Daniel Arroyo: “En los barrios no hay grieta, los movimientos sociales son parte de la solución”
El ministro de Desarrollo Social afirma que “la sociedad está tres pasos por encima de la política” y que “el voto es racional y comparativo”; elogios a la “cabeza distinta” de Cristina Kirchner
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A metros del Ministerio de Desarrollo Social, la enésima marcha de movimientos sociales no kirchneristas pasa con su estela de bombos y megáfonos a pleno por la avenida 9 de julio, esta vez en camino hacia la Casa Rosada. “Seguro es por vacunas, lo demás es agregado”, dice Daniel Arroyo, con una media sonrisa y acostumbrado a las manifestaciones que desafían las restricciones de la pandemia con diferentes reclamos.
En su entrevista con LA NACION, Arroyo defiende el rol de los líderes de movimientos sociales, que incluso criticaron decisiones suyas como el aumento en la tarjeta Alimentar y el fin del Ingreso Federal de Emergencia, en línea con el ministro de Economía, Martín Guzmán. “Forman parte de la solución, no del problema”, le contesta a los opositores que los consideran “gerentes de la pobreza”. Diplomático, Arroyo acepta que la emisión monetaria explica “en parte” la inflación, aunque pone énfasis en los “intermediarios” como causantes de las subas. Elogia a Cristina Kirchner, a quien le reconoce “una cabeza distinta”, aunque afirmará también que “quien toma las decisiones es el Presidente”. Sin demasiado entusiasmo, asegura que no es “un cuentapropista de la política” y que será candidato a diputado nacional este año si el Frente de Todos así lo decide, mientras niega que la política de “una vacuna, un voto” pueda tener éxito.
–Hace dos semanas, la Iglesia dijo que crecieron la pobreza, la exclusión y la falta de trabajo. ¿Qué porcentaje es la pandemia y cuál el de errores del Gobierno?
–Primero, efectivamente es así, tenemos una situación social crítica, la pandemia es determinante porque hubo caída, sobre todo el año pasado, de 19 puntos en la actividad económica en el segundo trimestre, un parate importante. Se le agrega un problema serio que es el aumento del precio de los alimentos. Hasta hace unos días, hubo más movimiento en construcción y textil, más 10 millones de personas que recibieron asistencia alimentaria en los últimos tres meses, la gente hace changas y va al comedor para estirar por el precio de los alimentos. Un peón de albañil gana 700-800 pesos por día, un oficial 1200-1500, y también van al comedor para llegar a fin de mes.
–¿Se trata, como creen muchos funcionarios, de la “maldad” de los empresarios, o hay otros factores para que suban los precios?
–Hay varios factores. Un factor es la suba de los commodities a nivel internacional, otro es la falta de acceso al crédito para gran parte de los productores y el tercero, la intermediación. El tambero saca 18-20 pesos por el litro de leche y termina 70 pesos en la góndola, en el medio hay un proceso. Como ministro de los que están afuera de todo trato de que el productor le venda directamente al consumidor, armamos unas ferias donde se vende una canasta de productos de manera directa, créditos no bancarios para máquinas y herramientas, la ley de góndolas. Es un punto clave para entender la inflación.
–Son los intermediarios, entonces…
–Parte es también el Estado, porque hay impuestos, pero está claro en que si promovemos mercados centrales vamos a atacar un punto clave.
–¿Y la emisión monetaria de los primeros meses de pandemia no influye?
–No soy macroeconomista, entiendo que la inflación es multicausal y ese es uno. Pero si es muy claro el impacto social del aumento de los alimentos.
–¿Apoya los controles de precios que se están promoviendo?
–Voy a un barrio, me agarran del brazo y me dicen: flaco, esto acá sale 40, allá 70 y más allá 200. Lo de los precios con etiqueta, para mí, sirve, queda directamente fijo el precio. Y además como referencia: saber dónde uno está parado.
–El Proyecto Artigas de Juan Grabois se ofreció como proveedor de verduras del Ministerio. ¿Cómo lo explica?
–Creamos un sistema transparente donde todas las ofertas van a la plataforma ComprAR, transparenté no solo el proceso de licitación y compra, sino también de oferta. Esta es una oferta, como muchas otras, no hubo adjudicación ni compra hasta ahora. Se trata de siete kilos de papa, cebolla, zanahoria, productos estacionales. Todas las cooperativas se pueden anotar y ofrecer, mi objetivo es que se sumen los productores más chicos, que pueden ofertar por el 5 por ciento del volumen.
–Da la impresión de que su ministerio está “parcelado” en distintas cuotas de poder para Grabois, el Movimiento Evita, Somos–Barrios de Pie, la CCC. ¿Cómo hace para congeniar con tantos intereses diversos?
