Cuáles son los grupos que amenazan con revolucionar las calles durante el G-20
Una de las mayores inquietudes que tiene el Gobierno frente a la inminente reunión del G-20 pasa por el control de las calles porteñas. En los despachos oficiales esperan una actividad intensa de grupos revoltosos en los días previos a la reunión de jefes de Estado, prevista para el 30 de este mes y el 1° de diciembre próximo. Por eso consideran que los intentos de ataques explosivos en el cementerio de la Recoleta y la casa del juez Claudio Bonadio representaron un inicio de esas acciones. En las últimas horas sumó a esa preocupación la seguidilla de amenazas de bombas que hubo desde esta mañana en distintos puntos del área metropolitana, desde un galpón ferroviario de José C. Paz hasta la embajada de los Estados Unidos, desde u un hospital porteño hasta la sede central de uno de los mayores bancos privados de la Argentina.
La mirada gubernamental estaba posada sobre grupos anarquistas incluso desde antes de aquellos frustrados atentados, por tratarse de células llamadas "de núcleo blando" -por su autonomía de movimiento y carencia de un mando unificado-, que se comunican mediante redes sociales para elegir un blanco (la cumbre, en este caso), dejándose la forma a criterio de cada grupo. Frente a eso preocupa a las autoridades la circulación de un manual de insurgencia callejera, cuya lectura es el "hit" de la cumbre tanto entre los movimientos más radicalizados como en las fuerzas de seguridad.
Cinco importantes oficiales de las fuerzas y dos funcionarios que siguen cada detalle de seguridad confirmaron que ese manual de 72 páginas vinculado con la sección española del Black Bloc es considerado hoy como la base de las acciones que pueden esperarse en las calles, incluso antes del inicio formal del G-20.
"Nos sorprendieron los detalles que comunican, porque acá los grupos que hacen disturbios en las protestas son más frontales, no tienen esa preparación táctica y esto les puede hacer dar un salto de violencia. Pero estamos preparados para todas las contingencias. Esta vez no seremos pasivos", explicó un oficial que conoce cada preparativo de las fuerzas de seguridad.
El Ministerio de Seguridad busca disminuir las oportunidades de acción de los grupos radicalizados con un acercamiento hacia quienes organizan las protestas no violentas. El jefe de Gabinete de esa cartera, Gerardo Milman, invitó al Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel a un diálogo para intentar coordinar los lugares donde se harán las marchas de protesta.
Pérez Esquivel dirige el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), en cuya sede conversan desde septiembre pasado los dirigentes sociales agrupados en la Confluencia Fuera el G20 y el FMI. La marcha principal se hará el viernes 30 de noviembre a las 15.
Ese sector, que se reúne en la sede de Ciencias Sociales de la UBA, impulsa las manifestaciones en la ciudad y está compuesto por múltiples organizaciones de todos los niveles de asociación social, como la CTA, ATE, Movimiento Evita, Frente de Organizaciones en Lucha, el Partido Obrero, la CCC y Attac, este último, núcleo que a su vez agrupa a diversos colectivos sociales y que el Gobierno puso bajo la lupa por supuestas donaciones recibidas desde el exterior para llevar adelante las protestas.
Bajo el eslogan de Confluencia Fuera el G20 y el FMI también aparece el Frente Darío Santillán, cuyas potenciales actividades en la cumbre preocupan más por su condición de guevaristas. Son esa clase de grupo los que en las habituales marchas usan sus rostros tapados y portan garrotes a modo de seguridad interna. También son los más proclives a participar en enfrentamientos una vez que alguien enciende la mecha de la violencia.
Sus bases están en los asentamientos de la zona sur de Buenos Aires, especialmente en Avellaneda, Lanús, Quilmes y Florencio Varela, con actividades registradas hace más de 15 años. Más allá de ese grupo tradicional –el viejo Quebracho suma adherentes en esos sectores- otras banderas guevaristas cambian de tanto en tanto sus denominaciones, pero siguen en las marchas. Las autoridades no los ven como promotores de disturbios, pero sí como potenciales "seguidores".
Los grupos anarquistas como los Obelos, el sector que integraban la decena de neoácratas capturados en el edificio tomado en la calle Pavón al 2300 por los ataques explosivos de la semana pasada, son la preocupación central en el esquema de seguridad callejera. "Esa 'cueva' de la calle Pavón la conocíamos y hay una cuantas más que son similares, pero si ningún juez da una orden nada podemos hacer", indicó un oficial que calculó que unos 300 activistas componen el escenario local del anarquismo.
Esos grupos como los Obelos no tienen vínculos con partidos políticos ni con sectores tradicionales de la izquierda combativa. Son rechazados en las marchas, por lo que no forman parte de las reuniones de Confluencia Fuera el G20 y FMI, y son considerados "los infiltrados" que rompen las manifestaciones con su violencia inesperada y, en definitiva, generan la respuesta policial sobre toda la marcha. Sí se detectó, en los últimos meses, una fuerte actividad de lazos de esos grupos anarquistas con similares de Chile y de Uruguay, que se sumarían a las protestas en Buenos Aires.
