Daniel Arroyo: “Sin un acuerdo con el Fondo, la cosa se va a complicar más”
El exministro de Desarrollo Social y actual diputado nacional oficialista habla del rol de las organizaciones y los planes, de los problemas estructurales y del miedo a una salida de “ultraderecha”
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Daniel Arroyo conoce el entramado social de la Argentina como pocos. Estuvo en el Ministerio de Desarrollo post crisis de 2001. Fue testigo del derrumbe que empujó a la marginalidad a millones de personas. Y también de la recuperación económica en los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner. En ese momento, Arroyo ocupaba el cargo de viceministro y tenía oficina en el histórico edificio de la avenida 9 de Julio. Durante dos años, se ocupó de la política social bonaerense con Daniel Scioli y luego desembarcó en la Cámara de Diputados de la Nación.
Volvió como ministro de Desarrollo Social cuando Alberto Fernández asumió la presidencia, en el año 2019. Fue espectador, con palco de privilegio podría decirse, de una historia circular de crecimiento y crisis, que deja como saldo cada vez más gente fuera del sistema.
Y lo reconoce: “Hace años que la actividad económica no le da lugar a los 45 millones de argentinos”. Dice que la economía se pondrá peor si no hay acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. “Es imprescindible”, analiza.
Desde el Ministerio manejó 500.000 millones en gasto social y lidió con un complejo esquema de organizaciones que actúan como intermediarios.
-¿Las organizaciones sociales son garantes de la paz social o generan el problema y también la solución?
-Creo que el tema es muy complejo. Está muy lastimada la relación entre la política y la sociedad. Hay que hacer que la plata rinda, que la escuela sirva y que el Estado te cuide en materia de seguridad. Hoy hay más actividad económica, el tema es cuánto te rinde la plata. La persona que maneja un auto todos los días saca 5500 pesos. Pero si consigue esa plata antes no sigue manejando porque no le rinde.
Tenemos un desafío que es hacer que la plata rinda y eso tiene que ver con el precio de los alimentos. La plata, la educación y la seguridad achican la brecha entre la sociedad en general y la política. En ese sentido, los movimientos sociales son claramente parte de la solución.
-Dirigentes de los movimientos sociales, como Emilio Pérsico y el “Chino” Navarro “manejan” esa paz social desde hace mínimo 20 años desde distintos lugares y hay más pobreza y más marginalidad ¿no es prueba de que algo falla?
-Lo que pasa es que la actividad económica no le da lugar a los 45 millones de argentinos desde hace años. Hay una Argentina vulnerable, que es la que hace changas, que tuvo años muy duros con Macri y con la pandemia; una Argentina de clase media que se auto sostiene y una de clase alta que es muy chiquita. Hay que hacer un modelo para todos. Para mí, se hace con globalización, con vínculos con el mundo, y también con mano de obra intensiva. A nosotros nos falta urbanizar barrios, el problema es en parte la solución. Hay que construir tres mil jardines. Es un gran trabajo en términos de construcción. El problema es en parte la solución. Y los movimientos no sólo garantizan la paz social sino que muestran la crisis. El desafío es generar el esquema económico
-Macri también aumentó los planes y no se generó una solución
-Pero es el reflejo de que más allá de los dirigentes sociales falla otra cosa. El esquema económico no contempla a todos. Hay que empezar a pensar en un ingreso universal de base. Esto se está discutiendo en España, Alemania e Israel.
-¿Hay salida sin acuerdo con el Fondo?
-No. Es imprescindible un acuerdo con el Fondo. Este año tenemos que pagar 19.000 millones de dólares y el otro 20.000 millones de dólares. El préstamo ha sido absurdo en el monto, en las formas y en las características. Pero se necesita un acuerdo que permita crecer y avanzar, por la debilidad estructural que tiene la Argentina.
-El Fondo pide ajuste del gasto público y lo que usted plantea genera más gasto.
