Cuadernos de las coimas: los "dealers" del dinero negro de la City siguen impunes
Un año después de que el financista Ernesto Clarens ingresara al régimen del "arrepentido" siguen en las sombras, e impunes, quiénes fueron los "dealers" de euros. La Justicia argentina aun ignora quiénes proveyeron desde la City porteña los ladrillos de billetes de € 500 para llenar los bolsos de decenas de empresarios corruptos, según reconstruyó LA NACION sobre la de base fuentes tribunalicias y del sector bancario y financiero local.
La investigación que nació con los "cuadernos de las coimas" acumula ya 174 procesados que el juez federal Claudio BonadIo elevó a juicio oral, el 20 del mes pasado, y avanzó sobre la ruta del lavado del dinero ilícito, con ramificaciones que llegaron hasta Estados Unidos y el Caribe. Pero nada se sabe sobre las "cuevas", cooperativas, casas de cambio o bancos que proveyeron los euros que exigía Néstor Kirchner, según las confesiones de múltiples arrepentidos.
Sentado ante los fiscales federales Carlos Stornelli y Carlos Rívolo, el "arrepentido" Clarens contó lo mínimo indispensable sobre esos "dealers". Solo dijo que "los euros los compraba en el mercado", para lo cual recurría "a un corredor", cuyo nombre calló en sus primeros intentos por ser aceptado como "imputado colaborador". "Íbamos con los pesos y nos dan los dólares, como se hace en la mayoría de las operaciones del mercado ‘blue’", indicó, para luego aludir a la entidad que lidera su íntimo amigo desde hace décadas, Jorge Brito, pero para despegarlo. "Con el Banco Macro teníamos una relación de crédito, por haber trabajado muchos años con ellos", indicó.
La vaguedad de Clarens al aludir a sus proveedores de euros contrastó con su precisión al identificar a los emisarios de las empresas que le entregaron bolsos repletos de pesos y retiraron su equivalente en euros, tras pagarle su comisión. Así fue como marcó a contadores, directivos y dueños de las empresas Helport, Iecsa, Chediack, Cartellone, Esuco, Decavial, Coarco y Losi, y aportó listas complementarias y hasta un pendrive.
Los dichos de Clarens provocaron la reacción de algunos acusados, como el ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Juan Chediack. "No vino ni a apuntar para arriba, ni a colaborar con el recupero de fondos. El señor Clarens viene a hacer en esta causa lo que hacía durante el ejercido de esta cleptocracia: apretar a los que eran víctimas y conspirar contra el éxito de la causa", lo cruzó el defensor de Chediack, Pablo Lanusse, en una audiencia de la Cámara Federal.
Ante los fiscales, Clarens solo dio otro paso hacia sus "dealers" de euros ante una repregunta directa. "Generalmente hablaba con un corredor, Vallarino. Normalmente era en cuevas y en algunas ocasiones con la mesa de dinero del Banco Finansur, que hacía de nexo con alguna casa de cambio", contestó, de manera quirúrgica.
¿Por qué? Porque los únicos dos nombres que ofreció Clarens llevan a puntos muertos. Jorge Marcelo Vallarino, que de él se trataría, según reveló en agosto del año pasado la nacion, es un ejecutivo que durante años trabajó en sociedades vinculadas al propio Clarens y afronta serios problemas económicos y comerciales que lo llevaron a la quiebra. Y el banco Finansur se encontraba suspendido e inhibido tras quedar bajo el control de los empresarios patagónicos Cristóbal López y Fabián de Sousa.
"Vallarino era un ‘corredor’ de cambio, un intermediario entre bancos y casas de cambio. Pero un ‘perejil’, no tenía el nivel para conseguir u operar ese volumen de dinero por sí solo. Para algo así necesitás un banco", replicó a LA NACION un veterano de la City porteña, dueño de una cooperativa, una agencia bursátil y una "cueva", que trajo y sacó dinero desde y hacia el exterior para sí y para terceros durante los últimos treinta años.
Por eso, en una plaza cambiaria pequeña como Buenos Aires y que se reduce más aún cuando se trata de euros, ¿quiénes proveyeron los billetes suficientes para cambiar pesos por el equivalente a US$ 30 millones entre 2005 y 2015, según el cálculo de Clarens, cifra que los investigadores sospechan que podría ser varias veces más elevado en base a las confesiones de otros arrepentidos? "Algo así solo pudo desarrollarse si tenés un banco grande detrás; si no, olvídate", aventuró el informante de la City porteña, él mismo involucrado en varias causas penales. "Y te recuerdo que en esa época no había ‘cable’ en euros", abundó, en alusión a los giros transfronterizos de dinero negro.
De "dealer" a rematado
Con los pocos datos que aportó Clarens, el fiscal Stornelli intentó avanzar sobre Vallarino. Pidió el secreto de sumario y desplegar "tareas de inteligencia sobre los domicilios" vinculados al supuesto proveedor de euros para, llegado el caso, allanar esos inmuebles y recabar "elementos probatorios, anotaciones, agendas", entre otras evidencias.
El 11 de octubre pasado, Bonadio dio luz verde al pedido, pero solo de manera parcial. Le ordenó a la Policía Federal que practicara "discretas tareas de inteligencia" en dos domicilios en los que podía trabajar Vallarino o "funcionar como cuevas financieras". Pero no ordenó allanamientos.
Para entonces, de todos modos, Vallarino, de 56 años, ya se había alejado de sus contactos habituales, vinculados al propio Clarens. A fines de 2017 y después de catorce años cesó en su cargo como gerente de Panter SRL, que pugna con la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) por retener la explotación del ex Paseo de la Infanta.
Tan vinculada está Panter SRL a Clarens, que su hija, Natalia, se reunió en nombre de esa firma con el titular de la AABE, Ramón Lanús, el 28 de mayo de 2018, según surge del Registro Único de Audiencias que cotejó LA NACION, mientras que el estudio de su histórico abogado, Eduardo Roca, patrocina los reclamos de esa sociedad contra el Estado nacional. A Vallarino le fue peor que a Panter SRL. El Juzgado en lo Comercial N° 25 dispuso que este martes 9 se rematará el chalet con estufa hogar, piscina y parrilla, desocupado "y en estado de abandono", que el supuesto proveedor de euros tiene en Escobar. La base es de 105.000 dólares.
Mientras tanto, la senda que va de Clarens al Banco Finansur se diluye rápido. Ante la consulta de LA NACION, junto a los anteriores dueños de la entidad, los Sánchez Córdova, negaron haberle proveído euros al financista. Al contrario, se adjudican haber reportado por operaciones sospechosas de otra de sus sociedades, Invernes, ante la unidad antilavado local (UIF).
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