Entre esos sectores anarquistas circula con intensidad el manual de operaciones Black Bloc, denominación genérica para grupos anarquistas internacionales con objetivos comunes y sin mando unificado. "La violencia no activa es contrarrevolucionaria", se afirma en ese escrito que desde la primera oración se separa de toda protesta pacífica, considerando casi como enemigos a quienes se manifiestan sin causar destrozos. Y propone "descentralizar la acción, crear diferentes focos autónomos de resistencia para desbordar el esquema represivo antidisturbios". El despliegue policial tomó en cuenta ese mensaje. Por eso, además de consolidar un dispositivo central de prevención con unos 15.000 agentes federales fuertemente pertrechados se dispondrá de brigadas móviles fuera del perímetro de control para contener eventuales revueltas alejadas del epicentro de la cumbre.
Ese manual explica a los anarquistas cómo son las diferentes tácticas de contención –tomando los casos de España, pero que representan figuras casi universales de movimiento policial antidisturbios- y, entre los consejos "positivos" hace foco en la importancia de evitar la quema de vehículos particulares: "La quema de vehículos se realiza para retrasar el avance de la policía y solo lo recomendamos en caso de extremo peligro para los activistas. La destrucción de un coche puede afectar al propietario de este, que se encuentra en la misma posición de opresión que nosotros, y ese no es el objetivo".
Es importante resaltar ese "consejo" porque otro manual circula entre los movimientos guevaristas, focalizado especialmente a la actividad para la cumbre del G20 en Buenos Aires. Se trata de un repaso de lo ocurrido en Hamburgo el año pasado, dirigido a "nuestros cumpas en Buenos Aires". Y en ese documento se ve como "positiva" la quema de autos, incluso desde varios días antes del inicio de la cumbre.
Ese manual llama a "bloquear las rutas de protocolo", es decir,, el trayecto de las caravanas de participantes del G20 en su movimiento hacia Costa Salguero, sede del encuentro ecuménico. "La idea es que la policía vaya de un lado a otro", aconsejan. Ponen foco en el camino entre Ezeiza y la Capital, derrotero en el que la policía bonaerense ya tiene planeado tomar el control de cada puente.
"Nos llamaron mucho la atención las protestas contra la reforma de las pensiones en 2017. Esas imágenes nos recordaron de alguna manera lo que sucedió en Hamburgo", alentaron en el documento en cuestión.
El Gobierno dispuso un operativo especial de Migraciones para frenar el ingreso de todo extranjero con antecedentes de arrestos durante protestas. Pero al igual que lo ocurrido en la Cumbre de las Américas de 2005 en Mar del Plata, el apoyo desde Europa podría ser más discursivo y económico que concreto.
En ese mensaje que circula entre organizaciones de protesta acerca de lo sucedido en Hamburgo –una suerte de "lecciones aprendidas", forma que adquieren también los documentos de trabajo de las fuerzas de seguridad- aparece la promesa de asistencia financiera, pero también un mensaje claro: "Por supuesto que nosotros hacemos un llamado a volar a Buenos Aires para las protestas contra la cumbre del G20, pero también sabemos que para muchos será imposible por razones económicas".
En ese informe sobre los disturbios en Hamburgo se hace una mención central a la importancia que tuvieron las hinchadas de fútbol para sostener la violencia en las calles. Por eso el Gobierno puso su mirada no solo en grupos anarquistas, sino también en barrabravas, al detectar que al menos un grupo kirchnerista "busca lúmpenes", entre los que estarían los violentos de los paraavalanchas de los estadios de fútbol local.
Quienes protestarán bajo el lema de Confluencia Fuera el G20 y el FMI organizarán un acampe frente al Congreso el 28 y el 29 de noviembre –acampes similares se desarrollaron en plazas de Hamburgo – e iniciarán la semana de protesta el domingo 25, luego de un River-Boca que suma su desbordante pasión en días de alta ebullición callejera.
Las agrupaciones bajo la lupa
Promueven las manifestaciones contra la cumbre
- Confluencia Fuera el G-20: Se trata del sector que organiza las marchas de protesta; su referente es Adolfo Pérez Esquivel, pero en ese espacio están casi todos los movimientos sociales, como la CTA, la CCC y el Partido Obrero
- Anarquistas locales: Quedaron en el foco público por los fallidos ataques explosivos realizados la semana pasada. Las fuerzas de seguridad estiman que se trata de grupos inorgánicos, compuestos por unos 300 activistas que participan en acciones de violencia
- Frente Darío Santillán: Todas las agrupaciones asumidas como guevaristas fueron colocadas como potenciales generadores de incidentes luego de los destrozos observados en las últimas marchas. Se trata de los grupos que habitualmente marchan con capuchas y palos
- El Black Boc: Su presencia es constante en Europa durante protestas contra la globalización y el comercio mundial. Anarquistas radicalizados causaron disturbios en Hamburgo y enviaron manuales a los grupos locales; no se espera su participación masiva
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