-Si no ampliamos la torta productiva no hay solución. En eso, lo público es una parte. No hay salida si no hay inversión y generación de riqueza. El Estado tiene un rol clave que es compensar a los que menos tienen. Hay un tema de discusión que es el nivel de gasto público. Hoy no hay condiciones para un ingreso universal. Pero hay que discutirlo. Hay que lograr un acuerdo con un esquemas de pagos razonables y que nos permita crecer. Sin acuerdo con el Fondo, la situación se va a complicar más.
-El kirchnerismo tuvo 8 años de crecimiento económico fuerte, después vino el macrismo, el endeudamiento con el FMI y volvió Alberto ¿los problemas estructurales son producto de los 4 años de Macri o hay una responsabilidad en los 12 años de kirchnerismo?
-Los problemas de la Argentina son, en algunos casos, una deuda de toda la democracia. Si ves el ciclo de pobreza estamos con temas serios desde hace décadas. En el ‘74, la Argentina tenía 3 por ciento y 4 por ciento de inflación. El gobierno militar dejó una situación crítica. En la primera etapa de Menem creció la economía y la desocupación, se nos quemaron los libros. Creo que tenemos que ir a cambios estructurales profundos, a un esquemas de ideas diferentes, y esto excede los cuatro años de Macri, pero hay que hacer cambios profundos, repensar el Estado, la actividad económica, incluso repensar desde el peronismo: hay que restituir la movilidad social. Hoy, al que estudia y trabaja no le queda claro que le vaya a ir mejor. La idea de mérito no hay que dejársela al resto.
-Ocurre que el macrismo dice ‘gobernamos cuatro años y nos echan la culpa de todo’.
-El macrismo tuvo una idea muy equivocada a mi criterio y era un país al que le sobran 20 millones de argentinos. Eso es una mirada equivocada. Pero los problemas estructurales no son del macrismo. El endeudamiento de las familias se agudizó con el macrismo, pero no empezó ahí. Y con la pandemia empeoró. Los planes estaban antes y ahora. En los ‘90, yo estudiaba la restricción externa y la falta de dólares, la balanza comercial y la crisis de la política y la sociedad. Claramente tenemos que hacer un cambio profundo y el sistema de crédito en gran medida es generador de pobreza. Lo que no tiene que pasar es que Cambiemos sea la modernidad y el peronismo no. Tenemos que construir la agenda con todos adentro.
-Usted dice que al país de Cambiemos le sobran 20 millones. Hoy es el país del Frente de Todos y hay 20 millones que están muy mal. ¿Se explica solo por el macrismo?
-Hoy tenemos un sector compensado por el Estado. La Argentina tiene una gran desigualdad social. Hay un complejo de falta de expectativa de futuro. Están los más pobres, la clase media, las pymes, que no tienen expectativas. Esa reconstrucción es marcar un horizonte. Hay que construir un sendero de desarrollo. Puede ser un buen año para el Congreso. La crisis o la resolvemos nosotros o la resuelven los extremos.
-La ultraderecha y la ultraizquierda.
-Las expresiones de ultraderecha dan títulos fáciles y reflejan estados de ánimo. Es un fenómeno mediático con mucho impacto popular. La izquierda está en los barrios. Es diferente.
-Pero a la ultraderecha también la votan en los barrios.
-Absolutamente. Es que refleja el malestar. Me parece que el fenómeno de la ultraderecha es construir el sentido común entonces lo resolvemos nosotros. El mundo de los racionales tenemos que dar respuestas para que la plata te rinda, que la escuela te sirva y el Estado te cuide.
-El Estado es cada vez más grande y en algunos sectores es ineficiente.
-Y es así. Pero la tecnología juega a favor. Podes cruzar datos, podes trabajar con créditos de otra manera. Hay que modernizar el Estado, modernizar la actividad económica. Las extremas derechas parten de un problema real, de un malestar y sus soluciones son alocadas. Nosotros tenemos que ver los problemas y buscar soluciones racionales. En la macro, es el plan plurianual. En lo micro, lo que decía de los ingresos, la educación y la seguridad. Las extremas derechas crecen cuando la política se desengancha de la sociedad.
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