–El dato clave para entender un ministerio es cuanto ejecuta. El año pasado ejecutamos el 300 por ciento del presupuesto, unos $240.000 millones. Este año, con la tarjeta Alimentar y varios programas ya ampliamos la ejecución presupuestaria. Por supuesto hay diferentes representaciones, sectores, históricamente ha sido así, pero estamos todos trabajando y tirando para adelante, es la única manera en que podemos tener este nivel de ejecución. El Ministerio de Desarrollo Social es lo mejor que tiene el Estado en la Argentina, porque combina dos cosas: una es la vocación, nadie acá está pensando en ser millonario, con personas que a las 5 de la mañana están en el impenetrable chaqueño trabajando; y otra, a esa vocación se le ha puesto estudio, con mucha gente que tiene doctorados, posgrados.
–Es paradójico que sea el mejor, cuando estamos en un país con el 42%o de pobreza y seis de cada diez chicos pobres…
–La pobreza tiene que ver con el funcionamiento de la economía, y hoy claramente suben los precios y sube la pobreza, yo me refiero a las políticas que encara el ministerio, la asistencia alimentaria que hemos ampliado en los último días; y el otro el trabajo: los planes Potenciar para transformar planes sociales en trabajo, la urbanización de 400 barrios y la construcción de 800 jardines de infantes. Es un tiempo de combinar derechos con trabajo.
–El subsecretario Emilio Pérsico criticó el aumento de la tarjeta Alimentar y dijo que era pan para hoy y hambre para mañana…
–Son ambas cosas. Estamos en emergencia alimentaria, no es muy difícil de entender: soy el autor de la ley de emergencia alimentaria en el Congreso, apunté a darle instrumentos al gobierno anterior para que atendiera la emergencia. Por otro lado, que la mejor política social es el trabajo tampoco hay dudas, el año pasado el presupuesto fue 50 por ciento alimentos, y 50 por ciento trabajo.
–Tienen razón los dos entonces…
–No, no hay contradicción entre atender la emergencia y generar trabajo, que es la salida.
–Miguel Pichetto dice que los líderes sociales que manejan planes sociales son gerentes de la pobreza. ¿Son parte de la solución o del problema?
–Parte de la solución, claramente. En los barrios no hay grieta, la Argentina se entiende bien de abajo hacia arriba. Allí hay siempre un cura, un pastor, un dirigente social y gente del barrio haciendo cosas. Unos están a favor del Gobierno, otros en contra, pero todos trabajando. Lo mejor que tenemos es una gran red social, y las escuelas, las iglesias y las organizaciones sociales han sostenido la situación.
–Movimientos sociales lejanos al Gobierno denuncian que hay favoritismo con los propios en los planes…
–Hay distintas miradas respecto del Gobierno, pero trabajan todos en los barrios. La tarjeta Alimentar va directo a la madre que va y compra alimentos. Con Potenciar Trabajo creamos un registro de trabajadores para que sean monotributistas, y todos tienen su caja de ahorro propia, ya no es más del ministerio. Si no trabajan en el mes, se les descuenta un 50 por ciento, si al mes siguiente no lo hacen se los da de baja.
–Hay un reclamo de los movimientos sociales de vacunarse…
–Hay 10.000 comedores, 70.000 mujeres que cocinan, y yo las consideré esenciales vía resolución, como los docentes, los trabajadores de salud. Claramente tienen que vacunarse, no los líderes, sino esas mujeres. Vamos por edades, cuando comiencen a vacunarse los esenciales mi opinión es que corresponde, así lo ha tratado el Cofesa, en la ciudad de Buenos Aires ya se comenzó.
–Provincia de Buenos Aires no todavía…
–Hay un proceso, de acuerdo a cada provincia, pero está claro que son esenciales, son claves para sostener los barrios.
–Usted se negó a la vuelta del IFE, que reclamaron incluso algunos de sus funcionarios…
–Evaluamos alternativas todo el tiempo. Desde el 9 de abril dimos un bono de $15.000 para familias que tienen AUH en el área metropolitana, se subió el salario mínimo, el Repro 2 que llega ahora a los monotributistas, ampliamos la tarjeta alimentaria y adelantamos un bono de $7000 para beneficiarios de las AUH que debía pagarse en diciembre. Atendemos la emergencia y ponemos plata en el bolsillo de los que la están pasando mal. Estamos analizando distintas alternativas.
–¿Cuánto influirá la elección en el plano social? El riesgo es planes por votos, o vacunas por votos…
–No influye en nada. La sociedad está tres pasos por delante de la política, todos aprendieron en los barrios a decirle al otro lo que quiere escuchar. La gente dice a todo que sí, toma todo, y después decide. Para mí en la Argentina el voto es racional y comparativo, en los sectores altos, medios y bajos.
–¿Y si le ofrecen ser candidato?
–Formo parte del Frente de Todos, lo que se defina allí lo haré. No soy un cuentapropista de la política.
–¿La vicepresidenta influye demasiado en el Gobierno?
–Para mí, Cristina tiene una cabeza distinta, ha sido presidenta dos veces, tiene una mirada distinta. Su planteo de alinear precios, jubilaciones, salarios y tarifas es para mí un Norte, es muy relevante su mirada.
–¿Hay doble comando?
–El Presidente es Alberto Fernández y la gestión la lleva adelante él, todos los temas de gestión los trato con él, siempre planteó empezar por los últimos y lo ha hecho.
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