso fue bajar una cortina. Adentro estaban, Cristina Kirchner, Sergio Massa, Máximo Kirchner y Axel Kicillof. La alta cúpula del kirchnerismo y el líder del Frente Renovador digirieron la derrota irreversible del oficialismo en ausencia del Presidente, a quien consideraron máximo responsable por el batacazo. Cuando Alberto Fernández llegó, una hora y media después, ya reinaba la impaciencia entre sus socios del Frente de Todos.
Pasadas las 22.30, el jefe de Estado arribó al búnker oficialista y se sumó a la cumbre de los caciques de su espacio. Para entonces, la atmósfera era de velorio, con charlas a media voz y caras larguísimas. “Alberto fue el que decidió hablar solo y ponerse al frente”, aseguró uno de los colaboradores del jefe de Estado. Los caciques del Frente de Todos pusieron el cuerpo para la foto de la derrota, pero no hablaron.
Después del discurso de Fernández -”Algo no hemos hecho bien”, reconoció- el Presidente y la vicepresidenta bajaron al estacionamiento del comando de campaña. Cada uno se subió a su auto y se separaron. El jefe del Estado continuó la noche en Olivos. Cenó con los tres colaboradores fieles que se mueven como su “sombra”: el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello, y el secretario de Comunicación Pública, Juan Pablo Biondi.
En Chacarita, otra reunión estiró la velada. Allí estuvieron los más importantes cuadros de La Cámpora, Máximo Kirchner, “Wado” De Pedro y Andrés “Cuervo” Larroque; dos ministros del riñón del Presidente, Gabriel Katopodis (Obras Públicas) y Juan Zabaleta (Desarrollo Social) y Massa, según tres testigos oculares. “Hubo mucha autocrítica. Quedaron en analizar los por qué”, dijo uno de ellos.
Los pésimos resultados, sin embargo, refuerzan como nunca el reclamo del lado no “albertista” de la coalición para que haya un recambio de figuras de peso en el gabinete de Fernández. El pedido no es nuevo, pero ahora es más fuerte. Hace tiempo que piensan en el titular del Palacio de Hacienda, Martín Guzmán, como responsable económico, y en Cafiero, como responsable político.
El día después
Hoy, sin embargo, la Casa Rosada seguía reticente a los despidos. “Cambio de rumbo y velocidad, no de nombres”, dijo un funcionario a LA NACION en horas del mediodía. Y arremetió contra el campamento kirchnerista: “¿Qué medios dicen que se va el equipo económico? Eso no lo operamos nosotros... ¿Y por qué se tienen que ir los ministros nacionales? ¿Kicillof no va a cambiar su gabinete?”.
Cerca del Presidente creen que las responsabilidades son compartidas y que no solo en la gestión nacional se encuentra la explicación por la pérdida de 15 puntos en la provincia de Buenos Aires que habían sido la “fortaleza de la unidad” en 2019.
El Presidente llegó a Casa Rosada cerca de las 11 acompañado por la primera dama, Fabiola Yañez. Encabezó un acto con el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, otro de los apuntados por el kirchnerismo y Guzmán se sentó en primera fila. Más tarde, Fernández improvisó una cumbre con Katopodis y Zabaleta, los otros ministros de su riñón.
La Casa Rosada fue toda albertista el día después de la derrota. Es que cada accionista del Frente de Todos hizo su rancho aparte. “Wado” De Pedro -el hombre fuerte del kirchnerismo en Balcarce 50- se trasladó al Senado para reunirse con Cristina Kirchner. Y Kicillof viajó desde La Plata hasta Capital Federal.
Massa, en cambio, se quedó trabajando en su casa de Tigre, analizando datos y manteniendo reuniones. El socio minoritario del Gobierno no fue al Congreso.
Los asesores de campaña del Frente de Todos ya mandaron a estudiar a dónde migraron los votos que perdieron entre 2019 y 2021. Querían tener el dato fino, mesa por mesa, para detectar hacia dónde fue la fuga. Ayer, hasta entrada la noche, nadie se esperaba semejante paliza. Fue recién con las mesas testigo de las 20 y con los llamados desesperados de los intendentes del conurbano comenzó a caer la ficha en el oficialismo.
“Ellos esperaban los números de Tito Bacman. Nosotros sí lo veíamos venir en la calle y lo estábamos diciendo. La gente está enojada porque no le alcanza la guita y encima se enteró que el Presidente estaba de cumpleaños”, se despachó contra Fernández un colaborador histórico del kirchnerismo.
En un clima de desconcierto absoluto, los accionistas del Frente de Todos coinciden en que hacen falta cambios. Pero difieren profundamente en el rumbo, la magnitud y la velocidad del camino a seguir.
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